Tras darse el conocido Pacto de Punto Fijo en 1958, en Venezuela reinó un periodo de estabilidad política y democracia que, combinada con la riqueza petrolera, convirtió al país en una nación próspera que atrajo a millones de migrantes y refugiados de todas partes del mundo con la promesa de trabajo honrado por calidad de vida. Sin embargo, desde 1998 y, tras la llegada de Hugo Chávez al poder, el sistema político cambió. El chavismo, originalmente autocalificado de nacionalista, derivó en una copia del régimen cubano y fue mutando en los últimos 20 años hasta convertirse en lo que algunos analistas y expertos definen como una versión moderna del totalitarismo soviético.
Si hay algo en lo que coinciden politólogos e historiadores es en lo difícil que es definir el tipo de gobierno que tiene actualmente Venezuela. Especialmente desde que el pasado 28 de julio el heredero de Chávez, Nicolás Maduro, parece haber dado una última estocada a la democracia, luego de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) lo proclamará ganador de las elecciones sin ningún tipo de evidencia, mientras que actas de votación mostradas por la oposición venezolana, liderada por la dirigente María Corina Machado, demuestran que el candidato Edmundo González resultó victorioso con una amplia ventaja.
“En dos décadas de oprobio pasamos de una autocracia competitiva con Hugo Chávez (que hacía elecciones solo porque tenía apoyo popular) a una tiranía con Nicolás Maduro, cuya única herramienta para mantener el poder es la fuerza bruta y el terror”, señaló el politólogo Walter Molina en declaraciones para El Nacional.
¿Cómo inició el declive de la democracia en Venezuela?
Chávez pavimentó el camino de lo que llamó socialismo del siglo XXI, un gobierno en el que convenció a los ciudadanos de que era el único hombre capaz de resolver los problemas del país, en el que inició una lucha entre clases sociales e hizo a los venezolanos dependientes del Estado. Mientras construía un culto a la personalidad, eliminó todo lo que representaba una amenaza para sus propios intereses: división de poderes, cualquier tipo de sociedad civil, prensa libre, partidos políticos, entre otros.
Tras la muerte de Chávez en 2013, su sucesor Maduro, quien carecía de su carisma, tuvo que buscar formas para seguir consolidando la permanencia de la cúpula oficialista en el poder, al tiempo que se enfrentaba a una caída abrupta de la economía. Fue entonces, en 2014, cuando su gobierno optó por primera vez por la violencia, el terror y la fuerza bruta para aplacar a la disidencia que ese año se lanzó a las calles para protestar en contra de la recesión económica.
A medida que el movimiento iniciado por Chávez iba perdiendo popularidad, Maduro consolidó el desmantelamiento de los Poderes Públicos iniciado en 1999 y eliminó por completo su autonomía, convirtiéndolos en brazos ejecutores que actúan a su conveniencia. Así, encarceló, enjuició y orilló al exilio a gran parte de la oposición venezolana, estableció leyes y decretos para controlar aún más a la población, al tiempo que dio poder a sus aliados para aprovechar los recursos económicos del país, cada vez más lejos del pueblo venezolano, y casi enterró por completo a la prensa libre.
Una movida vital para consolidar un gobierno amenazado por la crisis política, social, económica e incluso diplomática fue el integrar a la cúpula militar venezolana al propio régimen, de acuerdo con el historiador y economista Edgar C. Otálvora.
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