En el candente debate sobre la inmigración en Estados Unidos, la narrativa pública a menudo señala a Donald Trump como el rostro de las políticas antiinmigrantes más duras.
Sin embargo, un análisis de los datos históricos revela una verdad sorprendente: las administraciones de Bill Clinton, George W. Bush, Barack Obama y Joe Biden han deportado a muchos más migrantes que la de Trump en su primer mandato (2017-2021). ¿Cómo es posible que las cifras contradigan la percepción pública? Este reportaje desglosa los números, contextos y políticas detrás de las deportaciones en cada administración, desafiando el relato dominante.
Clinton: El Rey de las Devoluciones (1993-2001)
Bajo la administración de Bill Clinton, Estados Unidos deportó aproximadamente 12.3 millones de migrantes durante sus ocho años en el poder, la cifra más alta entre las administraciones recientes, según el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) y el Instituto de Política Migratoria (MPI). La década de los 90 fue una era de flujos migratorios masivos, principalmente de hombres mexicanos solteros cruzando la frontera sur en busca de trabajo. La respuesta de Clinton incluyó la Ley de Reforma de la Inmigración Ilegal y Responsabilidad de los Inmigrantes de 1996, que endureció las sanciones y reforzó la seguridad fronteriza.
El secreto de su elevado número de deportaciones radica en las devoluciones rápidas o «returns», que representaron el 93% de las expulsiones. Estas no implicaban procesos legales complejos, sino la devolución inmediata de migrantes en la frontera. “Era una máquina bien engrasada de devoluciones”, señala un informe del MPI. Sin embargo, estas políticas, aunque efectivas en números, no enfrentaron el mismo escrutinio público que las de administraciones posteriores.
Bush: Seguridad Post-11S y Deportaciones Masivas (2001-2009)
George W. Bush, con 10.3 millones de deportaciones, mantuvo el ritmo de su predecesor, según datos del DHS. Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, la creación del Departamento de Seguridad Nacional marcó un cambio hacia la seguridad fronteriza como prioridad nacional. La Operación Streamline, lanzada en 2005 en Texas, agilizó las detenciones y deportaciones de quienes cruzaban ilegalmente, contribuyendo al 81% de «returns» en sus cifras totales.
Aunque Bush permitió exenciones para familias y menores, el volumen de cruces fronterizos –hasta 850,000 al año según Pew Research– alimentó las deportaciones masivas. “La frontera era un coladero, y el gobierno respondió con números, no con discursos”, explica un exfuncionario del DHS. Sin embargo, estas políticas pasaron relativamente desapercibidas en el ojo público, eclipsadas por la guerra contra el terror.
Obama: El «Deportador en Jefe» (2009-2017)
Barack Obama, conocido por algunos como el «Deportador en Jefe», rompió récords con 5.3 millones de deportaciones formales («removals»), alcanzando un pico de 432,228 en 2013, según el DHS. A diferencia de sus predecesores, Obama se enfocó en deportaciones desde el interior del país, priorizando a migrantes con antecedentes penales (91% de los deportados en 2015 tenían condenas). Programas como Comunidades Seguras y el uso de datos biométricos permitieron identificar y expulsar a indocumentados con mayor precisión.
Aunque Obama implementó medidas humanitarias como DACA para proteger a los «Dreamers», su enfoque en deportaciones formales –que implican prohibiciones de reingreso– fue implacable. Este enfoque redujo la reincidencia en cruces ilegales de 29% en 2007 a 14% en 2014, según el DHS. Sin embargo, la etiqueta de «Deportador en Jefe» persiguió a Obama, especialmente entre defensores de los derechos de los inmigrantes.
Trump: Retórica Fuerte, Números Débiles (2017-2021)
La administración de Donald Trump, a pesar de su retórica incendiaria y promesas de deportar a 11 millones de indocumentados, registró solo 1.5 millones de deportaciones, con un máximo de 347,250 en 2019, según datos del ICE y el DHS. Políticas como la separación familiar y la eliminación de prioridades de deportación generaron titulares y protestas, pero las cifras no respaldan su imagen de «deportador supremo».
Trump enfrentó obstáculos significativos: ciudades santuario que se negaron a cooperar con ICE, limitaciones logísticas y la pandemia de COVID-19, que paralizó las operaciones de deportación. El Título 42, implementado en 2020, permitió expulsiones rápidas bajo pretextos sanitarios, pero su impacto fue más notable bajo Biden. “Trump habló mucho, pero no tuvo la infraestructura ni el apoyo para deportaciones masivas”, señala un analista del Cato Institute.
Biden: Título 42 y un Tsunami Migratorio (2021-2025)
Joe Biden, hasta septiembre de 2024, ha deportado 1.4 millones de migrantes de manera formal, pero si se incluyen las expulsiones bajo Título 42, la cifra asciende a 4.6 millones, según el DHS. La administración heredó el Título 42 de Trump, que resultó en 3 millones de expulsiones rápidas en la frontera hasta mayo de 2023. En el año fiscal 2024, Biden deportó 271,484 personas, superando los récords anuales de Trump.
El contexto de Biden es único: un aumento sin precedentes de encuentros fronterizos (9.4 millones desde 2021 hasta febrero de 2024) y una migración más diversa, con familias y niños de Centroamérica, Venezuela y otros países, según Pew Research. Aunque restauró las prioridades de Obama, enfocándose en criminales (32.7% de los deportados en 2024 tenían antecedentes), las devoluciones rápidas bajo Título 42 inflaron sus cifras. “Biden ha tenido que navegar un sistema al borde del colapso”, dice un funcionario de CBP.
¿Por Qué la Percepción No Coincide con los Números?
Las administraciones de Clinton, Bush, Obama y Biden superan ampliamente a Trump en deportaciones, pero la narrativa pública no lo refleja. Trump, con su retórica antiinmigrante y políticas visibles como la separación familiar, se convirtió en el villano por excelencia. En contraste, las deportaciones de demócratas como Obama y Biden, a menudo enmarcadas en un discurso de «seguridad pública» o «humanitarismo», recibieron menos críticas mediáticas. Además, el cambio en el perfil migratorio –de hombres solteros a familias y menores– y el aumento de la vigilancia pública sobre las políticas migratorias han amplificado el escrutinio sobre ciertas administraciones.
Con la segunda administración de Trump en el horizonte, la promesa de deportaciones masivas vuelve a sonar. Sin embargo, los datos históricos sugieren que alcanzar las cifras de Clinton, Bush o incluso Obama requeriría superar enormes barreras logísticas y políticas. Mientras tanto, los migrantes siguen atrapados en un sistema complejo, donde los números cuentan una historia que los titulares a menudo ignoran.