En un acto que mezcla propaganda militar con desvío de prioridades nacionales, Nicolás Maduro ordenó este sábado avanzar en el desarrollo de sistemas de misiles, antimisiles, drones y antidrones, apelando a una retórica belicista en pleno Día de la Independencia. El anuncio se produjo durante un desfile en Fuerte Tiuna, donde el régimen buscó exhibir músculo militar mientras la infraestructura civil del país —escuelas, hospitales, servicios básicos— continúa en ruinas.
“Tenemos que fortalecer con tecnología propia los sistemas de defensa aérea y antiaérea”, declaró Maduro, sin detallar el origen del financiamiento ni los proveedores de dicha tecnología. Agregó que Venezuela cuenta con el respaldo de “aliados y amigos del mundo”, en aparente alusión a Irán, Rusia y China, países con los que el régimen mantiene estrechos vínculos en materia de cooperación militar, fuera del escrutinio de organismos multilaterales.
El mandatario, cuya legitimidad es cuestionada por buena parte de la comunidad internacional y cuyo gobierno ha sido señalado por crímenes de lesa humanidad en informes de la ONU y de la Corte Penal Internacional, insistió en que Venezuela es “un país pacífico y noble”, pero advirtió que cualquiera que intente intervenir “morderá el polvo de una terrible derrota”.
El despliegue militar incluyó tanques, vehículos blindados, aeronaves y contingentes de tropas que marcharon ante la mirada de autoridades del régimen. Mientras tanto, millones de venezolanos sobreviven en condiciones de precariedad extrema, con servicios de salud colapsados, apagones diarios y un salario mínimo congelado que ronda los tres dólares mensuales.
Para muchos analistas, este nuevo impulso militarista forma parte de una estrategia de distracción y disuasión interna ante la creciente presión popular y el rechazo internacional luego del desconocimiento del resultado electoral del 28 de julio de 2024, en el que Edmundo González Urrutia fue elegido presidente con amplia mayoría.
El anuncio revive preocupaciones sobre el uso de recursos estatales para fines militares opacos, y representa un nuevo desafío para la estabilidad regional, especialmente en un contexto donde el régimen ha sido acusado de proteger estructuras criminales, grupos armados irregulares y redes de contrabando transfronterizo.