Javier Milei -El Rey, El León, El Loco, el Avis Rara-, el líder de La Libertad Avanza, el hombre que usando una motosierra simbolizó durante su campaña su promesa de romper con todo para convertir de nuevo a Argentina en una potencia mundial, logró convertirse este domingo en el presidente electo de su país.
Con su triunfo en segunda vuelta sobre el ministro de Economía, Sergio Massa, Milei marca al menos dos hitos: con un discurso nuevo y rupturista -que él define como libertario y anarco-capitalista-, acaba con el dominio en las urnas de las fuerzas del peronismo/kirchnerismo vs el antiperonismo/macrismo, y se transforma en el primer economista en llegar a la Casa Rosada.
Un dato que no es menor en un país que estuvo entre los más ricos del mundo y lleva años con una inflación galopante -que actualmente supera el 140% anual- e índices que ponen al 40% de las personas por debajo de la línea de pobreza.
Quienes durante la campaña manifestaron miedo y rechazo hacia su figura, acusándolo de incendiario y retrógado, demostraron ser minoría.
Una mayoría de votantes apoyó el cambio que propone, que incluye dolarizar la economía, deshacerse del Banco Central, y reducir drásticamente -acorde con las ideas «minarquistas»- la dimensión del Estado, suprimiendo ministerios, eliminando obra pública y privatizando empresas estatales.
Milei no ganó diciendo que gastaría más, sino menos.
También afirmando que combatirá lo que llama con desprecio “la casta política”, aunque para la segunda vuelta recibió el apoyo del expresidente Mauricio Macri y de líderes de su partido, Juntos por el Cambio, como la candidata a presidente que presentó esta agrupación, Patricia Bullrich.
De hecho, el hartazgo con el mundo político tradicional, y la falta de otras alternativas, parece haber sido un punto de quiebre a su favor.
Así ven su victoria tres expertos consultados por BBC Mundo:
- «La sensación de crisis infinita en Argentina habilitó un discurso más radical y la idea de probar con lo nuevo», Pablo Stefanoni, doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires.
- “Logró captar el hastío de los de arriba, los de abajo, los del medio, los chicos, los adultos, el cansancio de todos», Juan Carlos de Pablo, economista de la Universidad de San Andrés y amigo de Milei desde hace más de 30 años.
- “Milei supo conectar ‘desde lo exótico’ con el hartazgo de la sociedad argentina, que prefiere mandar todo al demonio a seguir viviendo como vive ahora», Juan Negri, director de la carrera de Ciencia Política y Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella.
Sin miedo
Javier Gerardo Milei nació el 22 de octubre de 1970 en la ciudad de Buenos Aires y se crio en el barrio porteño de Villa Devoto en una familia de clase media.
Su padre, Norberto Horacio Milei, de 78 años, dedicó su vida laboral a los autobuses, primero como conductor y luego como propietario de siete líneas de transporte. Su madre, Alicia Luján Lucich, de 73 años, es ama de casa.
Dice que fue un chico reservado, que repartía su tiempo entre los estudios y el deporte. El apodo de El Loco se lo pusieron cuando en el colegio Cardenal Copello, una muestra de que en esos días su tono, sus palabras y su imagen ya era únicas entre sus compañeros.
Llegó a jugar como portero en el Club Atlético Chacarita Juniors, de la segunda división del fútbol argentino, un puesto que en su propias palabras es el que mejor reflejaba ese carácter singular.
«La personalidad del arquero es muy distinta: se viste distinto, usa guantes, es el único que puede jugar con las manos, entrena solo, es un puesto muy solitario, es el único que si se equivoca es gol», le dijo al periodista Jorge Fontevecchia.
Sin embargo, como él mismo ha contado, lo que realmente marcó su infancia fue la violencia. Tanto así que desde 2010 no tiene relación con los que prefiere llamar sus progenitores.
Según él, todo comenzó el 2 de abril de 1982, mientras miraba por televisión cómo el presidente de facto Leopoldo Galtieri anunciaba el desembarco de tropas argentinas en las Islas Malvinas/Falklands, bajo control de Reino Unido, en lo que fue el inicio de una guerra que acabó con la vida de 655 combatientes argentinos y 255 militares británicos.
Javier, que tenía 11 años, le dijo a su padre que la decisión del gobierno militar le parecía un «delirio» por la relación desigual de fuerzas entre un ejército y otro.
«A mi padre le agarró un ataque de furia. Empezó a pegarme trompadas y patadas. Me fue pateando a lo largo de toda la cocina», recordó Milei en una entrevista con el periodista Agustín Gallardo hace cinco años.
«De grande dejó de pegarme para infligir violencia psicológica», relató. “Siempre me dijo que era una basura, que me iba a morir de hambre, que iba a ser un inútil».
Pero desde su perspectiva, el maltrato físico y psicológico que recibió de niño y joven, en lugar de debilitarlo, lo fortalecieron.
«Eso hizo que ahora no le tengo miedo a nada», afirma.
El verdadero jefe
Pero El León -como lo llaman sus seguidores por su melena -un apodo que varios han aprovechado para vender camisetas con su figura- no creció solo.
Su única hermana, Karina Milei, un año y medio menor que él, es una figura central en su vida.
Apodada «El jefe» (en masculino), fue una pieza clave en el armado político que lo llevó a ganar la presidencia. «De no estar ella, no habría nada de todo esto», reconoce Milei.
El mandatario electo ha comparado el vínculo que los une con el del profeta más importante para el judaísmo, Moisés, y su hermano Aarón:
«Moisés era un gran líder, pero no un gran divulgador. Dios le mandó a Aarón para que se comunicara. Yo soy a Kari lo que Aarón es a Moisés».
Milei, que se define como católico, ha dicho que piensa en convertirse al judaísmo, y ha sido muy crítico con el papa Francisco, al que llamó «el representante del maligno en la Tierra» que «tiene afinidad por los comunistas asesinos».
Aunque en el mes que pasó entre la primera y la segunda vuelta del domingo moderó notablemente su discurso, declaraciones como la que hizo sobre el Papa son coherentes con el rechazo rotundo que ha manifestado contra el comunismo y el socialismo que, según dice, lo une a otros líderes de ultraderecha como el brasileño Jair Bolsonaro, el chileno José Antonio Kast, y el partido español Vox.
En la prensa, Milei ha sido comparado más de una vez con el expresidente de Estados Unidos Donald Trump.
En política internacional, ha reiterado que se alejará de China, país que ha invertido mucho en Argentina en los últimos años, y de su vecino Brasil, gobernado por el líder de izquierda Luiz Inacio Lula da Silva.
“Si soy presidente, mis aliados son Estados Unidos e Israel”, ha indicado.
De su vida personal, se sabe que es amante del rock y lideró la banda “Everest”, que se dedicaba a versionar temas de The Rolling Stones. También dice que es apasionado de la ópera.
Habla con regularidad del amor a sus perros, llamados Conan, Murray, Milton, Robert y Lucas, por los economistas liberales Murray Rothbard, Milton Friedman y Robert Lucas.
“Les agradezco el triunfo a mis hijitos de cuatro patas”, dijo tras ganar las primarias de agosto en referencia a sus cinco mastines, copias de un perro llamado Conan creados en un laboratorio al norte del estado en Nueva York.
No tiene hijos ni ha convivido con una pareja.
Las dos únicas novias que se le conocen son populares en el mundo del espectáculo: la cantante Daniela Noemí Pérez, y la humorista Fátima Flórez, con quien anunció una relación semanas después de quedar primero en las primarias de agosto.
De acuerdo a reportes de prensa, es ella quien lo bautizó como El Rey.
El “catecismo” anarco-capitalista
La primera vez que Javier Milei votó a un presidente fue en 1989 y no optó por el peronista Carlos Menem, que finalmente se impuso, ni por el representante del oficialismo, el radical (centro-derecha) Eduardo Angeloz.
En esos comicios, se inclinó por el político, militar y economista Álvaro Alsogaray, quien en la década de 1950 fue ministro de Industria del gobierno de facto de Pedro Eugenio Aramburu, y es reconocido como el principal impulsor del liberalismo en la Argentina de la segunda mitad del siglo XX.
Pasados los años, sin embargo, Milei ha aclarado que las ideas de Alsogaray no reflejan con precisión sus preferencias políticas. Prefiere identificarse como anarco-capitalista, una corriente que busca llevar a la mínima expresión el papel del Estado en la economía. O, como lo llamó él, un «no-Estado».
Es una propuesta radical y compleja, que sus críticos advierten puede funcionar bien como discurso, pero se puede convertir en un dolor de cabeza en la práctica ante la eventual pérdida de empleos públicos y de programas de ayudas sociales de los que depende un buen porcentaje de la población.
Argentina es un país donde las universidades son gratuitas desde hace casi un siglo, el sistema de salud pública es robusto y el empleo estatal, por encima de la media regional, representa el 18% de los trabajadores ocupados.
Pero aunque ahora lo repite y lo caracterice tanto, Milei no fue siempre un anarco-capitalista.
En los primeros años de su carrera como estudiante de Economía de la Universidad de Belgrano, así como en el tiempo en las maestrías que realizó en el Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES) y la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), se consideraba un «liberal clásico».
«En ese momento, era un economista matemático, un neoclásico tradicional, con una atracción especial por las matemáticas», recuerda Stefanoni, que ha dedicado los últimos años al estudio del movimiento libertario en Argentina y que cursó Microeconomía en la Universidad de Buenos Aires con Milei como profesor.
No fue hasta 2014, que el ahora presidente electo adhirió al mundo de la Escuela Austríaca, gracias a la lectura del libertario Murray Rothbard, un economista estadounidense reconocido por unir las ideas libertarias a la extrema derecha y dar forma al llamado «paleo-libertarismo».
«Milei toma las ideas de un libertarismo de extrema derecha e intenta aplicarlo en Argentina, algo que no tiene antecedente en este país», le dice Stefanoni a BBC Mundo.
Para el economista Juan Carlos de Pablo -que opina que estas ideas tienen cosas geniales y otras muy malas como creer que no hay falla de mercados-, Milei adoptó la Escuela Austríaca «de manera extrema.. más como un catecismo que como un pensamiento».
Lo mismo se podría decir del liberalismo con el que muchas veces explica sus decisiones.
Un diálogo que ejemplifica a rajatabla la libertad que defiende es el que sostuvo en el Canal Telenoticias en noviembre de 2022, luego de que su partido votara en contra de una ley para ampliar el programa que lucha contras las cardiopatías congénitas, una de las causas más frecuentes de mortalidad de recién nacidos.
Al ser preguntado por la razón del rechazo, respondió:
“Implica más presencia del Estado interfiriendo en la vida de los individuos e implica más gastos. Eso no funciona así. Nosotros votamos en función del ideario liberal”.
En la misma línea están algunas de las posturas que más preocupan a aquellos que lo consideran un salto al vacío, como su posición contraria al aborto y al feminismo, su defensa de la tenencia de armas y la venta de órganos, y la ambigüedad con que se ha referido incluso al comercio de bebés.
«Moralmente superiores»
Aunque Milei ocupó su primer cargo público recién en 2021, cuando fue elegido diputado por la capital, llevaba años incursionando en el ámbito público como divulgador de las ideas libertarias.
Fue a comienzos de 2000 cuando se acercó a los medios de comunicación y en 2015 empezó a ser visto con mayor frecuencia.
El periodista argentino Roberto García, uno de los primeros en llevarlo a un programa de televisión, notó que era un hombre que decía «cosas diferentes al resto de los economistas».
En aquel momento, el que era director periodístico del diario Ámbito Financiero, lo invitó a su programa para hablar de sus informes económicos, pero rápidamente identificó que Milei tenía la habilidad de mantener atenta a la audiencia gracias a su tono volcánico.
«Milei es una rara avis. No solo es una persona que sabe de lo que habla, sino que parece saber», le cuenta García a BBC Mundo y asegura que hace 15 años a nadie se le podía ocurrir que algunos de los postulados que planteaba entonces Milei pudieran ser aceptados por la sociedad argentina.
En ese contexto fue que comenzó a promover lo que llamó «la batalla cultural», a través de la cual instaló cuestionamientos poco escuchados hasta entonces, como la posibilidad de una dolarización o la crítica al consenso alcanzado en materia de derechos humanos tras el gobierno militar de los 70 y 80.
«Los zurdos están perdiendo la batalla cultural. Mientras sigan repitiendo sus mentiras, nosotros los liberales vamos a seguir defendiendo nuestras verdades. Les vamos a ganar porque somos moralmente superiores», decía Milei en 2018.
En televisión construyó una figura que supo conectar con la ansiedad económica de los argentinos, que, ávidos de cambio, se sintieron identificados con él.
«Milei creó un personaje para la televisión. Muchas veces le dije que tenga cuidado, que podés enloquecer de tanto hacerte el loco», le confiesa a BBC Mundo su amigo Juan Carlos de Pablo, con quien Milei intercambiaba opiniones de historia del pensamiento económico y algunos discos de ópera.
«No es la primera vez que el personaje devora a la persona», indica.
Instalado ya como figura en los medios, llegó el turno de lo que llamó «la batalla política», que empezó hace dos años con la fundación del partido La Libertad Avanza, espacio con el cual peleó las elecciones legislativas de 2021 y superó hasta las mejores expectativas al alcanzar el 17% de los votos en la ciudad de Buenos Aires.
Además de por los pasillos de las universidades y los platós de TV, pasó por la Corporación América, un grupo del poderoso empresario Eduardo Eurnekian que administra los principales aeropuertos de Argentina y América Latina y en el que ocupó el puesto de Economista Jefe hasta el día previo a jurar como diputado en 2021.
Dos años después, Milei logró imponerse en la batalla por la presidencia, habiendo ocupado un solo cargo público, con un partido nuevo y de composición diversa que no cuenta con gobernadores regionales.
La primera interrogante que abre su victoria es cuántas de sus ideas radicales podrán realmente ser aplicadas desde un Estado que él ha considerado su principal «enemigo», y desde un ámbito que el presidente electo conoce poco justamente porque lo desprecia.
También deberá resolver la naturaleza de su convivencia política con Mauricio Macri, cuyo apoyo electoral le sirvió para ganar la elección. ¿Será el expresidente su aliado, su mentor, el encargado de limar sus aristas más radicales o un obstáculo para llevar a cabo sus proyectos más ambiciosos?
Además, deberá satisfacer a un electorado heterogéneo, con expectativas muy grandes y diversas, que esperan cambios en poco tiempo.
«Para Milei sus votantes van a ser un problema porque lo están votando por cosas distintas», analiza Juan Negri, director de la carrera de Ciencia Política y Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella.
«El presidente asumirá con un reducido equipo técnico que, debajo de la sábana de la dolarización, carece de una mirada coherente sobre los otros temas», complementa el experto.
Cuando Milei asuma la presidencia iniciará la verdadera prueba de fuego para El Rey, El León, El Loco, el Avis Rara, el hombre que ha expresado su furia contra lo que él será desde día: la cabeza del gobierno y del Estado argentino.