Por Javier Somalo en LD
Pedro Sánchez, como Nicolás Maduro, nunca ha ganado unas elecciones pero gobierna. Edmundo González las ha ganado y no sólo no gobierna sino que ha tenido que salir de su país.
Sánchez y Maduro cada día se parecen más. A los dos les sobra el poder legislativo para seguir en el poder. Ambos han construido una Justicia pretoriana que barniza de legalidad el delito. Y, para colmo, el resto del mundo contempla tan atónito como inmóvil el triste paisaje.
Dice Margarita Robles que Venezuela es una dictadura. Y ahí está el cuentanubes, José Luis Rodríguez Zapatero, ejerciendo oficialmente de jefe del lobby del gorilato, para negarlo o esconderlo, como cuando trató de apaciguar el oportunísimo «¡por qué no te callas!» de Juan Carlos I a Hugo Chávez. Todo un lema de campaña.
Si el ganador de unas elecciones se ve obligado a salir de su país, no debería extrañar a nadie que se califique al régimen de ese país como dictadura. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, se resiste a avalar ese juicio porque, según dice, no le corresponde. Eso sí, en tercera persona: «El ministro de Asuntos Exteriores no es un catedrático de Derecho Constitucional ni un politólogo».
Es la primera vez que se esgrime ineptitud para salir del paso. Dicho esto, y para respetar el tabú de Maduro-dictador se refugió en la fraternidad: «Venezuela es un país hermano». De ahí pasó al «pueblo hermano venezolano» y sólo fue capaz de salir de su ridículo y cobarde bucle destacando las «relaciones absolutamente fraternales» que España debe mantener con Venezuela. Más que jefe de la diplomacia española parecía un presentador del Festival de la OTI. ¿De Maduro? Ni palabra. Y del resultado electoral, ni rastro.
Eso sí, el dictador ya ha llamado a consultas a su embajadora en Madrid amenazando con consecuencias que hacen temblar a nuestro canciller, si es que no estuviera en el ajo prevaricador. Si Margarita Robles quisiera, por una vez, acabar una buena acción, este sería el momento de ofrecer la información que sin duda maneja y que ayudaría mucho al «pueblo hermano» de Albares.
Rehenes consentidos
Sánchez recibió a Edmundo González sin comparecencia posterior, sin protocolo y, en definitiva, sin oficialidad. Fue un paseo sin corbata por los jardines de la Moncloa. La votación en el Congreso para reconocer al opositor como presidente electo fue, como todo lo que le pasa a este gobierno escuálido, un completo desastre empezando por el hecho de que el PSOE votó en contra del reconocimiento.
Edmundo González estaba ante un presidente que, unilateralmente, ha regalado el Sáhara Occidental a Marruecos o ha reconocido el Estado palestino pero que ha votado contra el hecho constatado de una victoria electoral frente a la dictadura venezolana.
Sin embargo, lo principal es que siguen sin resolverse las incógnitas sobre una más que segura negociación (de silencio) entre el Gobierno de España y el de Maduro. Y lo más grave es que no tardó en trascender que una hija y un nieto de Edmundo González no han salido de Venezuela. Es decir, que la dictadura ha tomado rehenes por si se desvían los términos del más que seguro acuerdo. ¿Lo ha consentido España?
Nunca olvidemos que Zapatero, personaje central de esta infamia, es el mismo que pactó con la banda terrorista ETA hasta el lenguaje perverso de la rendición: «accidentes» por atentados. Eso, y avisarles si llegaba la pasma. Siempre de parte del violador.
¿Qué está pasando, pues, entre Caracas y Madrid? O, como destacó el editorial de esta casa: «¿Por qué teme Pedro Sánchez a Maduro?».
Lo primero es que, efectivamente, el régimen de Venezuela es una dictadura que no consiente procesos democráticos como ha demostrado siempre, con Juan Guaidó como penúltimo episodio.
Otra evidencia es que el gobierno de Sánchez ya había tenido relaciones extraoficiales que no han quedado aclaradas y que forman parte de la trama que arrincona al propio Sánchez, a su esposa y a varios ministros y asesores. No se explica que las «relaciones comerciales» entre estos pueblos «hermanos» se gestionen de madrugada pasando maletas de contenido desconocido por un aeropuerto y que los protagonistas de ese contrabando fueran la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez y el entonces poderoso ministro José Luis Ábalos. Todo fue ilegal, empezando por la violación de una prohibición de la UE que pesaba sobre la venezolana en virtud de la cual no podía pisar suelo europeo.
Y en medio de todo, además de personajes como Koldo García, siempre Zapatero. Así como los rusos de Putin andan enredando peligrosamente con los golpistas de Cataluña, Zapatero se ha convertido en una clave de la dictadura corrupta de Maduro. Y tanto lo uno como lo otro requiere una profunda investigación por el bien de Venezuela, de España y de Europa.
El terror documentado de Venezuela
La izquierda en todo el mundo aplaudió efusivamente cuando Baltasar Garzón se dedicó a perseguir a muertos o moribundos como Franco, Pinochet, Scilingo, Videla o Galtieri. Pero lo cierto es que esa izquierda nunca ha reclamado Justicia Universal contra el chavismo o el castrismo, dentro y fuera de las fronteras de Venezuela y Cuba. Lejos de ello, el juez condenado por prevaricación y apartado de la carrera por violar derechos fundamentales asesora desde su despacho a las narcodictaduras del Grupo de Puebla, ciudadela del comunismo. Casado con la que fuera ministra y fiscal general de Sánchez, Dolores Delgado, algo tendrá también que decir o callar sobre esta ignominia. Seguro que llega la hora de reclamárselo.
La realidad está documentada. La ONU acusó sin ambages al régimen de Maduro de crímenes de lesa humanidad. Lo hizo en septiembre de 2022 tras presentar un extenso y detallado informe que recoge el proceder del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) y de la Dirección Nacional de Contrainteligencia Militar (DGCIM). La jefa de la Misión Internacional Independiente de la ONU para Venezuela, la portuguesa Marta Valiñas, lo resumió así ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU:
«Nuestras investigaciones y análisis muestran que el Estado venezolano utiliza los servicios de inteligencia y sus agentes para reprimir la disidencia en el país. Esto conduce a la comisión de graves delitos y violaciones de los derechos humanos, incluidos actos de tortura y violencia sexual. Estas prácticas deben cesar inmediatamente y los responsables deben ser investigados y procesados de acuerdo con la ley.
(…) Forman parte de una maquinaria diseñada y desplegada para la ejecución de un plan del gobierno que tiene por objeto reprimir a aquellos que percibe como sus opositores».
Y se queda corto. Cuántas torturas, desapariciones, violaciones y asesinatos no habrán quedado ocultas por el miedo. Zapatero, Garzón y Sánchez lo saben de sobra. ¿Cuántos miembros del PSOE están al tanto de las razones por las que Maduro sigue siendo intocable? ¿Quién pierde más si asoma la verdad?
El tanteo parcial parece indicar que el régimen de Maduro puede hacer más daño a Sánchez que al contrario, blindando así a la Ley del Silencio. Pero alguien, de uno u otro lado, terminará hablando.