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Visita de emisario del Partido Comunista chino a Venezuela: más ruido que nueces

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La llegada del alto funcionario del Partido Comunista de China (PCCh), Wu Hansheng, a Venezuela ha sido presentada por el oficialismo como una señal de respaldo político internacional. Sin embargo, más allá de los gestos protocolares y las fotografías difundidas por los canales oficiales, el alcance real de esta visita parece ser más simbólico que sustantivo.

Hansheng, miembro del Comité Central del PCCh, fue recibido por el viceministro chavista Rander Peña en nombre de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello. Según informó el propio Peña, la visita busca “fortalecer las relaciones interpartidistas” entre el Partido Comunista chino y el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), aunque no se ofrecieron detalles sobre acuerdos concretos, asistencia técnica o compromisos económicos.

En un país asediado por la crisis humanitaria, el colapso institucional y la persecución política, la visita parece responder más a intereses propagandísticos que a una verdadera agenda de cooperación. Para el régimen de Maduro, exhibir la presencia de un emisario del poder chino le permite proyectar una imagen de legitimidad internacional y respaldo externo, especialmente en un año marcado por denuncias de irregularidades electorales y violaciones a los derechos humanos.

Para Pekín, por su parte, el gesto tiene un doble propósito: cuidar sus inversiones pasadas en Venezuela, que ya le han generado pérdidas millonarias, y mantener canales abiertos con regímenes aliados ideológicamente, aunque cada vez más disfuncionales. La estrategia del PCCh de reforzar vínculos partidistas en América Latina a través de su Oficina de Enlace Internacional no es nueva, pero encuentra en el chavismo un socio cada vez más debilitado y dependiente.

No se anunciaron nuevos créditos, ni alivios financieros, ni proyectos estratégicos de cooperación. Tampoco se habló de reapertura de líneas de financiamiento suspendidas ni de nuevas inversiones en infraestructura o energía. Todo indica que China ha optado por mantener su respaldo político al PSUV en un plano retórico, sin asumir riesgos económicos adicionales.

La visita de Hansheng cumple, por tanto, una función esencialmente comunicacional: reforzar el relato oficialista de que Venezuela forma parte de un supuesto bloque geopolítico “multipolar” encabezado por China y Rusia. Pero esa narrativa choca con la realidad del país, donde más de 7 millones de venezolanos han emigrado y donde la pobreza, el hambre y la represión siguen siendo el pan de cada día.

La visita de Wu Hansheng es un gesto calculado, pero de escaso impacto práctico. Es más una foto para la propaganda que un paso concreto hacia la recuperación de una nación que sigue secuestrada por un proyecto político en ruinas.

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