En una nueva demostración de alineamiento político entre dos regímenes sancionados y aislados internacionalmente, el presidente del Parlamento iraní, Mohammad-Baqer Qalibaf, arribó este domingo a Caracas para una visita oficial, donde fue recibido por el canciller venezolano, Iván Khel Pinto, y otros funcionarios del gobierno de Nicolás Maduro, reseñó la oficialista agencia iraní Irna.
Qalibaf declaró que el objetivo de su visita es “neutralizar conspiraciones enemigas” y consolidar la cooperación entre Irán y Venezuela, a quienes definió como aliados en una “larga batalla contra la arrogancia global”. Aunque los discursos abundaron en referencias ideológicas contra potencias hegemónicas —especialmente Estados Unidos—, no se anunciaron acuerdos concretos de cooperación económica o tecnológica verificables hasta el momento.
Ambos gobiernos insisten en destacar sus similitudes históricas y políticas, compartiendo enemigos comunes y un discurso de resistencia. “La victoria de Irán es considerada también una victoria para Venezuela”, sostuvo el canciller Pinto, en una afirmación más simbólica que operativa, dada la limitada capacidad de ambos países para incidir en el escenario internacional más allá de su retórica.
Durante el acto protocolar, la delegación iraní rindió homenaje a Simón Bolívar con una visita a su tumba. Qalibaf firmó el libro de visitas elogiando la lucha del Libertador contra el colonialismo, en un gesto cargado de referencias simbólicas que refuerzan la narrativa bolivariana pero que poco aportan a resolver los graves problemas estructurales que enfrenta la sociedad venezolana.
Aunque Teherán y Caracas han suscrito acuerdos energéticos, alimentarios y de infraestructura en el pasado, la mayoría de estos convenios han quedado limitados por la falta de financiamiento, las sanciones internacionales y la opacidad que caracteriza las relaciones bilaterales. La visita de Qalibaf, si bien relevante desde el punto de vista político y propagandístico, no parece marcar un punto de inflexión tangible en términos de resultados para la población venezolana.
A falta de anuncios específicos, el viaje refuerza principalmente la narrativa de Maduro sobre la existencia de un bloque de “resistencia mundial”, aunque en la práctica esto se traduzca más en solidaridad discursiva que en soluciones concretas frente al colapso económico, el aislamiento financiero y la emergencia humanitaria que vive Venezuela.