Por Omar Lugo en The Objective
España recibió 60.000 solicitudes de asilo de personas venezolanas en 2023, un 33% más que el año anterior
Ya no se trata tanto por curiosidad, ni por los cerca de 200.000 españoles que siguen viviendo en Venezuela, pese a las circunstancias, o porque grandes empresas como Telefónica, Repsol, Mapfre, BBVA, Iberia y Air Europa siguen manteniendo inversiones por aquí (y en algunos casos relaciones peligrosas con el chavismo).
El curso de la economía de Venezuela importa en especial a España y a varios países americanos porque son los destinos predilectos de una diáspora de venezolanos que sigue su curso indetenible.
Cada día centenares de nacidos en esta Tierra de Gracia abandonan su país en busca de un mejor destino. Dejan atrás «Los Hombros de América», como se llama una conmovedora y divertida obra de teatro del español Fausto Verdial que se reestrenó esta semana en Caracas para recordarnos que antes eran los españoles los que llegaban por aquí y que la historia es cíclica.
Y seguirán saliendo, pues por aquí la política y la economía no mejoran en el largo plazo, y muchas más personas y familias están pensando largarse de Venezuela…Dirán, como canta Serrat en Pueblo Blanco, «no esperes mañana lo que no te dio ayer».
Antes de las elecciones del 28 de julio varias encuestas indicaban que si el Maduro y el chavismo seguían en el poder, entre 12% y 18% de los consultados considerarían irse.
Con España en el corazón
Esta semana un desapercibido informe de la OCDE (el club de países más ricos y desarrollados del mundo, con algunos invitados un poco menos pudientes) sobre el estado de la migración global ayuda a escarbar en las cosas de por aquí. Resulta que sin que Venezuela atraviese una guerra o un gran desastre natural, es en el mundo el país que más surte migrantes y refugiados con solicitudes de asilo en naciones ricas. Y esto incluye a España.
Según este estudio «Perspectivas de la Migración 2024», el número total de nuevos solicitantes de asilo en la OCDE batió un nuevo récord en 2023, con 2,7 millones de nuevas peticiones y un aumento del 30% respecto a 2022.
Los principales países de origen de esas solicitantes de asilo en estos países soñados en 2023 fueron Venezuela (270. 000), Colombia (203. 000), Siria (171.000) y Afganistán (150.000).
España se convirtió en el tercer país de la OCDE en recibir más solicitudes de estas desde casi todo el mundo, y es el segundo entre los europeos del club OCDE.
De esos 2,7 millones, España suma en total 160.000 peticiones, con un aumento relativo del 38% respecto a 2022. De ellos, 60.000 son venezolanos (33% más que el año anterior); seguidos de los colombianos (53.000, alza de 49% respecto a 2022) y de los peruanos, con 14.000 y aumento de 61%).
En total, en 2022 llegaron a España 82.400 nuevos venezolanos como migrantes. Como se ve, no todos solicitaron asilo en el mismo año y hay un rezago burocrático entre el número de los que vienen llegando y de los que van regularizando su situación migratoria.
Además, habrá muchos hijos de aquellos migrantes que hace décadas llegaron a Venezuela y que hoy emprenden el camino de vuelta, amparados en su doble nacionalidad, por lo que no necesariamente quedan en los registros de extranjeros.
En España desde 2022 ya los venezolanos son el cuarto colectivo de más migrantes de largo plazo, después de los de Marruecos, Colombia y Ucrania, según el informe.
El reino recibió en 2022 un total de 324.000 nuevos migrantes permanentes de largo plazo de varios países, lo que incluye además de los que llegan por razones humanitarias, a beneficiarios de acuerdos de libre movilidad (como los de otros países de la Unión); trabajadores migrantes y unificaciones familiares.
Estados Unidos, que es el principal sueño de consumo de los venezolanos entre los países desarrollados. Y en 2023, la mayoría de las solicitudes de asilo provino de Venezuela (185.000), Colombia (128.000) y Cuba (99.000).
En el año fiscal y que terminó en octubre pasado fueron capturados por la Patrulla Fronteriza 313.496 venezolanos intentando entrar a ese país sin autorización.
Como se ve, este 2024 que termina hay evidencias de que esa trashumancia de venezolanos por el mundo ha continuado. No solo se nota en el tránsito de miles de personas y familias por la mortífera selva del Darién, entre Colombia y Venezuela; o por esas de frustrados indocumentados varados entre México y Estados Unidos.
Dos razones mueven ese éxodo de venezolanos: la constante crisis política que no ha hecho sino agravarse con las cuestionadas elecciones del 28 de julio y la frágil economía que sigue en el suelo.
Más allá de lo que digan la propaganda chavista y sus empresarios aliados, lo cierto es que el venezolano común sobrevive con sueldos de miseria y no hay expectativas de que la incipiente recuperación económica sea sustentable en el largo plazo, como para que mejoren las expectativas lo suficiente para disuadir a los nuevos migrantes.
Y si seguimos desatando ecuaciones, resulta que con el triunfo de Donald Trump se complican las cosas de los migrantes de todo el mundo que quieren entrar y que ya están a Estados Unidos, inclusive para los venezolanos, que en el pasado tuvieron un trato preferencial en ese país.
Ya hay casos particulares de venezolanos que han vuelto su mirada al otro lado del Atlántico, hacia España, en vista de esas complicaciones de Estados Unidos.
Por eso las perspectivas apuntan a que entre los destinos predilectos España cobra más brillo. Ya en junio de 2022 acogía en total a 477.000 venezolanos, -según cifras de la red R4V de la ONU, que atienden esta crisis humanitaria- y ya era el sexto destino de los que quieren dejar el paraíso chavista. Desde entonces el número ha crecido, y el reino ha escalado posiciones en ese podio.
La economía de estúpidos
Hay formas abstractas de medir el desempeño de una economía, como el Producto Interno Bruto (PIB) y el aza de precios.
En efecto en los dos últimos años esos indicadores han mejorado y Venezuela ya no tiene la tasa de inflación más alta del mundo, solo la segunda, pues la desplazó Argentina.
Las políticas liberales también han logrado sacar al país de una pavorosa depresión económica que pulverizó el 80% del tamaño de la economía hasta ponerla por ejemplo por debajo de Panamá y República Dominicana. Pero Venezuela es también uno de los países más pobres de la región, seguida de Nicaragua, Cuba y Haití, con quienes se disputa la atención de entidades que ofrecen ayuda humanitaria.
El gobierno de Maduro dice que la economía crecerá este año por encima del 10% y que la inflación está dominada a mínimos históricos, con menos de 10% para la mitad del año. El FMI pronostica un 4%, por encima del promedio de América latina y el Caribe y los empresarios optimistas alineados con el gobierno, como los del gremio Conindustria ven una cifra similar.
Pero ya sabemos que los indicadores económicos esconden una brutal realidad. Hay otras formas de medir la economía. Además de las cifras macro, están en las expectativas y el bienestar de la gente.
Un informe de Conindustria, el gremio de la manufactura ahora indulgente con el gobierno, entre sus optimistas perspectivas también recoge que el salario promedio en la industria en Venezuela es de 223 dólares mensuales para un obrero, de $437 para un técnico y de $1.085 para un gerente. Eso en un país donde la cesta básica de alimentos cuesta más de 530 dólares por mes y el salario mínimo en el sector público es de tres dólares por mes y con bonos llega a $130 mensual.
Como se ve, en economía todo se interrelaciona, y esos salarios en un país sin seguridad social, sin hospitales públicos que funcionen, sin educación de calidad, sin estado de derecho, con persecución política y con una economía dependiente de los vaivenes del petróleo y de la ideología del chavista, se suman las razones para alimentar la diáspora y soñar con mejores destinos para las familias.