Por Juan Szabo y Luis A, Pacheco en La Gran Aldea
El viaje de Nicolás Maduro y Delcy Rodríguez a la cumbre del grupo de los BRICS en Rusia fue el principal distractor del régimen durante la semana. La gira quizás buscaba obtener recursos para la maltrecha economía venezolana y lograr alguna suerte de reconocimiento internacional ante el creciente aislamiento del régimen.
El viaje a Kazán de los dos más altos personeros del régimen puso a pensar al país sobre quién estaba al mando en Venezuela, quizás subrayando la conseja de que el poder reside ahora en el ministro Diosdado Cabello. A pesar de las fotos que Maduro se tomó con Putin, Xi, Erdoğan y Mahmud Abás, el resultado fue desalentador para el régimen, lo cual se evidenció en una toma televisiva que mostró cómo Putin le señalaba al venezolano que él iba a la sesión formal y que Maduro debía seguir otro camino. Sin embargo, Maduro sí logró participar en una sesión ampliada del grupo, que Putin utilizó para sumar apoyo a su posición versus occidente.
El golpe más duro para Nicolás Maduro fue el empeño del presidente Lula en vetar la entrada de Venezuela al grupo de los BRICS. El régimen reaccionó comparando a Lula con el expresidente Bolsonaro, quien también se había opuesto a la entrada de Venezuela.
María Corina Machado y Edmundo González Urrutia ganaron el reputado premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2024, otorgado por la Unión Europea. Esta deferencia se hace en reconocimiento de su lucha a favor de la democracia. Sin duda, una decisión que busca sumar apoyo a la muy cercada oposición venezolana y se une al espaldarazo que el Parlamento Europeo ya le ha dado a González Urrutia como presidente electo.
En lo económico, el régimen se ha visto obligado a revisar sus políticas. Parece haber abandonado el concepto de anclaje cambiario, dejando deslizar el valor del dólar oficial hasta sobrepasar los 40 bolívares. Con esto se busca reducir la brecha con el dólar paralelo que llegó hasta un 27 % y que amenaza con un repunte en la inflación; el dólar paralelo es la referencia que se usa en la reposición de inventarios comerciales. El régimen apuesta a frenar la inflación y la devaluación, inyectando grandes sumas de dólares al mercado cambiario. Además, ha tomado medidas represivas en los últimos días, mediante inspecciones a comercios para garantizar que se respeten las ventas a tasa oficial: se conocen casos de detenciones de personas por vender divisas a precio paralelo.
El régimen también se ha visto obligado a reducir sus pretensiones en cuanto al gasto público. Se observa una reducción de más de un 25% en los meses finales del año, que corresponden tradicionalmente a los más altos en el gasto público: ¡quizás a esto es lo que se refería Maduro con el adelanto de las Navidades! Todas estas revisiones a la política económica del último año se están convirtiendo en un freno mayor a la economía. La única solución a este entuerto es el incremento en la disponibilidad de divisas, que no está bajo el control del régimen y su banco central, sino de una somnolienta actividad petrolera.
Sin apoyo de BRICS o los países desarrollados occidentales, el aislamiento se está convirtiendo en una camisa de fuerza que está, entre otras cosas, ampliando las fracturas internas del chavismo.