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La resignación, estrategia política de lujo contra el colectivo, Por Rafael Egáñez Anderson

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Aceptar un hecho, una situación, algo que nos ha pasado y que nos está ocurriendo, sin actuar ni hacer nada para cambiarlo cuando sí hay posibilidad, casi como cuando un efecto de resistencia y letargo nos invade; a eso nos referimos cuando hablamos de “resignación”.

En algunas oportunidades, se debe a aprendizajes que hemos tenido a lo largo de la vida y nos dejamos vencer por como han ocurrido los eventos y persiste una disminución notable de nuestro amor propio, esa baja autoestima no es solo ella si no también se hace acompañar de un estado aparente de falta de éxito que golpea el ego y hace que nos sintamos pocos ante un evento que no deseamos atravesar debido al cansancio y renuncia a nuestra propia existencia.

La resignación nos invita a no hacer nada y por tanto a ver pasar la vida sin movimiento.

En cambio la manera polarizada que nos ayuda a salir adelante es enfocarnos en la “aceptación” como herramienta que nos anima a cambiar y a movernos por conseguir objetivos y seguir adelante con propósito y en positivo.

Entendemos y sentimos que la realidad es así y que partir de ahí, podemos poner todas nuestras fuerzas en construir y modificar aquello que queremos.

En el contexto político, la resignación se puede utilizar como una herramienta para mantener al colectivo en un estado de apatía y desesperanza, un sentimiento casi de magia que genera el gobierno, lo que puede ser beneficioso para aquellos en el poder que buscan evitar la protesta y la resistencia además de mantener un pueblo apático, cansado aparente, sin esperanzas ni ganas de lucha por haber “tirado la toalla” hacia los deseos de superación general.

Al fomentar la resignación, los líderes pueden hacer que el colectivo se sienta impotente y desanimado, lo que puede disuadir a las personas de participar en movimientos sociales o políticos que buscan el cambio de condiciones existentes.

Un político que desea el cambio pero está “resignado” y siente impotencia, genera una respuesta resignada e impotente en sus adeptos. El cambio debe partir desde un origen positivo comprendiendo que partir hacia el cambio desde un espacio o estado negativo, producirá inequívocamente una respuesta negativa por parte del colectivo.

También pueden utilizar la resignación para justificar la inacción o la falta de acción en respuesta a problemas sociales o políticos, justificación que es más que aparente ante la respuesta de los pueblos hacia el cambio que se debe llevar acabo.

La resignación es una herramienta potente de regímenes contra los estados demócratas, y pasa que por no ser considerada como estrategia a vencer, pasa de manera sutil y escondida y mantiene su estatus quo constante, haciendo vencedores a sus estrategas.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que la resignación no es una solución a largo plazo a los problemas políticos y sociales.

Si bien puede ser una estrategia efectiva a corto plazo para mantener el status quo, la resignación no aborda las causas subyacentes de los problemas y puede conducir a la complacencia y la apatía.

En lugar de fomentar la resignación, es importante promover la participación activa y la acción colectiva para abordar los problemas políticos y sociales.

La movilización y la resistencia pueden ser formas efectivas de desafiar el status quo y promover el cambio positivo, pero hay que considerar que hay detrás de esa energía para poder comprender las bases enérgicas de cambio y comenzar un viraje perfecto hacia el despertar del colectivo y por ende, en la búsqueda del logro y de las libertades.

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