Agosto 4 de 2018. 4:35 p.m.. Extremo oeste de la Avenida Bolívar, Caracas, Venezuela.
La criatura con apariencia de ser humano, desde la tarima de la concentración de carácter político, se dirige muy enardecido a decenas de miles de partidarios. De pronto, estalla el dron que sobrevuela por los alrededores. Un enjambre de guardaespaldas, rodea al orador con carpetas antibalas y lo saca, en volandas, del escenario.
En medio de la huida a toda velocidad, el jefe de los escoltas le advierte:
Episodio Dos
Seis años, cuatro meses y un par de días después del Episodio Uno, el mismísimo protagonista, empinado sobre sus “pocas imperfecciones” se propuso a defender –según él– a todas las venezolanas por el supuesto ultraje de los raperos del grupo “Rawayana” al llamarlas “Venekas”.
¿Y cómo este valeroso caballero andante lavó la honra de las deshonradas?
Ocurrió en un mitin, a cielo abierto con un puñado de partidarias. Me parece verlo, oírlo y hasta olerlo dadas, como comprobaremos, sus connotaciones fecales. A fuer de ser sincero: “Con defensores así, no hacen falta agresores”. O cabe el otro tópico no menos conocido: “¡No me defiendas, compadre!
—A ver, señoras y señoritas aquí presentes –expresó el presunto desfacedor de entuertos– inhalen, exhalen y ahora, repitan conmigo con todas sus fuerzas: “Los integrantes del grupo “Rawayana”, que interpretaron la referida tonada calificando de “Venekas” a las venezolanas pusieron ¡La-kag…%#!
El supuesto celador del decoro de nuestras connacionales, entre los vítores de su mujer (la misma abandonada referida en el Episodio Uno), ministras, esposas y/o segundos frentes, de altos funcionarios, enchufadas en general les repitió varias veces la “dosis” a los presuntos agresores.
—¡Coreen conmigo, de nuevo, que la vez anterior, no se escuchó muy bien! A la una, a las dos, a las tres: “Los integrantes del grupo “Ramayama” que interpretaron la referida tonada calificando de “Venekas” a las venezolanas pusieron, “La-kag…%#!
La vulgaridad rebosó más de una docena de sumideros aledaños.
El cronista es un diletante, en lo que se refiere al género rapero. Pero obligado a escuchar la ¿música? y letra de “Veneka”, y con ello tener elementos para escribir la presente crónica, no percibimos animus difamandi alguno en tal interpretación. El suscrito tiene otro estilo de piropear damas. Pero ¡Vaya los tipos de piropos de los referidos raperos! A saber: “Las venekas son las dueñas del party/ más fieles que un Yaris/ son como el ron de exclusiva cosecha/ esa es, veneca y con ella no te metas/ esas chamas se respetan/ ¡yeah, yeah! ¡veo a mi veneca y me gusta jugar de local/”.
Desenlace y aprendizaje
El Relato Uno, lo interrumpimos, en el momento en que el jefe de escoltas del temerario defensor del honor de nuestras féminas, le recuerda, en medio de su ataque de pánico, que había dejado sola, triste, abandonada y a merced del supuesto enemigo a su amadísima esposa, por lo que para rescatarla le fue sugerido un “¡Vuelvan Caras!”, célebre escaramuza ejecutada, en la batalla de “Las Queseras del Medio” por el general en jefe, José Antonio Páez.
–¿Vuelvan, queeé…? —fue la respuesta in continenti del corajudo protector de las venezolanas— Mire, “tenientico” ni yo, soy el general Páez, ni estamos en ninguna quesera sino en la Avenida Bolívar, de Caracas. Así que, patas pa´ qué las tengo. Y en cuanto a la susodicha señora ¡Esa vieja, que se jod…%$#…!
Relatos Uno y Dos ceñidos, en su totalidad al rigorismo histórico.
Y ahí lo tienen, para que sepan a qué atenerse las damas que se crean defendidas por tal calaña de defensor.
@omarestacio