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El día en que Venezuela debutó en carreras internacionales

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Una gloriosa delegación nacional cruzó la frontera para medirse con los ases de Sebring

El día 13 de marzo es doblemente célebre en los anales del deporte a motor en Venezuela, porque en momentos distintos recibió acontecimientos históricos de primerísimo nivel.

Por: Julián Afonso LuisMorfema Press

Uno de ellos, en 1955, fue la primera participación oficial de corredores venezolanos en el exterior y el otro, no menos importante, fue el debut en el Campeonato Mundial de Fórmula 1 del campeonísimo caraqueño Johnny Alberto Cecotto Persello en 1983.

El comienzo oficial de las carreras organizadas en Venezuela por lo que a automovilismo se refiere, se ha fijado en noviembre de 1948, cuando culminó la 14ª y última etapa de la clásica de carretera Buenos Aires – Caracas, desarrollada desde la población de Valera hasta la capital.

Luego, la práctica organizada del automovilismo en Venezuela comenzó a crecer con gran entusiasmo local, animada por numerosos pioneros inmigrantes italianos, que trajeron en sus maletas y velices a partir del período entre-guerras esa pasión por las carreras y por los automóviles de alta calidad mecánica.

No es de extrañar que, al mismo ritmo que en Venezuela se realizaban cada vez más carreras organizadas y se armaba un Campeonato Nacional de automovilismo propiamente dicho, luego de dar los primeros pasos con la realización de carreras de ruta, hubiese pilotos locales que a fin de subir su nivel quisieran medirse en competencias de calibre internacional.

Esa inquietud, madurada durante los primeros años de la década de 1950, convocó a cinco entusiastas pilotos que, tras medirse en las primeras carreras locales organizadas, soñaron con dar un paso más allá y competir contra corredores de otros países.

Pancho Pepe Cróquer entre los dos Mercedes Benz Alas de Gaviota

PILOTOS PARA LA GLORIA

Los pilotos pioneros fueron, mencionándolos sin ningún orden particular, el ingeniero mecánico Chester “Chet” Flynn, el también ingeniero mecánico Eduardo Muñoz Sánchez-Monge, el empresario Julio Pola, el también empresario Jesús Reyna Morales y el popularísimo narrador y comentarista deportivo Francisco José “Pancho Pepe” Cróquer.

Chet Flynn era un experto ingeniero nacido en EE.UU., que había hecho carrera profesional en GM Corporation (actualmente GM Company) y fue destinado por la empresa a Caracas, a fin de apoyar a GM Venezolana en el trabajo de edificar su ensambladora en Antímano, siendo posteriormente el Jefe de Producción de la naciente instalación a partir de 1948.

Muñoz, mucho más joven que Flynn, era uno de los discípulos del ingeniero estadounidense y también trabajaba en GM Venezolana, donde daba sus primeros pasos profesionales. Con el tiempo, Muñoz se convirtió en el Gerente de Producción de GM Venezolana y entre muchos méritos se le cuentan haber liderado el proyecto para que por vez primera en Venezuela se fabricaran motores para automóviles.

Pola tiene una historia pintoresca, que inició en su natal España, donde se le conocía como Julio González Pola y se desarrolló en el área de la construcción civil, además de convertirse en piloto. Exiliado de su natal España por razones comerciales y políticas surgidas durante la Guerra Civil, se estableció al terminar la II Guerra Mundial en Caracas, donde eliminó el González de su apellido y se hizo llamar Julio Pola a secas, dedicándose igualmente al desarrollo de obras civiles y encontrando espacios para retomar su pasión por pilotar autos de carrera.

Reyna Morales es un nombre importante en los primeros años del automovilismo deportivo organizado en Venezuela, ya que participó en muchas de las primeras carreras hechas en el país y en Los Próceres, Caracas, con un Porsche 356 y un MG TD, y también organizó varias competencias.

Finalmente, Pancho Pepe Cróquer merece por sí solo una mención especial ya que además de ser un popularísimo narrador y comentarista deportivo, famoso en todo el continente americano (incluso en EE.UU.) tiene en su haber numerosos méritos, incluyendo ser el primero en narrar un evento deportivo desde un avión, en vivo y directo; nada menos que las incidencias de aquella última etapa de la clásica Buenos Aires – Caracas, acuñando el famosísimo llamado “coooooooooche a la vista” que tanto sonó en las radios venezolanas en esos días.

Además de tener indiscutibles méritos profesionales, Pancho Pepe Cróquer tenía ya un considerable palmarés deportivo, pues había sido Campeón Nacional de Automovilismo en 1954 al volante de un Jaguar XK-140 de su propiedad. Antes había competido en numerosas pruebas locales con diversos autos deportivos, buscando siempre máquinas más potentes y ambiciosas.

La participación de esta delegación venezolana en las 12 Horas de Sebring mereció la atención de los principales matutinos venezolanos, quienes publicaron amplias reseñas sobre la aventura.

Los criollos a color en Sebring

TRES MÁQUINAS SAGRADAS

Los cinco amigos pilotos se pusieron de acuerdo para desarrollar un proyecto deportivo que les permitiera inscribirse en las 12 Horas de Sebring, realizadas en EE.UU. como primera fecha válida del Campeonato estadounidense para autos deportivos, bajo la normativa del Sport Car Club of America (SCCA).

A fin de sustentar sus aspiraciones deportivas, el grupo de pilotos aportó dos vehículos excepcionales. Nada menos que dos unidades Mercedes Benz 300SL.

El Mercedes Benz “alas de gaviota” de Flynn fue adquirido directamente por el ingeniero en EE.UU. a la representación de Max Hoffmann en 1954 y traído por él a Venezuela. Era de color vino tinto y Flynn lo usaba frecuentemente en las calles de Caracas.

Originalmente, el “gaviota” de Flynn equipaba un árbol de levas especial que añadía 15HP al motor, ruedas con tuerca central de mariposa y otros elementos de alto rendimiento, que fueron solicitados por el ingeniero cuando colocó su pedido.

El otro “alas de gaviota” era propiedad de Pancho Pepe Cróquer. Fue el segundo 300SL vendido oficialmente en el país por el representante de Mercedes Benz en Venezuela y le fue entregado al piloto de Turmero en diciembre de 1954. Era de color blanco y cuando Cróquer lo recibió, pidió pintarle una franja con el tricolor nacional a todo lo largo.

El tercer auto incluido en la delegación fue una unidad Ferrari 340 America, perteneciente a Flynn e inscrito por éste con apoyo de Reyna Morales.
A fin de repartirse adecuadamente entre los tres autos, se convino en que Pancho Pepe Cróquer dividiría el volante de su Mercedes Benz con Julio Pola. Chester Flynn lo haría inicialmente con Ed Dobbins y el Ferrari sería compartido por Jesús Reyna Morales y Eduardo Muñoz. Un séptimo piloto fue designado como suplente ya en Sebring; se trataba de Luis González, quien también era venezolano, pero llevaba tiempo establecido en EE.UU.
En determinado momento, Flynn mostró interés por tripular durante la prueba sus dos autos, el Mercedes Benz y el Ferrari, por lo cual el equipo redimensionó el aporte que brindaría el estadounidense Dobbins.

Infortunadamente, durante los ensayos, los planes tuvieron que ser cambiados porque el Ferrari sufrió un accidente mientras lo conducía Reyna Morales, dando varias vueltas de campana. Los daños no pudieron ser reparados a tiempo para la carrera, aunque afortunadamente su piloto resultó ileso. En consecuencia, Reyna se quedó sin auto para correr y Flynn decidió que Muñoz competiría junto con él en el Mercedes Benz, delegando a Dobbins el rol de reserva junto a González.

El Mercedes Benz “alas de gaviota” de Flynn

UNA CARRERA CORTA Y OTRA LARGA

Al llegar a Sebring, los dos Mercedes Benz venezolanos recibieron gran atención. Los organizadores de la carrera, cuando los autos aprobaron la revisión técnica, les otorgaron el visto bueno para correr y les asignaron los dorsales 32 (Flynn) y 33 (Cróquer).

La carrera se largó sin mayores novedades, pero la suerte trató de manera diferente a los venezolanos. El Mercedes vino tinto tripulado por Flynn y Muñoz evidenció una avería que le condenó a pasar mucho tiempo en box, pero pudo ser reparado y la dupla se movió con gran agilidad, logrando terminar 13º en la clase hasta 3000cc y en el 35º lugar absoluto, lo cual resulta remarcable, considerando su condición de debutantes y que hubo ese año siete decenas de autos inscritos.

El 33 criollo antes de la falla irreparable en Sebring

El Mercedes Benz blanco de Pancho Pepe Cróquer tuvo menos suerte, pues apenas logró dar 17 vueltas a pista antes que el sistema de inyección de gasolina fallara de manera irreparable.

Algunos relatos de época señalan que Cróquer tenía muchas ilusiones puestas en su Mercedes, con el cual pensaba dar un avance importante en su carrera deportiva. Sin embargo, durante la experiencia de Sebring, el de Turmero descubrió con amargura que su bólido no era realmente un verdadero auto deportivo, sino un Gran Turismo, por lo cual resultaba demasiado pesado y poco potente para ser competitivo.

Al relatar su experiencia, Cróquer contó con desolación el modo en que los Ferrari, Maserati y Jaguar le pasaban, destacando que el campeón británico Mike Hawthorn, con un Jaguar XK120 de hechura especial “me pasó como si yo estuviera parado”.

Y LA VIDA SIGUE…

De regreso a Caracas, los pilotos de la “misión Sebring” volvieron a sus actividades habituales y siguieron corriendo. Flynn, al culminar su labor con GM Venezolana al terminar 1955, regresó a EE.UU. y se llevó su Mercedes, compitiendo en algunas carreras durante 1956 y 1957 antes de vender el carro. Esas carreras incluyeron dos nuevas participaciones en las 12 Horas de Sebring.

Pancho Pepe Cróquer compitió con su Mercedes Benz blanco en varias carreras locales, ganando las Dos Horas de Caracas en Los Próceres. Sin embargo, seguía considerando que su bólido necesitaba modificaciones, por lo cual le hizo quitar el techo, las puertas, los parachoques y otras piezas para aligerarlo. El resultado no le satisfizo y poco después vendió el carro a un piloto local, adquiriendo un Maserati AG6S al que reconoció como “un verdadero carro deportivo” pero en el cual encontró infortunadamente la muerte, mientras disputaba la Carrera de La Cordialidad en Barranquilla, Colombia, el 18 de diciembre de 1955.

Muñoz siguió compitiendo en Venezuela cada vez que podía, muchas veces en autos de su propiedad como un MG TD y un Triumph TR3A, fabricando varios años después el famoso monoplaza Caribe de Fórmula 2. También siguió trabajando en GM Venezolana, desarrollando una larguísima e impecable trayectoria profesional que solo culminó con su fallecimiento, en 1989.

El Caribe Fórmula 2 se encuentra actualmente en el Museo del Transporte de Caracas (Foto: @GaboBrando)

Pola también siguió compitiendo en diversos eventos del Campeonato Nacional de Automovilismo y participó en las tres ediciones del Gran Premio de Venezuela realizadas en Los Próceres entre 1955 y 1957 como parte del Campeonato Mundial de autos Sport, llegando a terminar 8º absoluto en 1957 en un Ferrari 500TR compartido con el ítalo venezolano Piero Drogo. Poco después fue retirándose de las carreras, falleciendo de cáncer en 1973.

¿Y qué fue de los Mercedes “ala de gaviota” de la “misión Sebring”? Luego que Pancho Pepe Cróquer vendió el suyo a mediados de 1955, otro piloto local lo hizo correr. El auto con el tiempo fue acumulando uso y abuso, acabando pocos años después totalmente destruido. Flynn vendió su Mercedes en 1957 a un aficionado local, que le hizo quitar las piezas de alto rendimiento que equipaba de fábrica y lo usó a diario. Con el tiempo el carro fue cambiando de dueños. Actualmente sigue en EE.UU., primorosamente restaurado y conservando una pequeña bandera venezolana pegada en uno de sus vidrios.

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