El quiosco se amplía, el quiosquero tiene un empleado adicional de confianza, su hijo, y agrega mercancía. Ahora no todo es chuchería, golosina y caramelo, cigarrillo, refresco, leche, agua mineral (periódicos no existen). De un tiempo para acá, mayonesa, salsa kétchup, aceite vegetal, pañales desechables, café, pan andino endógeno, empanadas que hace su mujer y él madrugando.
¿Ha crecido el negocio? No, solo amplió la oferta para los mismos clientes, vende un poco más, pero sigue siendo un quiosco. La ligera ampliación de área y productos no lo convierte en abasto. Y aún observa nervioso a cada comprador. Desconoce si es consumidor de ocasión o atracador.
La alcaldía gruñe con sus trabas burocráticas. La intranquilidad persiste, aun con vigilancia, excepto los policías que complican el paso mientras engullen empanadas y pasteles que no pagan. Como el país, mejora sutil que no es mejorar porque no sube de categoría.
Angustia y preocupación por las cuentas para cancelar, pedidos de proveedores que siempre traen aumento excesivo de pagar. Antes vendía helados, pero se han puesto tan costosos que dejaron de comprarlos. Con el inconveniente del vuelto en bolívares por dólares la gente se molesta, cree que los acaparó. Las ventas deben ser suficientes para los gastos generales, de familia, impuestos, electricidad, agua, además del abusivo cobro del aseo urbano. Sin hablar del costo de los policías maulas.
Se habla pendejadas de aparente mejoría que a muchos tiene rabiando, devanándose los sesos buscando explicaciones. Lo mejor es salir a la calle, al interior del país, lejos del espejismo de Las Mercedes e inventos de Chacao. ¿Qué dicen los pequeños/medianos comerciantes de cualquier zona popular del país? ¿de verdad algo se arregló?
A simple vista, la ilusión de recuperación y alivio. Hay más buhoneros que anterior a la pandemia, y la gente maneja dólares. Sin embargo, aún se puede observar a ciudadanos hurgar entre la basura, cargar agua, prostituyéndose, reclamando salarios dignos, medicinas y servicios hospitalarios.
El presidente gasta un realero viajando por países que no interesan –pero nos comprometen– para regresar orondo y alardeando cooperaciones. ¿Cuánto cuesta el paseo para firmar acuerdos que de nada sirven? Saluda a jefes de Estado y les miente que en Venezuela estamos mejor, pero ese embuste no aumentará las ventas del quiosco. Se siente líder mundial porque lo reseñan agencias oficiales de noticias mientras la mayoría vive en la frustración, miseria y hambre, con pagas de limosna y la misma vestimenta demasiadas veces lavada. ¿Cuántos niños van a la escuela con zapatos roídos y sin nada en el estómago?
No estamos mejorando, seguimos en miseria y decepción. Nada funciona, los servidores públicos no son servidores sino vendedores. El quiosco desarrolla su oferta, pero el quiosquero no se ha convertido en comerciante. Somos incapaces de producir gasolina, pero sí mucha pobreza.
A mediados del siglo XX, emigrantes llegaron a Venezuela buscando mejores condiciones de vida y la gran mayoría lo consiguió con trabajo duro y honesto. A la generación de relevo le tocó distinto a los años 50/60. Expropiación, crisis económica, inflación, devaluación comenzaron a ser palabras comunes. Al principio de Chávez el auge fue increíble. Hubo bonanza, pero empezó la escasez e insolvencia. Llegó la desvalorización y descapitalización. Negaron todo, y lo que había estaba reservado para los jefes bolivarianos. Los tracaleros revendedores revolucionarios hicieron de las suyas.
La crisis arrecia, la comida escasea, trabajamos para sobrevivir el día. La emergencia humanitaria se hace presente. ¿Qué si Venezuela se arregló? No, eso es ridículo. La gente se maneja mejor, que es diferente, pero no da para vivir. Nos adaptamos a la situación y eso es distinto.
Fuimos la envidia de América, ahora somos los miserables de un Estado que no sirve. Un régimen que trata de convencernos que los problemas como pobreza, indigencia, corrupción, desesperanza y falta de servicios no son culpa del castrismo socialista y de la estupidez gobernante, sino de las sanciones que, sueñan, serán eliminadas sin democracia, sin liberar a los presos políticos, sin hacer nada bueno por el ciudadano.
No se mejora chapoteando en el lodazal.
@ArmandoMartini