Morfema Press

Es lo que es

Armando Martini

El quiosco se amplía, el quiosquero tiene un empleado adicional de confianza, su hijo, y agrega mercancía. Ahora no todo es chuchería, golosina y caramelo, cigarrillo, refresco, leche, agua mineral (periódicos no existen). De un tiempo para acá, mayonesa, salsa kétchup, aceite vegetal, pañales desechables, café, pan andino endógeno, empanadas que hace su mujer y él madrugando.

¿Ha crecido el negocio? No, solo amplió la oferta para los mismos clientes, vende un poco más, pero sigue siendo un quiosco. La ligera ampliación de área y productos no lo convierte en abasto. Y aún observa nervioso a cada comprador. Desconoce si es consumidor de ocasión o atracador.

La alcaldía gruñe con sus trabas burocráticas. La intranquilidad persiste, aun con vigilancia, excepto los policías que complican el paso mientras engullen empanadas y pasteles que no pagan. Como el país, mejora sutil que no es mejorar porque no sube de categoría.

Angustia y preocupación por las cuentas para cancelar, pedidos de proveedores que siempre traen aumento excesivo de pagar. Antes vendía helados, pero se han puesto tan costosos que dejaron de comprarlos. Con el inconveniente del vuelto en bolívares por dólares la gente se molesta, cree que los acaparó. Las ventas deben ser suficientes para los gastos generales, de familia, impuestos, electricidad, agua, además del abusivo cobro del aseo urbano. Sin hablar del costo de los policías maulas.

Se habla pendejadas de aparente mejoría que a muchos tiene rabiando, devanándose los sesos buscando explicaciones. Lo mejor es salir a la calle, al interior del país, lejos del espejismo de Las Mercedes e inventos de Chacao. ¿Qué dicen los pequeños/medianos comerciantes de cualquier zona popular del país? ¿de verdad algo se arregló?

A simple vista, la ilusión de recuperación y alivio. Hay más buhoneros que anterior a la pandemia, y la gente maneja dólares. Sin embargo, aún se puede observar a ciudadanos hurgar entre la basura, cargar agua, prostituyéndose, reclamando salarios dignos, medicinas y servicios hospitalarios.

El presidente gasta un realero viajando por países que no interesan –pero nos comprometen– para regresar orondo y alardeando cooperaciones. ¿Cuánto cuesta el paseo para firmar acuerdos que de nada sirven? Saluda a jefes de Estado y les miente que en Venezuela estamos mejor, pero ese embuste no aumentará las ventas del quiosco. Se siente líder mundial porque lo reseñan agencias oficiales de noticias mientras la mayoría vive en la frustración, miseria y hambre, con pagas de limosna y la misma vestimenta demasiadas veces lavada. ¿Cuántos niños van a la escuela con zapatos roídos y sin nada en el estómago?

No estamos mejorando, seguimos en miseria y decepción. Nada funciona, los servidores públicos no son servidores sino vendedores. El quiosco desarrolla su oferta, pero el quiosquero no se ha convertido en comerciante. Somos incapaces de producir gasolina, pero sí mucha pobreza.

A mediados del siglo XX, emigrantes llegaron a Venezuela buscando mejores condiciones de vida y la gran mayoría lo consiguió con trabajo duro y honesto. A la generación de relevo le tocó distinto a los años 50/60. Expropiación, crisis económica, inflación, devaluación comenzaron a ser palabras comunes. Al principio de Chávez el auge fue increíble. Hubo bonanza, pero empezó la escasez e insolvencia. Llegó la desvalorización y descapitalización. Negaron todo, y lo que había estaba reservado para los jefes bolivarianos. Los tracaleros revendedores revolucionarios hicieron de las suyas.

La crisis arrecia, la comida escasea, trabajamos para sobrevivir el día. La emergencia humanitaria se hace presente. ¿Qué si Venezuela se arregló? No, eso es ridículo. La gente se maneja mejor, que es diferente, pero no da para vivir. Nos adaptamos a la situación y eso es distinto.

Fuimos la envidia de América, ahora somos los miserables de un Estado que no sirve. Un régimen que trata de convencernos que los problemas como pobreza, indigencia, corrupción, desesperanza y falta de servicios no son culpa del castrismo socialista y de la estupidez gobernante, sino de las sanciones que, sueñan, serán eliminadas sin democracia, sin liberar a los presos políticos, sin hacer nada bueno por el ciudadano.

No se mejora chapoteando en el lodazal.

@ArmandoMartini

No. A la gente se la juzga, para bien y para mal, no por lo que dice, sino por lo que hace y cómo lo hace.

Culminado el proceso, comienzan las conclusiones de aciertos y errores. Se piensa que los cambios tendrán repercusión en la sociedad. Sin embargo, otros hechos tienen más alcance, muchos de los cuales no se les da el verdadero valor de la profunda influencia que va a tener sobre una población tan sensible como la juvenil o infantil.

Las drogas son tema recurrente. La negligencia es notoria. La aparición de nuevos estupefacientes dobla campanas de alarma. Difícil mencionar la contrariedad de las substancias y no pensar en la juventud. Demostrada la dependencia que provocan, e inconvenientes estructurales que genera; pobreza, desempleo y proliferación de enfermedades. Los adictos viven en condiciones terribles. Analfabetismo implacable.

La educación socialista castrista comunista que se intenta impartir ha creado ladrones expertos, egoístas, aislados, frívolos e incultos con derechos y sin responsabilidades. Los valores de los bandoleros son personajes cuestionables ligados al escándalo y no a las actividades edificantes.

Esa realidad cotidiana, padres de familia que inculcan deberes a sus hijos o profesores que tratan de desarrollar el espíritu crítico en sus estudiantes, chocan con una muralla de intereses torcidos en la que se ha convertido la sociedad venezolana de las últimas décadas.

No hay un solo país gobernado por la izquierda extrema que haya llevado alguna felicidad a sus ciudadanos, donde lo que rige es un palabrerío, proclamas, sumisión, represión, tortura, violación de los derechos humanos, bienestar para los jefes cuya riqueza es a costa de miseria, indigencia y pobreza para los ingenuos e incautos que los llevaron al poder.

Sesenta y tantos años haciéndolo dirigentes y generales castristas; lo han hecho rusos desde que Lenin apoyó a Stalin; lo pretende hacer -aunque constreñido por la vecindad estadounidense- López Obrador en México; buscará hacerlo Petro en cuanto pueda en Colombia; trata de conseguir nueva Constitución Boric en Chile; no lo logra Castillo en Perú porque no lo han dejado aprender a gobernar; quiere fortalecerlo Lula Da Silva en Brasil; lo hacen con inflación, torpeza e ineptitud Fernández-Kirchner en Argentina; lo trata de imponer a cañonazos y destrucción Putin en Ucrania; lo permite un Papa que confiesa amistades peligrosas y cómplices en el Vaticano, el mismo al cual Juan Pablo II llevó a ser bastión de libertad, democracia y enfrentamiento anticomunista, hasta algunos demócratas en Estados Unidos lo sueñan con su ignorancia tradicional.

En Irán y otros fanatismos los mandatarios simplemente han cambiado la esclavitud comunista por el vasallaje islámico, la influencia libertaria por apoyo al terrorismo, en España lo deja colarse Pedro Sánchez con desmañas, aunque tenga la ventaja -no sabemos si le gusta, pero no ha sido a causa de él- que podemos se está pudriendo, es un lerdo que es comunista por omisión y no por comisión.

La gran batalla mundial sigue siendo entre pueblos libres que defienden la libertad, y los oprimidos que la sueñan, pero no la tienen. Penduleamos entre la cruel infantil tiranía del imbécil mequetrefe de Corea del Norte y las democracias que se dejan chantajear por el arbitrario petróleo ruso, porque una vez creyeron, regentes simplistas, que Putin era un dictador petrolero y no un hábil estratega sólo entorpecido por su propia errada ambición.

Es la reyerta que tenemos y en Venezuela trata de hacer creer que la democracia es su propia versión de torpeza aderezada con corrupción como forma esencial de vida. Porque -habría que decir “afortunadamente”- el comunismo en versión chavista y ahora castro-madurista es solo la corrupción, delincuencia y descaro ante el delito propio como ejemplos a seguir. Queda apenas el consuelo de que los perjudicados por la falta de buen gobierno y víctimas del desastre son los honestos. La corrupción cívico militar del chavismo es un muñeco inflable visible para todos, pero no al alcance de todos.

Es incalculable el daño que producen los malos ejemplos de personas que gozan de la estima ajena; médicos, religiosos, maestros y profesores, representantes de los ciudadanos. Olvidan que su comportamiento rebasa su propia esfera personal, porque la sociedad les ha conferido el honorable estatus de referencia moral y ética. Nadie de ellos puede escudarse en el pretexto maquiavélico de «haced lo que digo, pero no lo que hago». No. A la gente se la juzga, para bien y para mal, no por lo que dice, sino por lo que hace y cómo lo hace.

@ArmandoMartini

Venezuela es tierra de tradiciones, y no todas son políticas. De malos hábitos, como el petróleo y exceso de confianza en él. Creernos acaudalados por siempre. De costumbres acomodaticias, irnos a la playa en Semana Santa o atiborrarnos de cerveza los viernes, -por cierto, tradición eliminada por el chavismo y sus errores económicos. Pero de una inmensa conducta religiosa como pedirle milagros al Nazareno de San Pablo. «¡Que nos traiga sanación a Venezuela!», «¡Pidamos de corazón, que nos dé salud!», «¡Tenemos hambre, queremos comida!», retribuyéndole, vistiéndonos de morado y visitándolo una vez al año el Miércoles Santo. “Tengo años pagando una promesa, es un deber moral y religioso honrar la palabra empeñada.”

El Nazareno, la imagen de Jesús purpúrea cargando su cruz, poco tiene que ver con San Pablo excepto que originalmente fue guardada en la Ermita de San Pablo, sacado en procesión durante la epidemia de escorbuto y dice el gran poeta Andrés Eloy Blanco que, con la punta de la cruz, tumbó unos limones, interpretado por los fieles como señal; y empezaron a comer limones, beber su jugo, terminando con la peste. El fervor popular le atribuye al Nazareno de San Pablo milagros durante una epidemia que se esparció en el país en el siglo XVII y fue conocida como la «peste del vómito negro». Fue en la pequeña Caracas de pocas calles, techos rojos y mandato español; desde entonces ha mantenido su fama de milagroso, en especial, los caraqueños, lo veneran con su piel oscura -dicen que por el humo e intensidad de velas a lo largo de la historia- y su expresión de consternación, sufrimiento, dolor.

La ermita de San Pablo ya no existe, fue derribada durante el Gobierno de Guzmán Blanco para construir el parisino y majestuoso Teatro Municipal -¿existe?- El fervor chavista invade el Teatro Teresa Carreño que dejó de ser lugar para la cultura. No obstante, el ateo, vanidoso y petulante dictador, aterrado y temeroso de las iras del cielo, construyó al lado la iglesia de Santa Ana y Santa Teresa -su esposa se llamaba Ana Teresa- donde el Nazareno de San Pablo encontró residencia permanente y cada miércoles de Semana Santa se amontonan deudos, devotos y creyentes para sacarlo en procesión.

Práctica y fe que la propia Patrona de Venezuela, la Virgen de Coromoto, no ha podido disminuir y sólo compite, en intensidad de certidumbre y asistencia popular masiva, con tres acepciones de la Virgen María. La Chiquinquirá en el Zulia, la Divina Pastora en Lara y la Virgen del Valle que pescadores de Oriente sacan a navegar cada año.

El catolicismo venezolano, incluso en la Venezuela castrista, para quienes no son practicantes ni asisten a misa los domingos, es profundo, hondo y de arraigada tradición a pesar de los esfuerzos de impíos, escépticos, santeros, evangélicos, creyentes de brujerías e idólatras, idiotas paganos del socialismo bolivariano. Es un país en el cual se puede desconfiar de los sacerdotes, curas e Iglesia católica, pero confesarse al mismo tiempo “católico, apostólico y romano”; y no ir nunca a un templo, sin embrago, asumir opiniones de los obispos reunidos en la Conferencia Apostólica como dogma de fe.

Un país en el cual las religiones tienen derecho constitucional de existir y ejercerse libremente, pero donde las tradiciones son católicas, a contravía de la pretensión esforzada de cohabitadores que restringen libertades, persistiendo en la vagabundería e ilegalidad.

@ArmandoMartini


La comenzamos un poco antes, el 12 de febrero, celebrando los 208 años de una batalla que se convirtió en tradición venezolana. Fue aquél año, 1814, periodo de pesadillas y contrariedades para las fuerzas independentistas que perdieron más que ganaron. Año que comenzó la misma primera semana con el asedio a Puerto Cabello, cuando un aproximado de 400 hombres, organizan un asalto a la plaza fuerte del imperialismo español. Fracasan, pero ponen acoso a la ciudad sin lograr su rendición, más o menos como la oposición de estos tiempos, hostigan, asedian al régimen, que no puede dormir tranquilo, pero tampoco se rinde.

Comenzando febrero -la desventura vergonzosa del 4 empequeñece la historia y por eso, la obviaremos-, el español patriota Campo Elías es derrotado por Boves -1814 sería el año de triunfos del asturiano-; pocos días después el patriota y aristócrata José Félix Ribas viene a Caracas sin tropas disponibles, enciende el fuego de la juventud caraqueña, que llena de estudiantes y seminaristas sin experiencia, lo sigue hasta lo que es La Victoria, en el estado Aragua, y a base de coraje, furia libertadora y disposición al sacrificio, derrotan al feroz José Tomás Boves y sus turbas asesinas, impidiéndole seguir hacia Caracas. El 12 de febrero de 1814, fecha de gloria para una juventud que, como la venezolana, ha sido siempre protagonista de rebeldía y libertad. Hoy traicionada por cohabitadores, cómplices e infiltrados.

Pero es también mes de querencias, se celebra el Día de los Enamorados, el mundo se colma de recuerdos, obsequios, finezas y poesías. De reconciliaciones, aclarar, superar mal entendidos, borrar ofensas, lograr coincidencias. No es sólo día de novios, flores y sonrisas, serenatas, composición musical para ser cantada al aire libre, durante la noche, a la luz de la luna -galantear con el libro de poemas de García Lorca puede ser hasta peligroso-, sino día del amor y amistad como tal, expresión humana, renovación de ideales. Puede un hombre cortejar a una mujer y viceversa, éste será su día, pero pueden ambos también estar encariñados de la vida, prendados de sus objetivos, afanes, trabajos y fatigas que se soportan, éste también es su día.

Una cosa es la lealtad perseverante y hasta dispuesta al sacrificio del buen perro, pero ése es un instinto, algo irrefrenable. El amor es cosa humana, es el espíritu obsesivo, lanzado adelante, indetenible, pero con elementos de razón, de por qué, incluso de para qué. Se ama, se enamora, pero también se siente entusiasmo y afición por la Patria, no es sólo asunto de leyes y conveniencias, es amor puro, leal, profundo, imborrable. Por la Patria se puede disponer de todo, se sacrifican otros amores, necesidades, satisfacciones, odios, hasta la vida.

Y sobre esa base, se pregunta si ciertos políticos que mandan por convicciones o por la fuerza, y otros que se oponen a esas convicciones o a la fuerza, pueden con sinceridad hablar de amor por la Patria.

@ArmandoMartini

Reprimidos, encerrados, enfermos, abandonados, torturados, el régimen mantiene a casi 300 presos políticos entre civiles y militares. ¿Qué gana con esas crueldades e injusticias? Una serie de cambios se están produciendo en el mundo y entre ellos, pero para mal, está esta Venezuela que, diga lo que diga el castro-madurismo, no levanta cabeza.

Mientras productores de petróleo aprovechan aumentos de precios y la todavía necesidad mundial de la energía petrolera, aunque cada día un poco más otras energías menos contaminantes ganan terreno, Venezuela sigue convertida en productos y exportador de tercera o cuarta categoría, ya no es confiable, con carencias molestas e incómodas de combustibles, forzando a los conductores privados, transportistas de pasajeros y camioneros no solo a hacer humillantes largas colas, sino a pagar por una gasolina de baja calidad y exageradamente costosa.

Países de Latinoamérica que viajan a pasar el rato en una conferencia inservible, inútil, etérea, del Alba, en el único país casi tan pobre como Haití, ven con ojos ambiciosos las posibilidades de negocios con la Unión Europea, Estados Unidos, Japón, China y buena parte de una Asia pujante.

Venezuela está quedando rezagada, por terquedad, ideología o desconcierto -¿o los tres?- del presidente y el grupo de sumisos incompetentes que tiene como gabinete de confianza. En sus manos un país de enorme potencial que solo se caracteriza por su miseria, pobreza, malestar de la mayoría de la población, por la mirada fija y suspicaz de verdaderas potencias del mundo, una moneda que nada vale; una economía en decadencia atascada en la incapacidad, por ser utilizada, aprovechada, por criminales de diferentes latitudes para robar su producción minera y alardear de sus propias geopolíticas.

Y por la feroz represión policial-militar dirigida por castro-cubanos cuya corona son centenares de presos y exiliados políticos en las peores condiciones.

¿Qué pasaría si el oficialismo comienza a abrir puertas, ayudas, alianzas a las grandes empresas estadounidenses y europeas? Ellas mismas se encargarían de lograr no la suspensión pero flexibilización de las sanciones. Venezuela no tiene dinero ni capacidad política para rescatar la industria, producción e ingresos petroleros; Shell, Standard Oil y otros gigantes de la energía sí, aunque exijan condiciones especiales que serán protestadas por una oposición a la cual  pocos hacen caso pero paliadas por dinero que terminaría en beneficio público. Si quieren más detalles fíjense aquí mismo, al lado, en Guyana, convertida en potencia petrolera abriendo espacios a esas empresas -y, de paso, quedándose de una vez por todas con el Esequibo, ante la desidia, apatía e indolencia venezolana.

Como con el petróleo, en diversos sectores de la economía, incluyendo la minería del llamado “Arco Minero” que hoy no es más que zona de explotación brutal sin respeto al medio ambiente, de olas de pequeños mineros que mucho piensan en los poquitos que van consiguiendo y poco en el país.

Con el poder en la mano, solo le falta ejercerlo en la forma correcta. Tener presos políticos no va a darle tranquilidad pero sí una constante crítica de las democracias del mundo. Un extraordinario regalo de Navidad para el país, miles de venezolanos y su propio régimen, es liberarlos.

Algunos regresarán a ser activos opositores, los militares ya han perdido sus carreras, se irán a recuperarse en sus casas, el país ganaría alegría y el régimen una nueva mirada de la comunidad internacional además de argumentos sólidos para la progresiva suspensión de sanciones y la clemencia de la Corte Penal Internacional.

El peor negocio es enfrentar a su vecina Colombia, país favorito de Estados Unidos, con una economía que aunque con altibajos, crece. Los narcoguerrilleros pueden tener cómplices en Venezuela y su estructura de mando, pero son mal negocio para la estabilidad y respeto mundial.

Rusia y China están lejos, Estados Unidos a pocas horas de vuelo. Cuba puede ser astuta pero no ayuda más allá de la asesoría en represión, y sigue siendo una nación incapaz de producir nada sino mentira y represión, porque hasta sus excelentes jugadores de beisbol escapan y quienes tienen una oportunidad huyen despavoridos.

El único problema de liberar a los presos políticos es qué hacer con el enorme grupo de desempleados carceleros, torturadores y asesinos que se encargan de ellos, pero muchos podrán ser reinsertados en la Fuerza Armada, otros terminarán convertidos en bandidos.

En cambio, esa liberación daría al régimen aire nuevo, cara que podrá ser vista y escuchada universalmente, se pondría en un pináculo de interés complaciendo lo que el mundo pide, ser un demócrata que dio un giro para llevar al país de nuevo hacia la prosperidad y bienestar. ¿Ilusión y mucho pedir?

@ArmandoMartini

Machismo, viejo abusador desaprovechado en creencias equivocadas de sapiencia que ha llevado a descubrimientos y matanzas. Historia de hombres que poco habrían conseguido sin el valeroso, sacrificado y sosegado esfuerzo de madres, esposas, hijas y amantes injustamente sometidas.

La humanidad avanza, las mujeres se hartaron de ser pasivas, víctimas de quienes las han silenciado. Decidieron surgir y con carácter se integraron, incluida, en la dirección de naciones. Los países de religiosidad machista las colocaron como reproductoras, esclavizadas y subyugadas. Ayer, símbolo de poder, hoy, distintivo abrumador de retraso cultural. Exigieron derechos, los conquistaron con maestría y destreza. Las venezolanas no son la excepción.

La política vive su peor crisis de legitimidad. El madurismo se aferra al poder con amenaza institucional. La oposición corre la misma suerte, chantajeando el concepto de falsa unidad, cupular, de espalda a la nación y sus exigencias; a pesar de que la mayoría es contraria al castro-chavismo; no encuentra quien interprete su sentir, siendo la conducción política más rechazada de nuestra historia. Opositores oficialistas sufrieron herida mortal, evidenciando lo más bajo de sus intereses y otras horrendas realidades.

El análisis numérico, porcentual, conceptual, concluye para oficialistas, opositores o indiferentes, que la dirigencia, con excepciones, perdió capacidad de convocatoria, no participó, independiente del nivel socio-económico. El CNE sostiene 60% de inhibición, los informados 70% y más. Realidad apabullante que inquieta tanto como la incompetencia en la administración de servicios públicos, corrupción, violaciones a los Derechos Humanos y abusos autoritarios.

Que funcionarios cobren indebidamente y la podredumbre permee, es debilitamiento moral y ético, se enfrenta con psicología, uso adecuado de las emociones, orgullo profesional y dignidad de la persona en su entorno familiar.

Quien ha sido voz coherente de libertad, estableció un plan: Venezuela tierra de gracia y presentó la Operación de Paz y Estabilización. Hace días, afloró con precisión, una propuesta que taladra el alma nacional. Describe a una ciudadanía contrariada, indiferente, desconfiada, huérfana y sin representación. Se pueden realizar estudios detallados del evento “electoral” en el cual queda demostrado con certidumbre que los competidores fueron rechazados, perdieron la fe y confianza. Realidad embarazosa que alcahuetes encubren con la toxina del referéndum revocatorio.

Somos un país de permanencias excesivas, hasta los militares, ejercitantes de alternancia, han caído en continuaciones exageradas, que surgen de haber sustituido méritos por lealtad. El tiempo, es fuente de aprendizaje, también generador de putrefacción. Y la política se pudre porque no cambia, se habitúa, hace lo mismo, no moviliza, las plagas se extienden, pierden color y alegría, se consume hasta que enferma y muere de agotamiento.

Maria Corina no evade retos, los enfrenta, está planteando un grandioso y extraordinario desafío: consultar al ciudadano para que juzgue, decida quiénes son creíbles, confiables. Ha descifrado al régimen e intenta organizar la auténtica oposición con participación ciudadana. Genuino espíritu democrático. No se es líder por imposición arbitraria, Presidente de una nación, jefe de un partido político porque me da la gana; lo es porque tienen esperanza, ideología, seguridad y confían en sus ideas y propuestas como expresiones.

Interesante proposición, y será aún más, cuando se desarrolle, perfeccione. Convocando a todos los dispuestos a conversar, afinar y pulir la propuesta, democrática, participativa e incluyente. No es que volvamos a ser buenos psuvistas, adecos o copeyanos. Lo que está en la mesa es que la democracia resurja, asentándose en manos y conciencia ciudadana, señalen a los merecedores de su confianza y guías a los cuales, están dispuestos a seguir en el complicado, duro y largo camino de la reconstrucción. No quienes usurpan indebidamente ordenando “¡síganme!”; sino el que invita “vamos juntos”; el estadista que visualiza en el horizonte al país para que el ciudadano sienta la convicción de integrarse.

Se puede o no estar de acuerdo con el sueño anhelado de una auténtica oposición unida, en el sublime objetivo: Venezuela y único interés: libertad y democracia, basada en principios éticos, valores morales, buenas costumbres ciudadanas, a pesar de las interrogantes por resolver, para que se haga realidad.

El tiempo transcurre y escabullen responsabilidades, guardan silencio, se hacen los locos. La propuesta para legitimar el liderazgo consultando al ciudadano, causa escozor. No admiten adeudo ni renuncian. Huyen despavoridos para no someterse al veredicto ciudadano popular. Las mafias políticas tienen miedo, culillo, buscan perpetuarse evitando iniciativas alternas. Quieren continuar beneficiándose siendo oposición.

¿Cómo se pierde? Poniéndose metas incorrectas. Ambicionando demasiado rápido. La arraigada María Corina lleva años de lucha, y recuerda que acompañamos a dirigentes sin éxito, fracasados, pero llegó la hora de la ciudadanía, son los ciudadanos, en ejercicio libre y democrático, quienes decidan sus líderes. Un reto formidable, una idea clara, una meta correcta de quien se empeña en ser conciencia del país con lo que ello implica, no cede a tentaciones y tiene la autoridad de dar la cara.

@ArmandoMartini

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