Morfema Press

Es lo que es

Rusia

El territorio bielorruso se ha convertido simplemente en un área de preparación para el ejército ruso

Mientras Rusia trata de obligar a los Estados Unidos a hacer concesiones en las garantías de seguridad al rodear a Ucrania con tropas, Bielorrusia se ha convertido, en virtud de la geografía, en uno de los frentes en este ataque sin precedentes de ruido de sables.

Desde mediados de enero, Rusia ha estado trasladando tropas desde el Lejano Oriente a las inmediaciones de la frontera entre Bielorrusia y Ucrania, donde, durante diez días a partir del 10 de febrero, se llevan a cabo ejercicios militares conjuntos ruso-bielorrusos denominados “Resolución aliada”.

No se sabe cuántos soldados están involucrados, pero parece que el número de tropas rusas en Bielorrusia constituye un récord postsoviético

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha hablado de 30.000 soldados rusos, mientras que los expertos militares rusos han dicho que 10.000 es una cifra más realista. De cualquier manera, están acompañados por aviones de combate Su-35S, así como por sistemas de misiles Pantsir, Iskander y S-400.    

El papel de Lukashenko

Lukashenko ha jugado más que un papel secundario en todo esto, y pretende haber iniciado él mismo las maniobras conjuntas. 

Fue él quien anunció los ejercicios a principios de diciembre, y desde entonces ha aprovechado todas las oportunidades para enfatizar que invitó a las tropas rusas porque Bielorrusia necesita proteger su flanco sur de la “amenaza” ucraniana.   

Los ejercicios militares ilustran el nuevo papel de Minsk en la región y muestran cuán lejos se han alejado los acontecimientos de los sueños profesados ​​​​de los funcionarios bielorrusos hace solo un par de años para que Bielorrusia se convierta en una «Suiza de Europa del Este».   

Hasta 2020, Lukashenko explotó las malas relaciones entre Rusia y Occidente al realizar un acto de equilibrio entre las dos partes, vendiendo riesgos a un lado y oportunidades al otro. 

Pero tras la violenta represión del régimen contra las protestas de la oposición por las disputadas elecciones presidenciales de ese año, a Minsk no le queda margen de maniobra con Occidente. 

Cualquier intento de distanciar a Bielorrusia de Rusia apenas se notaría en Occidente y, por decirlo suavemente, no se entendería en Moscú. 

¿Bielorrusia ocupada? 

Si alguna vez hubo especulaciones sobre cómo actuaría Lukashenko en caso de un gran conflicto regional, ese ya no es el caso. 

El territorio bielorruso es simplemente un área de preparación para el ejército ruso, y el alcance de la amenaza de Bielorrusia está determinado por un solo factor: qué tan interesado está el Kremlin en ir a la guerra.  

Al mismo tiempo, Lukashenko no ha cambiado y no se siente cómodo con el hecho de que ya no se le considera el amo de su propio país. 

Le duele la idea de que otros países y sus propios altos funcionarios puedan verlo como un vasallo ruso. En una reunión reciente, Lukashenko argumentó extensamente que no permitiría que el país fuera ocupado. 

Las burlas de EEUU

Al comprender este aspecto del carácter de Lukashenko, Washington ha comenzado a burlarse de él: un funcionario anónimo del Departamento de Estado informó a los medios de comunicación que el dictador bielorruso ya no tenía el control de la situación. 

Esto parece un intento de incitar a Lukashenko a mostrar algún tipo de independencia.     

Al mismo tiempo, Estados Unidos amenaza a Minsk con nuevas sanciones si participa en la agresión rusa contra Ucrania. Esa no es una amenaza vacía: dado que la economía bielorrusa tiene poca importancia para el mundo y ya ha sido golpeada por varias rondas de sanciones económicas, sería políticamente más sencillo para Occidente convertir a Bielorrusia en un nuevo Irán que hacer lo mismo con Rusia.  

Si estallara una guerra, es muy poco probable que el ejército bielorruso participara en la lucha. 

La única excepción sería en la eventualidad apocalíptica de que, tras los ataques rusos contra Ucrania desde territorio bielorruso, Ucrania lanzara contraataques contra Bielorrusia o enviara unidades guerrilleras a Bielorrusia y matara a soldados o civiles bielorrusos.  

Como Putin sabe que la población ucraniana se siente ucraniana, solo le queda la agresión militar mezclada con la guerra psicológica y la propaganda desestabilizadora: si no podemos recuperar Ucrania, piensa, al menos intentemos que sea un Estado fallido

En un vacío, en abstracto, en una plantilla política completamente limpia, estar en contra de la guerra es lo más noble que hay. Pero en el mundo real, donde tu tuit diciendo “No a la guerra” no importa a nadie, ser antibelicista por defecto es naíf y peligroso. Solo sirve para tener la conciencia tranquila: que haya gente en peligro pidiéndonos ayuda en una parte lejana del mundo es menos importante que mi sueño por las noches. 

Tiene sentido este narcisismo. El antibelicismo izquierdista contemporáneo en Europa es una copia del antibelicismo estadounidense y su indignación selectiva: el mundo no existe hasta que aparece EEUU en escena. En Siria no había guerra hasta que EEUU pensó en intervenir, Venezuela era una arcadia pacífica hasta que EEUU decidió sancionar al gobierno de Maduro. Somos una colonia “cognitiva” de Estados Unidos: no nos enteramos de nada hasta que se enteran ellos, y entonces les copiamos. 

En el caso de la posible reinvasión de Ucrania por parte de Rusia (en 2014 se anexionó la península de Crimea y la región de Dombás en el este de Ucrania), según esta lógica naíf el conflicto no existía hasta que la OTAN respondió (con retórica), y en España hasta que el gobierno anunció que mandaría una fragata. Una (1). Es entonces cuando la izquierda antibélica, que repite “No a la guerra” como un mantra perezoso, despierta de su ceguera autoimpuesta. Es decir: es la defensa y no el ataque lo que provoca la indignación. Decir solo “No a la guerra” es un meme, es simplemente un acto de exhibicionismo moral. Uno dice “No a la guerra” y ya no tiene ni que leerse la entrada de la Wikipedia sobre Ucrania. Uno dice “No a la guerra” y puede seguir merendando tranquilo. 

Hay que decir “No a la guerra”, pero ese imperativo debe dirigirse hacia Putin. Es él quien, en un ensayo publicado el verano pasado, argumentaba sus motivos. El primero es un supuesto odio a lo ruso en Ucrania. Es el argumento del rescate a las minorías oprimidas, con larga historia en Europa, que usó Putin para invadir Crimea y el Dombás en 2014. Y es completamente falso. Como escribe James Meek en London Review of Books, “La principal causa del sentimiento antirruso en Ucrania hoy en día son las invasiones de Putin. Pero incluso esto no es tanto un sentimiento antirruso como anti-Putin. Es más probable que uno reciba hostilidad por hablar inglés en lugar de francés en Montreal que por hablar ruso en lugar de ucraniano en Ucrania, y hay muchos ucranianos étnicamente rusos que aborrecen al líder ruso.” 

El segundo es que en Ucrania se produjo un golpe neonazi, otro bulo fácilmente desmontable: según Tim Judah, autor de In wartime. Stories from Ukraine, “En las elecciones generales de octubre de 2014, los partidos de extrema derecha de Ucrania fracasaron. Son insignificantes en comparación con su fuerza en Hungría, Francia o Italia, por ejemplo.” Y el actual presidente de Ucrania es judío. Un problema que sí tiene Ucrania, por ejemplo, es su intolerancia hacia el colectivo LGBT, parecido al de otros países del Este muy conservadores moralmente. 

El otro argumento es la cercanía de la OTAN a territorio ruso. Bielorrusia y Ucrania han funcionado durante décadas como una zona buffer. Bielorrusia durante un tiempo jugó a dos bandas, pero tras el intento de revolución el año pasado, su presidente Lukashenko se ha plegado a Putin completamente: en Europa nadie aceptaría la represión brutal que hizo contra su pueblo, pero en Rusia sí. Ucrania intentó jugar a dos bandas durante la presidencia de Yanukóvich, hasta que en 2013 se inclinó hacia el lado ruso y provocó el desencanto de la población ucraniana proeuropea, que desembocó en la Revolución del Maidán (que no fue obviamente una revolución solo pro-UE sino prodemocracia y antioligárquica y contra la corrupción desbocada de Yanukóvich). 

Para Putin, el deseo estratégico de no tener un país cercano a la OTAN en sus fronteras se mezcla con su supremacismo ruso: Ucrania es la “pequeña Rusia” o “Rusia menor”. Es una visión imperialista y condescendiente. Como dicen en Ucrania, un liberal-demócrata ruso deja de ser liberal-demócrata cuando le sacas la cuestión de Ucrania. Como Putin sabe que la población ucraniana se siente ucraniana, y sabe que votó a favor de la independencia de Ucrania de la URSS en 1991, solo le queda la agresión militar mezclada con la guerra psicológica y la propaganda desestabilizadora: si no podemos recuperar Ucrania, al menos intentemos que sea un Estado fallido. 

El 24 de agosto de 1991, el parlamento ucraniano (todavía era el Sóviet Supremo de la República Socialista Soviética de Ucrania) votó a favor de la independencia: 346 diputados votaron a favor, cinco se abstuvieron y solo dos votaron que no. En diciembre, se celebró un referéndum en todo el país. Como escribe Serhii Plokhy en The gates of Europe. A history of Ukraine

Los resultados fueron alucinantes incluso para los defensores más optimistas de la independencia. La participación alcanzó el 84%, con más del 90% de los votantes apoyando la independencia. El oeste de Ucrania lideró la votación, con un 99% a favor en el óblast de Ternopil, en Galicia. Pero el centro, el sur e incluso el este no se quedaron atrás. En Vinnytsia, en el centro de Ucrania, el 95% votó por la independencia; en Odesa, en el sur, el 85%; y en la región de Donetsk, en el este, el 83%. Incluso en Crimea, más de la mitad de los votantes apoyaron la independencia: El 57% en Sebastopol y el 54% en toda la península. (En aquel momento, los rusos constituían el 66% de la población de Crimea, los ucranianos el 25% y los tártaros de Crimea, que acababan de empezar a regresar a su tierra ancestral, solo el 1,5%).

Decir que Ucrania es Rusia es pensar que el país sigue en 1918 y no es una democracia. Es una visión tan anacrónica que ni siquiera pertenece a la Guerra Fría, un periodo histórico que por otra parte sigue presente en la mayoría de análisis sobre la cuestión: la nostalgia de los Grandes Poderes. La visión de Putin es la reaccionaria y nacionalista de quienes creen que importa más un acuerdo arbitrario de hace mil años que uno democrático de hace treinta. En su largo ensayo, Putin dice que “La elección espiritual de San Vladimir, que fue a la vez Príncipe de Nóvgorod y Gran Príncipe de Kiev, sigue determinando en gran medida nuestra afinidad actual”. Los ucranianos prefieren vivir en una democracia moderna en vez de afiliarse a un pacto milenario y romántico con una potencia que quiere anularlos política y culturalmente. 

Y claro que hay nacionalismo ucraniano, y ultranacionalismo, ¡y neonazis! Como hay en España y en Estados Unidos y en Suecia y en Alemania. Y es verdad que muchos ucranianos encuentran la legitimidad de Ucrania en obras antiguas como Historias de los Rus y en poetas como Tarás Shevechenko; y claro que los ucranianos dicen que Europa empieza en los Cárpatos y son a menudo románticos y nacionalistas. Pero lo importante es que han ratificado la existencia de su Estado de manera democrática y libre a lo largo de los años. La Ucrania moderna no busca su legitimación en una mística del pasado sino en un “plebiscito diario”, construyendo poco a poco una democracia sobre las ruinas de varios imperios autocráticos. 

Quedarse en el “No a la guerra” es admitir que uno no quiere involucrarse en la realidad, solo en sus intereses más cercanos e inmediatos. El “No a la guerra” debería ir dirigido a Putin, pero es mucho menos divertido: si no puedo exhibir mi pureza y penitencia (es decir, la de Occidente), no me interesa. Esto, como dicen Avishai Margalit y Ian Buruma en Occidentalismo, “es precisamente una forma orientalista de condescendencia, como si solo los occidentales fueran lo bastante adultos como para ser moralmente responsables de lo que hagan.” La raíz de todos vuestros males soy yo. Por favor, no dejéis de hablar de mí. ¡Escuchádme! Soy peor que vosotros, y al admitir esto me convierto, obviamente, en alguien mejor que vosotros. 


Este artículo fue publicado originalmente en Letras Libres el 24 de enero de 2022

Por morfema.press

Los multimillonarios rusos han perdido un total combinado de USD 28 mil millones en los últimos días en medio de caídas drásticas en el valor de las empresas rusas y el rublo en respuesta a los crecientes temores de un conflicto militar.

El mercado bursátil ruso ha bajado alrededor de un 20 % solo este año, y el rublo se ha acercado a un mínimo histórico de casi 80 frente al dólar estadounidense, ya que los inversores se han deshecho de los activos rusos.

En medio de la liquidación masiva, 76 de los 104 rusos en la lista de multimillonarios globales de Forbes han visto caer su riqueza desde finales de diciembre de 2021, informó Forbes .  

La pérdida combinada de riqueza asciende a USD 27,9 mil millones, según la calculadora en tiempo real de Forbes, que rastrea el valor de las personas de alto patrimonio neto en función de los precios de las acciones y los tipos de cambio en vivo. 

Los nervios traen pérdidas

Los inversores están nerviosos por una posible confrontación militar sobre Ucrania y los analistas dicen que los activos rusos seguirán en desgracia hasta que se encuentre una solución diplomática.

Los mayores perdedores en términos de dólares fueron Leonid Mikhelson y Gennady Timchenko, dos de las personas más ricas de Rusia, conectados con el gigante del gas Novatek y la empresa petroquímica Sibur. 

Índice bursátil de la Bolsa de Moscú (MOEX) en el último año al 26 de enero de 2022

El exministro de gobierno Denis Sverdlov, quien fundó la fabricación de vehículos eléctricos, Arrival ha experimentado la mayor caída en términos relativos, ya que el precio de las acciones de su empresa se ha desplomado un 46% desde mediados de diciembre. Pero la caída de la fortuna de Sverdlov no se ha relacionado con las tensiones geopolíticas, ya que las acciones de Arrival han estado bajo presión debido a la desaceleración de las ventas y la subestimación de los requisitos de capital.

Las más golpeadas

Las acciones tecnológicas y financieras han experimentado las mayores pérdidas, en medio de la presión global sobre los precios de las acciones tecnológicas y la presentación de un paquete de sanciones de EE. UU. que podría sancionar a las principales instituciones financieras rusas en caso de una invasión rusa. 

El fundador de Yandex, Arkady Volozh, vio caer su fortuna en un 26%, una pérdida de USD 600 millones en papel, mientras que el empresario en serie y fundador de Tinkoff Bank, Oleg Tinkov, vio una caída del 21% en su riqueza en las últimas cuatro semanas.

Por Pjotr ​​Sauer y Jake Cordell en The Moscow Times

Algunos de los ejecutivos más exitosos del país se están preparando para grandes pérdidas, pero no pueden hablar o influir en los acontecimientos

La élite empresarial de Rusia se prepara, en desesperación silenciosa, para un posible conflicto militar, miles de millones en valor perdido y nuevas rondas de sanciones occidentales contundentes e incapaz de influir en el curso de los acontecimientos y reacia a hablar públicamente, dijeron los propietarios y representantes de empresas a The Moscow Times.

El mercado de valores de Rusia ha estado en fuerte declive en las últimas semanas y el valor del rublo se ha desplomado a un mínimo histórico ya que el enfrentamiento entre Rusia y Occidente sobre Ucrania no muestra signos de disminuir.

“Este tema se ha convertido repentinamente en el principal tema de conversación entre los empresarios como yo, no los oligarcas, sino los rusos exitosos justo debajo de ellos”, dijo un veterano banquero senior de una firma privada, hablando bajo condición de anonimato.

“Somos ricos y tenemos mucho que perder. Muchos de nosotros tenemos segundas residencias en Europa, tenemos permisos de residencia en Occidente, por lo que estamos muy comprometidos con esto”, agregó.

Ninguna de las figuras empresariales de alto nivel o individuos de alto patrimonio neto contactados por The Moscow Times estaba preparada para hablar públicamente sobre sus puntos de vista sobre las consecuencias económicas de la crisis diplomática y el posible deslizamiento hacia la guerra.

Los rusos ricos ya se han visto muy afectados, con la fuerte caída del rublo en las últimas semanas y una caída del mercado de valores que ha borrado $ 150 mil millones del valor de las principales empresas de Rusia.

Pero a pesar de las amenazas estadounidenses de sanciones que podrían » devastar » la economía rusa y la perspectiva de prohibiciones de viaje y congelamiento de activos para aquellos en la cima de la escala corporativa del país, casi no ha habido protestas públicas, preocupación, rechazo o incluso discusión sobre el daño económico de un enfrentamiento militar.

“Si bien nadie quiere la guerra, no espere que las grandes empresas se pongan de pie y expresen su oposición”, dijo el banquero de inversiones. “Nos hemos convertido en pasajeros. La comunidad empresarial solo discutirá la guerra en sus cocinas. Todos se quedarán callados en público”.

El negocio viene en segundo lugar

La élite empresarial de Rusia, los oligarcas y los jefes de las empresas estatales en expansión del país son conocidos por su lealtad al Kremlin.

Una de las primeras batallas de Putin como presidente hace casi dos décadas fue domar el poder político de los principales oligarcas de Rusia.

Muchos de los que están en los negocios hoy en día entienden que mantienen sus puestos solo mientras el presidente Vladimir Putin y su círculo íntimo lo permitan. Si bien pueden discutir suavemente en público sobre las tasas de impuestos, los esquemas de inversión o el apoyo del gobierno, la política exterior está fuera de los límites.

Este enfoque ha traído riqueza y estatus a muchos —incluidos los que están más allá del círculo empresarial interno elegido por Putin—, pero en tiempos de crisis eso ocupa el segundo lugar después del patriotismo y la lealtad.

Como dijo el empresario multimillonario sancionado y aliado de Putin, Gennady Timchenko , cuando Rusia enfrentó una crisis económica tras la anexión de Crimea en 2014: “Los inconvenientes personales y los costos para el negocio de uno pueden y deben ignorarse cuando se trata de los intereses del estado”.

En medio de esta comprensión de los límites de la capacidad de las empresas rusas para influir en el Kremlin, y la inutilidad de hablar, parte de la élite empresarial de Rusia está resignada a lo que podría suceder.

“No podemos hacer mucho cuando están en juego poderes políticos más grandes. Nuestras manos están atadas”, dijo un empresario de la lista rusa Forbes 200 de las personas más ricas del país, que tiene intereses comerciales tanto en Rusia como en Ucrania.

“Espero un mayor deterioro en las relaciones que impactará negativamente en la economía de Rusia, por supuesto. Pero las grandes empresas tendrán que sobrellevarlo como lo hemos hecho antes, no somos ajenos a esto”.

“Es imposible planificar con anticipación o de alguna manera tratar de proteger nuestros intereses, porque no sabemos qué sucederá y cómo reaccionará Occidente”, agregó.

Los expertos y asesores comerciales también cuestionaron qué medidas prácticas podrían tomar las empresas rusas en esta etapa para proteger sus activos e inversiones.

“Las cosas se han movido increíblemente rápido durante el último mes. No hay mucho que las personas ricas puedan hacer en este momento para protegerse contra una posible invasión; es demasiado tarde para eso”, dijo el banquero de inversiones. «Los activos rusos no tienen una gran demanda, el rublo se está desplomando y los activos líquidos ya se están transfiriendo al extranjero».

Los forasteros con conexiones con la élite rusa también sugirieron que los más ricos del país están sufriendo al ver una crisis económica autoinducida que se avecina, pero no están dispuestos a decirlo públicamente.

“Conocía bien a varios directores ejecutivos de estas empresas”, escribió el martes el exembajador de Estados Unidos en Rusia, Michael McFaul, en Twitter, en respuesta a la caída del mercado de valores. “Estoy bastante seguro de que puedo predecir sus puntos de vista privados sobre estos preparativos de guerra sin sentido, y mucho menos sobre la guerra. Sus puntos de vista expresados ​​en público, por supuesto, serán diferentes”.

Estados Unidos ha propuesto un borrador de paquete de sanciones que se introducirá si Rusia emprende una acción militar agresiva contra Ucrania. 

Requeriría que el presidente Joe Biden sancionara al menos a tres de los principales bancos de Rusia aislándolos del sistema financiero mundial, posiblemente bloqueando las transacciones en dólares estadounidenses y dándole el poder de sancionar básicamente a cualquier figura empresarial rusa líder según lo desee.

El exterior tranquilo

Pero hay islas de calma en medio de la tormenta del mercado. Rostislav Ordovsky-Tanaevsky Blanco , uno de los restauradores más grandes del país, dijo a The Moscow Times que espera que la conversación sobre la guerra se apague. “Occidente está comenzando a escuchar, hay esperanza de que las cosas terminen en algún acto de equilibrio”.

Las corporaciones rusas, en general, han tomado con cautela las conversaciones sobre una posible invasión, dijo Tom Blackwell, director ejecutivo de EM Communications, una firma de asesoría corporativa que representa a una gran cantidad de las empresas más grandes de Rusia.

“Hay una gran diferencia en el estado de ánimo entre la gente que mira a Rusia desde el exterior y la gente de aquí”, dijo en una entrevista.

“Ciertamente ha habido volatilidad en el mercado de valores. Pero aparte de eso, no estoy seguro de que haya ejemplos concretos de empresas que estén sufriendo, que tengan que hacer cosas o que se vean demasiado afectadas por esto en este momento”.

Algunas empresas rusas han tomado medidas para apuntalar la caída de los precios de sus acciones en medio de la caída del mercado. 

El Sberbank de propiedad estatal, el banco más grande de Rusia, se embarcará en un plan de recompra de acciones de 50 000 millones de rublos (640 millones de dólares), un anuncio que solo ofreció un breve respiro al maltrecho precio de las acciones del banco, que bajó un 21 % desde principios de año. . El minorista de descuento Fix Price también anunció un programa de recompra más pequeño el lunes, mientras que los gigantes energéticos de propiedad privada Novatek y Lukoil también han mejorado los programas de recompra de acciones existentes en los últimos días. 

“Estoy seguro de que hay muchas empresas que sienten que están infravaloradas”, dijo Blackwell. «No me sorprendería si ve un desarrollo de la tendencia de recompra en el corto plazo».

Los inversionistas extranjeros y las empresas en la capital también presentan un exterior estable.

“Yo no definiría el estado de ánimo como pánico. Es lo de siempre, porque las empresas se han acostumbrado a esta situación a lo largo de los años”, dijo un representante de una asociación empresarial, quien también solicitó el anonimato citando la “situación políticamente delicada”.

Las empresas en Rusia han pasado por varias rondas de guerra y sanciones desde 2014, cuando Moscú anexó Crimea y comenzó a respaldar a las fuerzas separatistas en el este de Ucrania. 

La inversión extranjera se derrumbó después, y los expertos dicen que es posible que nunca vuelva a alcanzar los niveles anteriores a Crimea. 

Eso ha tenido un efecto de endurecimiento en las empresas que quedaron, solo aquellas con el mayor apetito por el riesgo, lo que podría estar detrás de algunas de las muestras públicas de calma en este momento.

Por Rosalind Mathieson en Bloomberg

Dado que Occidente no tiene la intención de enviar tropas a Ucrania en caso de que estalle la guerra con Rusia, eso está cambiando el enfoque a las otras partes del conjunto de herramientas de disuasión.

Es probable que Estados Unidos presente a Rusia esta semana propuestas escritas destinadas a abordar algunas de las preocupaciones de seguridad de Moscú. Pero cualesquiera que sean esas propuestas, no cumplirán con la demanda clave de Rusia de que a Ucrania nunca se le permita unirse a la OTAN.

Eso nos lleva de vuelta a las penalidades, específicamente a las sanciones. Incluso allí, las opciones son limitadas.

Por un lado, está la cuestión de cómo y cuándo se deben usar las sanciones.

Las naciones europeas dicen que no están diseñadas para ser disuasorias. Es por eso que, mientras los ministros de Relaciones Exteriores de la Unión Europea se reúnen hoy en Bruselas, desconfían de discutir los detalles de las posibles sanciones: no quieren alertar a Rusia sobre lo que podría enfrentar. Eso es a pesar de la presión de EE. UU. para acordar pronto un paquete que podría implementarse en caso de una invasión (Rusia niega tener planes para una).

También hay diferencias entre las naciones sobre hasta dónde deben llegar las sanciones. Algunas grandes naciones de Europa occidental están preocupadas por el impacto colateral en sus economías. Y existe el riesgo de que Rusia corte el suministro de gas esencial a Europa como represalia.

Las sanciones son una herramienta contundente en el mejor de los casos. Pueden lastimar a la gente común en lugar de a aquellos a quienes apuntan. Es dudoso hasta qué punto obligan a un cambio en el comportamiento político.

Aún así, Moscú es experto en explotar las diferencias y las disputas sobre las sanciones aún podrían socavar los mensajes generales de unidad sobre Ucrania. Si las sanciones van a ser la principal opción para tratar con Rusia, cuanto antes se aborden los desacuerdos entre EE. UU. y sus aliados, mejor.

La alianza militar existen entre Rusia y las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua fue nuevamente usada como argumento por parte de la cancillería rusa ante EEUU

La toma de posesión del nuevo gobierno chileno está marcada para el 11MAR22. Gabriel Boric, el izquierdista de 35 años de edad, quien asumirá la Presidencia de Chile, ofreció a Andrea Vial Herrera una entrevista exclusiva para BBC distribuida el 21ENE22.

Si bien utilizó la fórmula de distanciarse de Nicolás Maduro y Daniel Ortega practicada en público por el Grupo de Puebla, Boric dejó sentados sus vínculos ideológicos y operativos con la internacional izquierdista continental.

“Yo puedo decir que tengo una cercanía ideológica con García Linera (…) y “una complicidad clara con Podemos en España”. Boric se refería a quien fuera el vicepresidente de Bolivia durante los gobiernos de Evo Morales. Álvaro García Linera participó en acciones guerrilleras durante la década de los ´80 y es tenido como un ideólogo que funde marxismo con indigenismo. El otro referente ideológico mencionado por Boric es el partido de extrema izquierda español Podemos, fundado con recursos provenientes de la Venezuela chavista y de Irán y que forma parte operativa de la alianza castrochavista. Actualmente Juan Carlos Monedero, uno de los fundadores de Podemos, es una activo operador internacional castrochavista. Militantes de Podemos han estado involucrados en el pasado, a cambio de onerosos contratos, en las reformas constitucionales en Venezuela, Ecuador y Bolivia.

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Boric afirmó que espera “tener un trabajo codo a codo con Lucho Arce en Bolivia, si Lula gana las elecciones en Brasil con Lula, la experiencia de Gustavo Petro si se consolida en Colombia” y remató la frase asegurando que “ahí se puede armar un eje tremendamente interesante”. Boric se dispone a formar parte de la alianza de gobiernos izquierdistas de la región lo que quedó evidenciado en su negativa a viajar a Colombia, invitado por el saliente Sebastián Piñera, para asistir a las cumbres presidenciales de la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú) y del Foro para el Progreso de América del Sur Prosur. Boric, quien se sumaría a los intentos de reactivar la fallecida Unasur, se propone retirar a Chile de Prosur por considerarla una iniciativa personal de Piñera.

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Sin haber sido expresamente preguntado sobre Maduro y Ortega, Boric adelantó su respuesta a la periodista de BBC: “Yo entiendo que la pregunta va muy relacionada con Venezuela y Nicaragua. En el caso de Nicaragua no logro encontrarle nada ahí, y en el caso de Venezuela es una experiencia que más bien ha fracasado y la principal demostración de su fracaso son los seis millones de venezolanos en diáspora”.

El comentario de Boric causó roncha entre los altos jerarcas del régimen chavista quienes comenzaron a señalar a la designada canciller del nuevo gobierno, Antonia Urrejola, como la responsable del ataque del chileno.

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El 21ENE21 Gabriel Boric anunció los nombres de quienes serán sus ministros. El Ministerio de Relaciones Exteriores será entregado a la abogada Antonia Urrejola Noguera quien hasta el 31DIC21 formó parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos CIDH la cual presidió durante el año 2021. Urrejola intentó ser reelecta para un nuevo período de cuatro años pero no contó con votos suficientes entre los miembros de la OEA ya que el gobierno Piñera se habría negado a secundarla. Urrejola ha trabajado con José Miguel Insulza en Chile y en la OEA y con Michelle Bachelet durante su segunda presidencia. En su trabajo en la CIDH redactó documentos, emitió pronunciamientos y mantuvo posiciones críticas ante los gobiernos de Nicaragua, Cuba y Venezuela.

La designación de Urrejola ha sido bien recibida en diversos grupos políticos del continente incluyendo a formaciones de izquierda. Incluso en un encuentro vía internet de Juan Guaidó con sus diplomáticos en el extranjero el 20ENE22, se habría evaluado positivamente la inminente designación de Urrejola basada en su trayectoria de defensa de los Derechos Humanos.

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Poco después de los anuncios de Boric, el diario La Tercera de Santiago publicó un reportaje con diversos pronunciamientos hechos por Urrejola en Twitter. Según “La Tercera”, el 07OCT12, Urrejola publicó en su cuenta de Twitter: “yo no creo que Chávez sea una dictadura propiamente tal, pero un populismo acérrimo y un caudillismo peligroso”. El 28ABR13 tuiteó: “yo no comparto el chavismo de hoy, pero cuando conoces la derecha venezolana y su historia, entiendes muchas cosas”.

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La alianza militar existen entre Rusia y las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua fue nuevamente usada como argumento por parte de la cancillería rusa ante EEUU, esta vez como parte de las tensiones por una eventual invasión rusa a Ucrania.

En lo que pareció una típica “pregunta sembrada”, es decir, un asunto sugerido por el entrevistado al entrevistador, la periodista Tina Kandelaki de la cadena de Tv pro gubernamental rusa RTVI, preguntó el 13ENE22 al vicecanciller ruso Sergei Ryabkov sobre instalación de infraestructura militar en Venezuela y Cuba. Ryabkov se había reunido tres días antes en Ginebra con la subsecretaria de Estado de EEUU Wendy Sherman tratando el tema de Ucrania. La pregunta de Kandelaki sugería que la movilización de activos militares rusos a Cuba y Venezuela podía ser una respuesta de Moscú ante la presencia de la OTAN en apoyo al gobierno ucraniano. El vicecanciller no negó la opción sugerida por la periodista afirmando que “no quiero confirmar nada, no descarto nada (…) dependerá de las acciones de nuestros colegas estadounidenses. El presidente de Rusia ha hablado repetidamente, incluso sobre el tema, de cuáles podrían ser las medidas que tomaría la armada rusa si las cosas van completamente en la dirección de provocar a Rusia y aumentar la presión militar sobre nosotros”.

Las declaraciones falsamente dubitativas de Ryabkov fueron interpretadas como una amenaza de envío de tropas, naves o aeronaves a Venezuela y Cuba.

El vicecanciller ruso Ryabkov es un directo actor de la política rusa hacia Venezuela. Por ejemplo, Ryabkov fue el encargado por el gobierno de Rusia para negociar con el entonces enviado para Venezuela del Departamento de Estado de EEUU, Elliot Abrams, una eventual salida negociada a la crisis venezolana. El 19MAR19 Ryabkov y Abrams sostuvieron un encuentro en Roma para ese propósito. El 10JUL19, Ryabkov igualmente discutió el “tema Venezuela” con el subsecretario de Asuntos Políticos de EEUU David Hale.

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La respuesta de EEUU a las insinuaciones de Ryabkov estuvo en primer término en manos del Consejero de Seguridad Nacional Jake Sullivan. “No voy a responder a fanfarronerías en la arena pública”, dijo Sullivan el 13ENE22. La diplomacia de EEUU está enfocada, como es usual, en los conflictos en Eurasia y no pareciera darle crédito a la presencia de potencias extraregionales en Latinoamérica.

El 31AGO2008 tras regresar de un viaje a Moscú, Hugo Chávez anunció en Caracas que en breve contaría con un sistema misilístico antiaéreo con alcance de hasta 200 kilómetros. Un sistema de esas características se califica como de carácter estratégico por la enorme área de exclusión aérea que implica. Se trataba del sistema Antey-2500, lanzadores móviles, misiles y sistemas móviles de radar. uno de los más avanzados modelos de la familia generalmente denominada S-300. El sistema S-300 fue presentado públicamente en el desfile militar del 19ABR13 en Caracas, la fecha en que comenzó el gobierno de Nicolás Maduro. El mantenimiento a esos equipos fue la excusa que Vladimir Putin diera a Donald Trump, en una conversación telefónica el 03MAY19, para la presencia de personal militar ruso en Venezuela. Trump tras esa conversación con Putin, dijo a la prensa que Rusia «no está pensando en absoluto en implicarse en Venezuela». La aseveración de Trump contrastaba seriamente con la realidad.

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La dictadura chavista lejos de desmentir la amenaza rusa decidió confirmarla. El 13ENE22, el general Vladimir Padrino, Ministro de la Defensa, Vicepresidente Sectorial de Soberanía Política, Seguridad y Paz (y en consecuencia superior jerárquico del Ministro de Relaciones Exteriores) del gobierno de facto de Venezuela, tuiteó “Rusia asoma la posibilidad de profundizar las relaciones de cooperación militar de nuestras naciones, las cuales YA EXISTEN”. El texto iba acompañado de una fotografía de Padrino saludando al ministro de defensa ruso Serguéi Shoigú el 03ABR18 durante una de las usuales visitas del venezolano a Moscú.

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El 14ENE22, el canciller del régimen chavista, Félix Plasencia, recibió al Embajador ruso en Caracas Sergey Mélik. Oficialmente el propósito del encuentro fue acordar la “agenda bilateral 2022” para la cooperación en áreas de economía, política, salud y cultura. La cancillería chavista, siempre lista para entregar notas de protesta a gobiernos extranjeros, estaba lejos de mostrar enojo por las declaraciones del viceministro ruso que ponían en juicio la soberanía venezolana. Plasencia habría transmitido a Mélik los deseos de su jefe para sostener una conversación telefónica con Putin que sirviera para confirmar la cercanía de ambos gobiernos.

La conversación telefónica de Putin con Maduro tuvo lugar el 20ENE22. El comunicado de la Presidencia de Rusia narra que “los líderes reafirmaron su compromiso con una estrecha coordinación en asuntos internacionales de acuerdo con los principios de asociación estratégica que subyacen en las relaciones bilaterales”. Según la oficial agencia RT, el vocero de la Presidencia rusa Dmitri Peskov negó que el tema del “despliegue de bases militares rusas en Venezuela” hubiera sido tratado “específicamente” en la conversación Putin-Maduro.

Por cierto, Putin había sostenido dos días antes, el 18ENE22, una conversación telefónica con Daniel Ortega, en la cual “ambos líderes reafirmaron la importancia de continuar la estrecha cooperación en el ámbito internacional en consonancia con la asociación estratégica entre Rusia y Nicaragua”, según el comunicado de la presidencia rusa.

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El 21ENE22 la cancillería rusa publicó en su portal las respuestas de ese ministerio a preguntas de la prensa recogidas el día anterior durante la rueda de prensa ofrecida por la vocero María Zakharova, en la cual curiosamente no se había referido a Venezuela.

En los comentarios a las preguntas de la prensa, Zakharova afirmó que “las elecciones en Venezuela sin duda sirvieron para estabilizar el proceso político” en referencia a las votaciones regionales convocadas por el régimen chavista para el 21NOV21. La cancillería rusa ha creado el término “negociaciones intervenezolanas” para referirse a las pláticas entre el gobierno de facto de Maduro y representantes de partidos opositores.

En otra pregunta, Zakharova fue consultada si “¿realmente Rusia quiere revivir la URSS, el antiguo «imperio soviético» [y revivir la óptica de las “esferas de influencia” ] como creen muchos en Occidente”. La pregunta fue la oportunidad para intentar oficialmente bajarle intensidad a la reacción causada por las declaraciones del viceministro Ryabkov. “Toda una histeria surgió en el ambiente experto y político occidental tras la simple negativa del Viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia a dar una respuesta inequívoca a la pregunta sobre los posibles “planes político-militares” de nuestro país en relación con Cuba. y Venezuela”. “Histeria” es la palabra a la cual la cancillería rusa suele apelar para desacreditar las posiciones de otros países y la vocero Zakharova debió recurrir a ella.

Casi simultáneamente a la difusión de los comentarios escritos de su vocera el 21ENE22, el canciller ruso Sergey Lavrov era interrogado por la prensa en Ginebra, luego de su reunión con el secretario de Estado de EEUU Antony Blinken en relación a la amenaza rusa contra Ucrania. “¿Hablaron sobre el posible despliegue de la infraestructura militar de Rusia en Cuba y Venezuela durante las conversaciones? ¿Qué tan seriamente está considerando Rusia esta opción y qué tan realista es? ¿Hay negociaciones con los gobiernos de estos países? ¿Cuál es su posición general?” preguntaron a Lavrov. La respuesta de Lavrov fue un lacónico “Hoy no tocamos este tema” que servía para no desmentir la amenaza de extender un posible conflicto militar europeo hasta las aguas del Caribe.

El canciller de Putin prefirió atacar a Occidente alegando que las “zonas de influencia” fueron inventadas por “las potencias coloniales” y ratificó la versión rusa según la cual las conversaciones no son sobre Ucrania sino sobre las garantías de seguridad que Rusia exige a EEUU y demás miembros de la OTAN. Esa “seguridad” implica, por ejemplo, que Ucrania no se sume a la OTAN.

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Mientras Lavrov ofreció su rueda de prensa en el Hotel President Wilson donde se había producido la reunión bilateral, el secretario de Estado Blinken prefirió un salón del Hotel Intercontinental para dar su versión del encuentro. “Si alguna fuerza militar rusa cruza la frontera de Ucrania, se trata de una nueva invasión. Se encontrará con una respuesta rápida, severa y unida de EEUU y nuestros socios y aliados” afirmó Blinken en su introducción. “También sabemos por experiencia que Rusia tiene un amplio libro de jugadas de agresión sin llegar a la acción militar, incluidos los ataques cibernéticos, tácticas paramilitares y otros medios para promover sus intereses de manera agresiva sin utilizar abiertamente la acción militar”, señaló Blinken. Ningún periodista interrogó al estadounidense sobre la amenaza rusa de ampliar su presencia militar en Cuba y Venezuela.


Vía Diario Las Américas

El fin de la Guerra Fría y la caída del comunismo produjeron la reconfiguración del territorio europeo. No se trató solo de un cambio de régimen. Tres Estados—la Unión Soviética, Checoslovaquia y Yugoslavia—se transformaron en 22 de la noche a la mañana. Ocurrió de manera pacifica, en el divorcio de terciopelo de Praga y Bratislava, pero también con guerra y genocidio hasta bien entrado el siglo XXI, en los Balcanes.

Las propias alteraciones cartográficas—o sea, la inestabilidad de la institución política primordial, el mapa—revelan que la promesa de un nuevo orden internacional en los noventa nunca llegó a concretarse. De hecho, publicado en 2014, “World Order” de Kissinger es en realidad acerca del “desorden” de la post-Guerra Fría. Desde entonces, ello se ha visto reforzado por la confluencia de dos tendencias mutuamente complementarias: un nuevo soberanismo estatal y el resurgimiento del sentimiento nacionalista.

El reclamo soberanista propone un orden que vuelva a poner el centro de gravedad en el Estado. Una reacción “neowestfaliana” si se quiere, se expresa como una suerte de post-multilateralismo crítico de las instituciones que forjaron la gobernabilidad internacional desde 1945. Nótese que dicha posición ha adquirido protagonismo tanto bajo un orden político democrático—por ejemplo en el Reino Unido—como autocrático—por ejemplo en Rusia—y en contextos culturales también marcadamente divergentes.

El nacionalismo, a su vez, descansa sobre la idea que el Estado, una construcción jurídica y política, es—o debería ser—el reflejo de una comunidad relativamente homogénea étnica y culturalmente, organizada en base a identidades y anhelos comunes. El problema de esta visión es que la vasta mayoría de los Estados son multinacionales, formados por múltiples y diversas comunidades, de ahí que sean esencialmente heterogéneos. Ello subraya que la utopía del nacionalismo es problemática para crear un orden político inclusivo, pacífico y mínimamente democrático.

O sea, es una receta para la autocracia que, en Rusia, además evoca nostalgias imperiales. Es el caso de Putin, cuya política exterior, obligada a recuperar la influencia perdida con la disolución de la Unión Soviética, incluye recorrer Europa buscando personas con ancestros rusos a quienes les concede pasaportes y pensiones del Estado. Herencia del periodo de sovietización en los países bálticos y en Ucrania, esa es la base sobre la cual Putin planta su bandera, declara soberanía y cambia el mapa.

Lo hace por medio de plebiscitos de dudosa legitimidad, invasiones y acciones terroristas de “rusos étnicos”. Paradójicamente, Putin auspicia en Ucrania exactamente lo mismo que padece en Chechenia y Daguestán. Mientras los separatistas ucranianos derriban aviones civiles, como el vuelo 17 de Malaysia Airlines en julio de 2014, los Chechenos asaltan teatros y masacran al público. La lógica es idéntica.

En otras palabras, con el manual nacionalista en mano, las cien mil tropas rusas estacionadas en la frontera con Ucrania no estarían preparando una invasión sino cumpliendo con el mandato de la Gran Madre Rusia: regresar a casa a socorrer a sus hijos, reunificar a esa gran familia extendida y completar la tarea iniciada en 2014 con la anexión de Crimea y la ocupación militar de las provincias (oblast) de Donetsk y Luhansk.

Es decir, la amenaza de Putin de hoy es redundante, dicha invasión comenzó hace siete años. Al igual que en América Latina, donde también amenaza con hacer lo que ya hizo, enviar tropas y equipamiento a Venezuela (y Cuba), ahora como elemento de presión a Estados Unidos y OTAN en relación a la crisis ruso-ucraniana. De hecho, información de inteligencia habla de dos bases rusas operativas en Venezuela desde 2018: una en la ciudad de Valencia, estado Carabobo, y la otra en Manzanares, estado Miranda.

Lo nuevo ahora es la expansión de la geografía del conflicto. En la Guerra Fría, el continente americano estaba fuera de las hipótesis de guerra a consecuencia de la negociación que resolvió la crisis de los misiles en 1962. El “campo de batalla” siempre estuvo en Europa. Hasta los tratados de armas nucleares limitaban el alcance mutuo de misiles, pero no así a territorio europeo. Europa siempre es el escenario, pero Putin acaba de poner al hemisferio occidental en el radar bélico; América es ahora otra variable en la ecuación militar.

Putin es un arriesgado jugador. En el lenguaje de las relaciones internacionales su estrategia es pura “brinkmanship”. Su país no puede financiar un esfuerzo bélico sostenido, no tiene los recursos ni la infraestructura necesarios. Cuenta con las armas heredadas de su pasado de superpotencia, pero su economía es más pequeña que la de Italia y apenas por encima de la de Brasil. No obstante, con su extraordinaria audacia, Putin pone al mundo, y a Rusia, al borde del desastre con frecuencia.

Y también de rodillas. En parte lo logra por la inacción y el desconcierto de Occidente, hay que decirlo. Los funcionarios de la Administración Biden no hablan con una sola voz. Algunos prometen una “respuesta decisiva” a cualquier incursión en Ucrania. Otros prometen “duras sanciones económicas”, en caso de producirse; lo cual no suena proporcional a la gravedad de la crisis ni parece suficiente para disuadir a Putin.

El Presidente, por su parte, pareció considerar la ocurrencia de dicha invasión poco menos que un hecho consumado. Las inconsistencias en el mensaje reflejan contradicciones en el abordaje de la crisis. Ello evoca las líneas rojas de Obama a Al-Assad, aquel ultimátum sin efecto alguno—la guerra civil siria se convirtió en un genocidio que dura hasta hoy—o la misma partida de Afganistán, que dejó detrás caos y pérdida de credibilidad.

Los europeos, a su vez, no lo están haciendo mejor, debe destacarse. Ucrania pidió armamento defensivo como ayuda para hacer frente a la amenaza, a lo cual el Reino Unido accedió. Alemania optó por la posición apaciguadora, argumentando que enviar armamento solo agravará la situación. Ello como muestra, este Occidente de hoy parece ser capaz de renunciar a sus principios y abandonar a sus aliados.

Como construcción política y económica, el orden liberal internacional post-1945 tenía una operación sistémica. La estabilidad de todo sistema depende de la cooperación entre sus miembros, tanto como de la capacidad del mismo de sancionar a los infractores. Para ello depende de convencer a los adversarios sobre la conveniencia de abandonar posturas agresivas y reasegurar a los aliados que cuentan con su protección.

Y hacerlo de ser necesario. Como en 2014, esta crisis es el test de Litmus para probar si ello ocurre todavía, si los infractores serán sancionados y los aliados, protegidos.

@hectorschamis

A través de un comunicado, Vente Venezuela se refirió a la amenaza de la Cancillería de Rusia según la cual, de avanzar los ataques de la OTAN en Europa del Este, instalarían en Venezuela los recursos militares necesarios para hacer frente a EE.UU. Al respecto, el partido venezolano recordó que Occidente enfrenta fuerzas oscuras que prometen desestabilizar la región

A continuación, el texto íntegro del comunicado:

Venezuela ya está intervenida y ocupada por fuerzas externas y paramilitares. Durante muchos años, el régimen, primero con Hugo Chávez y ahora con Nicolás Maduro, ha fortalecido una narrativa contra la invasión de fuerzas extranjeras, amparándose en el principio de Autodeterminación de los Pueblos. Mientras, la bandera iraní era izada en el centro de Caracas, los cubanos fortalecían su control en áreas medulares de inteligencia nacional, se estrechaban los vínculos con China, la guerrilla ocupaba más territorio y ahora se pretende usar nuestro suelo como base para un operativo militar ruso que tendría como objetivo presionar a Estados Unidos.

Según el anuncio del vicecanciller de Vladimir Putin, el Kremlin estaría considerando un despliegue militar en Venezuela y Cuba como respuesta al avance de la OTAN en Europa del Este. Sin embargo, Rusia está presente en Venezuela desde hace mucho tiempo y su gobierno no está dispuesto a dejar de armar al régimen de Maduro por un conflicto geopolítico cuyo núcleo hoy se encuentra en Ucrania.

La cooperación entre Rusia y Venezuela ha sido vendida bajo el velo de relaciones comerciales, pero los rusos son aliados políticos y energéticos del régimen venezolano, con quienes han firmado al menos 260 acuerdos, la mayoría de ellos con fines militares. La cifra invertida en armamento, desde 2005, de acuerdo con información del Center for a Secure Free Society, serían unos 11 mil millones de dólares. Todo, a cambio de ceder a los rusos el control casi total de la Cuenca del Orinoco para la explotación minera y petrolera.

Pero los vínculos no acaban allí. Incluso, el gobierno de Vladimir Putin acompañó al oficialismo en el proceso de diálogo político en México y hace dos meses, el canciller de Nicolás Maduro, Félix Plasencia, estuvo en Moscú para discutir temas comunes, como la cooperación armamentística, energética e ideológica, aun cuando es sabido que Rusia adelanta una guerra híbrida que no se limita a equipos y apoyos militares tradicionales. Esto incluiría asesoría en espionaje, estrategia, inteligencia y toda una política interior sometida a las prioridades del eje Rusia-Cuba-China.

Estos regímenes comparten la lógica de un enemigo común: Estados Unidos, y junto a Irán, propician todo tipo de actividades para desestabilizar a la Casa Blanca desde distintos puntos de América Latina, como Cuba, Nicaragua y Bolivia, además de Venezuela.

En el marco de ese panorama, Venezuela sería el epicentro de una estrategia antioccidental que amenaza con destruir las democracias de nuestra región y expandir la influencia de regímenes criminales dispuestos a todo para mantener el poder.

Occidente y los países de esta región no pueden, ni deben permitir esto. En Venezuela no puede permanecer un Estado fallido, con fines expansionistas, que somete a su población al hambre y al exilio, y que pone en peligro a las naciones de este hemisferio.

Por eso, desde nuestra organización hemos insistido en no perder más tiempo en distracciones que sólo ratifican la necesidad de legitimación que tienen Maduro y los suyos. Debemos avanzar con un instrumento de fuerza que nos permita desmontar todo un sistema complejo, adaptativo y criminal que tiene múltiples ramificaciones, y en el cual convergen distintos actores del plano geopolítico mundial.

Desde la Fracción 16 de Julio, en la Asamblea Nacional, se solicitó al menos 17 veces la activación del Tratado de Asistencia Recíproca (Tiar), aludiendo a la legítima defensa de Venezuela, como Estado miembro de ese acuerdo, frente a la agresión permanente de un régimen que ponen en riesgo a sus ciudadanos y a la propia región. La crisis humanitaria, los nexos de Maduro con el crimen y el narcotráfico internacional, la presencia de grupos terroristas y las suficientemente documentadas violaciones a los derechos humanos son justificación suficiente para activar este mecanismo.

Lo que exigimos al mundo es el ejercicio de este principio aceptado en las Naciones Unidas, que es la responsabilidad de proteger, olvidada tras meses de discusiones estériles y juegos de reconocimiento que solo han fortalecido al régimen. Las horas que vivimos así nos lo demanda, y eso sólo será posible gracias a la alineación de la fuerza y rebeldía ciudadana, junto al trabajo permanente de aliados internacionales ganados a nuestra causa.

Finalmente, si algo ratifica esta declaración de la Cancillería de Rusia es lo que durante años hemos advertido desde Vente Venezuela, pese a la banalización que se ha hecho del tema: la crisis y la importancia de resolver el conflicto en Venezuela no es sólo de orden humanitario, es también un problema de seguridad nacional y hemisférica. O lo atacamos y resolvemos juntos o juntos también padeceremos las consecuencias del avance de ese gran movimiento antioccidental y criminal.

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