Morfema Press

Es lo que es

Venezuela

Por Rogelio Guevara Cantillo en El Nacional

El empresario residenciado en Bogotá cree que no hay que pensar que el triunfo de la oposición en Barinas marcan el principio del fin del régimen. Al presidente interino le recomienda lograr los tres objetivos de su oferta

Venezuela transita nuevamente por una posible solución política en base a la herramienta de las elecciones. Sergio Garrido, el abanderado por la oposición venezolana, salió victorioso en los comicios a gobernador en la emblemática Barinas, en otros tiempos bastión del poder la familia Chávez y del PSUV. Freddy Superlano del partido Voluntad Popular había ganado previamente el día 21 de noviembre de 2021, pero desde Miraflores, Nicolás Maduro no quiso ceder el poder en Barinas y el Tribunal Supremo de Justicia, liderado por Michael Moreno, ordenó la repetición de los comicios para el día 9 de enero del año corriente.

Con el triunfo de la oposición en Barinas, ¿es esto garantía para deponer a Nicolás Maduro y reconstruir Venezuela en lo político y social por la vía electoral? El empresario Pedro Carmona Estanga, quien vive en Bogotá, y se dedica a actividades académicas en el ámbito de la investigación de la administración, negocios y energía en la Universidad Sergio Arboleda, comparte sus impresiones sobre el tema.

-¿Los resultados en Barinas son un paso importante en materia de la solución política del país? 

-La contundente derrota sufrida por el oficialismo en Barinas, cuna y feudo de la familia Chávez, tiene una indudable significación, por tratarse de una región emblemática para el régimen. A pesar de las maniobras, del desconocimiento del resultado electoral, inhabilitaciones y ventajismo, fueron dos las derrotas, y mucho más amplia la segunda, con el triunfo del candidato opositor Garrido. El excancilller y exvicepresidente Jorge Arreaza salió literalmente con las tablas en la cabeza. Hay lecciones importantes que surgen de este episodio, en especial que, con unidad de propósitos de parte de la oposición, es factible alcanzar logros mayores que con dispersión o el predominio de intereses individuales o grupales. Sin unidad es más difícil salir de la tiranía que oprime a Venezuela. Empero, no hay que pensar que los hechos de Barinas marcan el principio del fin del régimen, el cual seguirá aferrado al poder con todo. De hecho, el régimen ha montado una estructura dura para perpetuarse, mientras el escenario político venezolano se ha enrarecido con factores geopolíticos complejos, determinados por la presencia e injerencia de fuerzas externas como Cuba, Rusia, China, Irán, Turquía, el mundo islámico, la guerrilla colombiana y el crimen organizado. El país se ha convertido en una pieza internacional de gran valor, lo cual hace más compleja la situación nacional y sus perspectivas. De hecho, con las insolentes declaraciones recientes del gobierno ruso, se constata que Venezuela ha devenido en una pieza de la nueva guerra fría.

-¿Qué tienen que hacer los venezolanos para evitar el avance del estado comunal?

-El proyecto de implantación del estado comunal fue siempre una de las obsesiones de Hugo Chávez, hasta el punto de que antes de su muerte le encomendara públicamente dicho proyecto a Maduro, como su legado y prioridad. Aunque el país está totalmente desinstitucionalizado, y las abiertas violaciones a la Constitución que se dio el régimen en 1999 son el pan nuestro de cada día, el tema del estado comunal avanza a pasos lentos pero firmes. Tratar de implantarlo por la fuerza significaría arrojar por la borda la propia Constitución Bolivariana, pues reemplazaría la institucionalidad republicana por una de tipo revolucionario o comunista, en la medida en que barrería con alcaldías, gobernaciones, y hasta con el poder legislativo como se conoce hasta hoy. En pocas palabras, significaría un golpe de Estado que orientado a consolidar el proyecto comunista. Las comunas son una analogía de lo que fueron los soviets en la extinta Unión Soviética, o del esquema cubano, con el agravante de que serían totalmente controladas por el poder ejecutivo. De allí que, no tenga dudas de que ello implicaría un reemplazo de facto de la Constitución de 1999, existiendo, según los artículos 333 y 350 de la Carta Magna vigente, el mandato a los ciudadanos de preservarla.

-¿Cree que los procesos en tribunales exteriores como el de la Corte Penal Internacional (CPI) sería un punto de inflexión futuro para deponer a Nicolás Maduro?

-Sin duda. La reciente decisión del nuevo Fiscal de la CPI Karim Khan de iniciar una investigación formal a Maduro y su gobierno por presuntos delitos de lesa humanidad, no es poca cosa. Es primera vez que ocurre en la región, y la solicitud primigenia nace de petición presentada a la CPI por un grupo de Jefes de Estado, bajo el liderazgo del presidente Iván Duque de Colombia. Los procesos en la CPI son lentos, pero haber dado el paso de la investigación formal supone que existen suficientes evidencias o presunciones de violaciones sistemáticas a los derechos humanos en el país, traducidas en asesinatos, desapariciones extrajudiciales, torturas, inhabilitaciones arbitrarias, etc., todo lo cual ha quedado reforzado por los informes de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michele Bachelet, por una comisión independiente, y por varias ONG que se ocupan de la materia. La espada de Damocles pende pues sobre Maduro; los delitos de lesa humanidad no prescriben, pero pensar en que habrá un resultado de la investigación de la CPI en corto plazo, sería pecar de optimismo. Pero algún día, como ocurrió con algunos de los victimarios en la guerra de los Balcanes, llegará la larga mano de la justicia internacional.

-¿Qué ha hecho positivo y que le recomendaría corregir a Juan Guaidó Márquez? 

-El pueblo venezolano desea por abrumadora mayoría un cambio político, pero no ha sido posible por las astucias del régimen para dividir, intimidar o perseguir a sus detractores, y por el mencionado apoyo internacional al régimen de parte de sus aliados, de la vergonzosa entrega de la cúpula militar a los designios del régimen, del creado paramilitarismo oficialista, amén del pacto con las más oscuras estructuras criminales. La labor de Guaidó ha sido compleja, pese al reconocimiento internacional logrado de parte de numerosos países democráticos del mundo, pero no ha podido llevar a término su lema de cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones limpias. Por ello, su capital político se ha erosionado, aunque sigue siendo reconocido por la Asamblea Nacional legítima, y por países como Estados Unidos y la Unión Europea. El tiempo juega en su contra. No tiene ahora otra opción que lograr los tres objetivos de su oferta, pues no hay que confiar en que las negociaciones de México conduzcan a algo creíble, ya que todos los intentos previos solo han significado oxígeno y tiempo en favor del gobierno. De hecho, resulta insólito que Maduro se haya levantado de la mesa de México, por la extradición del estrecho aliado y delincuente Alex Saab a Estados Unidos, como si una cosa tuviese que ver con otra. Si Guaidó no logra unificar propósitos y estrategias en la oposición, será casi imposible una salida.

-Si las tiranías no salen con votos, ¿qué hacer entonces por los venezolanos?

-Debe persuadirse a la comunidad internacional de que, con criminales, violadores de derechos humanos, pauperizadores y depredadores de un país que merece un mejor destino, no es posible convivir. El derecho a proteger a un pueblo que está siendo exterminado, es un deber del mundo civilizado, contemplado en el ordenamiento jurídico de la ONU, pese a que en el Consejo de Seguridad exista el derecho a veto de Rusia y China. Cabe además el ejercicio de la resistencia civil organizada y no violenta, aceptada por la Constitución, ante los atropellos que día a día comete el régimen sin pudor alguno. De otra parte, un país convertido en una federación de estructuras criminales, que atentan contra la paz continental y mundial, no puede ser visto con indiferencia.

-¿Venezuela sigue siendo una «potencia energética» o por el contrario debería desarrollar otras áreas industriales de cara al futuro?

-El mundo avanza indetenible hacia una transición energética que, a la vuelta de pocas décadas, disminuirá el papel de las energías fósiles, en favor de las energías renovables más limpias. La infraestructura petrolera del país está destruida. De ser un país exportador de petróleo con liderazgo en la OPEP, ha pasado a ser un productor marginal, con apenas unos 600.000 barriles diarios, sin incidencia en los mercados mundiales. PDVSA involucionó de ser de la segunda o tercera potencia energética mundial, a un papel irrelevante. Se dejó de invertir en tecnología y mantenimiento, las refinerías estás canibalizadas, y toda la infraestructura petrolera está en un estado calamitoso. La PDVSA del pasado no es rescatable. Tendrán que venir nuevas formas de asociación con capital privado internacional. El país corre el riesgo de dejar enterradas grandes reservas de hidrocarburos, sin aprovechar coyunturas favorables de precios como la actual, para diversificar su base productiva. Por el contrario, las demás industrias básicas como el acero, aluminio, petroquímica, electricidad, están también en bancarrota. Hay que tener como referente a Arabia Saudita y a los Emiratos Árabes Unidos, que están invirtiendo cuantiosas sumas en la diversificación productiva, mirando inteligentemente hacia el futuro. ¿Volveremos entonces a ser el país pobre del siglo XIX y principios del siglo XX? Es el riesgo que se cierne si no hay un pronto cambio de sistema y de modelo.

-¿Será el referéndum revocatorio una posible salida de Nicolás Maduro este año 2022?

-Las barreras legales para la convocatoria a un referéndum revocatorio son numerosas, y la voluntad del régimen para impedirlo es inmensa. Recuérdese el referéndum revocatorio de Chávez en 2004, que convirtió a los firmantes en ciudadanos de tercera categoría, y estuvo lleno de presiones e irregularidades. O la estrategia de Maduro, con la complicidad de los demás poderes, de ni siquiera permitir la convocatoria de un revocatorio a partir de 2016. La idea suena atractiva, después de la derrota en Barinas, pero si no se logra, el régimen obtendría la carta de legitimidad que busca afanosamente.

-¿Cómo cree que quedará para la historia de Venezuela ante su participación en los hechos del poder para principios de los años 2000?  

-Fue una oportunidad perdida para impedir la dramática tragedia que vive el país, como han sido tantas las oportunidades perdidas a lo largo de estos 23 años de gobiernos totalitarios. La intención, frente a la crisis política de 2002 y la renuncia anunciada de Chávez, no era otra que llamar a elecciones limpias, con garantías y supervisión internacional, para restablecer rápidamente el orden constitucional quebrantado por Chávez, llamando al pueblo, depositario del poder constituyente originario, a decidir el futuro político de la nacióny relegitimar los poderes públicos. Poderosos intereses políticos y militares e internacionales se interpusieron. Entre ellos, Fidel Castro se comunicó directamente con altos oficiales de las FANB, conminándolos a restablecer a Chávez en el poder. Hoy, lo que el país anhela y por lo cual lucha, es lo que en aquel entonces se buscaba: elecciones transparentes y con garantías y respeto a la voluntad popular, la cual es continuamente burlada por el régimen. Me queda la tranquilidad de haber dado un paso adelante, no buscado pues fui llamado para intentar salvar el régimen de libertades, mediante la apertura de un breve período de transición democrática, hasta celebrar en pocos meses los comentados comicios. Venezuela estaría hoy, con los gobiernos que hubiesen sido escogidos por el pueblo, a la vanguardia de América Latina y no en la retaguardia del planeta. Véase cómo pagó el régimen la lealtad y acciones lideradas en aquel entonces por el fallecido general Raúl Isaías Baduel, que en paz descanse, determinantes del retorno de Chávez al poder, y cómo terminó tristemente su vida, según sus familiares, incomunicado y llevado a la muerte por falta de la debida asistencia médica. Así actúan las tiranías, al puro estilo cubano, nicaragüense o bielorruso. Más temprano que tarde, pese a los obstáculos, la voluntad de las grandes mayorías se impondrá, y Venezuela será de nuevo un país libre y soberano.

A principios del siglo XX, antes de la creación del Banco Central de Venezuela, la ley permitía que la banca privada emitiera billetes.

Con la llegada de la industria petrolera, se dan las condiciones para la creación del Banco Comercial de Maracaibo en 1916. Esta institución emitió en 1928 (en tonos rojos) y en 1933 (en tonos marrones) uno de los billetes venezolanos mas singulares y codiciados por los coleccionistas, impresos por la American Bank Note Company.

A finales del siglo XIX por iniciativa de Gervasio Rubio, llega el café al estado Táchira, extendiéndose de allí a Trujillo y sucesivamente a Colombia.

Eran transportados por carreteras hasta el puerto de Maracaibo, donde varias familias, principalmente alemanas, se encargaban de su exportación, convirtiéndose así en el principal puerto del occidente venezolano y en la actividad económica más importante de la región previa al auge petrolero.

Anverso y reverso del billete de 100 bolívares emitido por el Banco Comercia de Maracaibo | cortesía numismatica.info.ve

Por tal motivo la imagen que se presenta al reverso del billete de 100 bolívares relata una típica jornada de la actividad cafetalera de la época, en la que se aprecian campesinos en un patio de secado, recolectando de un cafeto o trillando en un pilón de madera.


Texto cafeblandin


La alianza militar existen entre Rusia y las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua fue nuevamente usada como argumento por parte de la cancillería rusa ante EEUU

La toma de posesión del nuevo gobierno chileno está marcada para el 11MAR22. Gabriel Boric, el izquierdista de 35 años de edad, quien asumirá la Presidencia de Chile, ofreció a Andrea Vial Herrera una entrevista exclusiva para BBC distribuida el 21ENE22.

Si bien utilizó la fórmula de distanciarse de Nicolás Maduro y Daniel Ortega practicada en público por el Grupo de Puebla, Boric dejó sentados sus vínculos ideológicos y operativos con la internacional izquierdista continental.

“Yo puedo decir que tengo una cercanía ideológica con García Linera (…) y “una complicidad clara con Podemos en España”. Boric se refería a quien fuera el vicepresidente de Bolivia durante los gobiernos de Evo Morales. Álvaro García Linera participó en acciones guerrilleras durante la década de los ´80 y es tenido como un ideólogo que funde marxismo con indigenismo. El otro referente ideológico mencionado por Boric es el partido de extrema izquierda español Podemos, fundado con recursos provenientes de la Venezuela chavista y de Irán y que forma parte operativa de la alianza castrochavista. Actualmente Juan Carlos Monedero, uno de los fundadores de Podemos, es una activo operador internacional castrochavista. Militantes de Podemos han estado involucrados en el pasado, a cambio de onerosos contratos, en las reformas constitucionales en Venezuela, Ecuador y Bolivia.

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Boric afirmó que espera “tener un trabajo codo a codo con Lucho Arce en Bolivia, si Lula gana las elecciones en Brasil con Lula, la experiencia de Gustavo Petro si se consolida en Colombia” y remató la frase asegurando que “ahí se puede armar un eje tremendamente interesante”. Boric se dispone a formar parte de la alianza de gobiernos izquierdistas de la región lo que quedó evidenciado en su negativa a viajar a Colombia, invitado por el saliente Sebastián Piñera, para asistir a las cumbres presidenciales de la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú) y del Foro para el Progreso de América del Sur Prosur. Boric, quien se sumaría a los intentos de reactivar la fallecida Unasur, se propone retirar a Chile de Prosur por considerarla una iniciativa personal de Piñera.

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Sin haber sido expresamente preguntado sobre Maduro y Ortega, Boric adelantó su respuesta a la periodista de BBC: “Yo entiendo que la pregunta va muy relacionada con Venezuela y Nicaragua. En el caso de Nicaragua no logro encontrarle nada ahí, y en el caso de Venezuela es una experiencia que más bien ha fracasado y la principal demostración de su fracaso son los seis millones de venezolanos en diáspora”.

El comentario de Boric causó roncha entre los altos jerarcas del régimen chavista quienes comenzaron a señalar a la designada canciller del nuevo gobierno, Antonia Urrejola, como la responsable del ataque del chileno.

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El 21ENE21 Gabriel Boric anunció los nombres de quienes serán sus ministros. El Ministerio de Relaciones Exteriores será entregado a la abogada Antonia Urrejola Noguera quien hasta el 31DIC21 formó parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos CIDH la cual presidió durante el año 2021. Urrejola intentó ser reelecta para un nuevo período de cuatro años pero no contó con votos suficientes entre los miembros de la OEA ya que el gobierno Piñera se habría negado a secundarla. Urrejola ha trabajado con José Miguel Insulza en Chile y en la OEA y con Michelle Bachelet durante su segunda presidencia. En su trabajo en la CIDH redactó documentos, emitió pronunciamientos y mantuvo posiciones críticas ante los gobiernos de Nicaragua, Cuba y Venezuela.

La designación de Urrejola ha sido bien recibida en diversos grupos políticos del continente incluyendo a formaciones de izquierda. Incluso en un encuentro vía internet de Juan Guaidó con sus diplomáticos en el extranjero el 20ENE22, se habría evaluado positivamente la inminente designación de Urrejola basada en su trayectoria de defensa de los Derechos Humanos.

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Poco después de los anuncios de Boric, el diario La Tercera de Santiago publicó un reportaje con diversos pronunciamientos hechos por Urrejola en Twitter. Según “La Tercera”, el 07OCT12, Urrejola publicó en su cuenta de Twitter: “yo no creo que Chávez sea una dictadura propiamente tal, pero un populismo acérrimo y un caudillismo peligroso”. El 28ABR13 tuiteó: “yo no comparto el chavismo de hoy, pero cuando conoces la derecha venezolana y su historia, entiendes muchas cosas”.

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La alianza militar existen entre Rusia y las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua fue nuevamente usada como argumento por parte de la cancillería rusa ante EEUU, esta vez como parte de las tensiones por una eventual invasión rusa a Ucrania.

En lo que pareció una típica “pregunta sembrada”, es decir, un asunto sugerido por el entrevistado al entrevistador, la periodista Tina Kandelaki de la cadena de Tv pro gubernamental rusa RTVI, preguntó el 13ENE22 al vicecanciller ruso Sergei Ryabkov sobre instalación de infraestructura militar en Venezuela y Cuba. Ryabkov se había reunido tres días antes en Ginebra con la subsecretaria de Estado de EEUU Wendy Sherman tratando el tema de Ucrania. La pregunta de Kandelaki sugería que la movilización de activos militares rusos a Cuba y Venezuela podía ser una respuesta de Moscú ante la presencia de la OTAN en apoyo al gobierno ucraniano. El vicecanciller no negó la opción sugerida por la periodista afirmando que “no quiero confirmar nada, no descarto nada (…) dependerá de las acciones de nuestros colegas estadounidenses. El presidente de Rusia ha hablado repetidamente, incluso sobre el tema, de cuáles podrían ser las medidas que tomaría la armada rusa si las cosas van completamente en la dirección de provocar a Rusia y aumentar la presión militar sobre nosotros”.

Las declaraciones falsamente dubitativas de Ryabkov fueron interpretadas como una amenaza de envío de tropas, naves o aeronaves a Venezuela y Cuba.

El vicecanciller ruso Ryabkov es un directo actor de la política rusa hacia Venezuela. Por ejemplo, Ryabkov fue el encargado por el gobierno de Rusia para negociar con el entonces enviado para Venezuela del Departamento de Estado de EEUU, Elliot Abrams, una eventual salida negociada a la crisis venezolana. El 19MAR19 Ryabkov y Abrams sostuvieron un encuentro en Roma para ese propósito. El 10JUL19, Ryabkov igualmente discutió el “tema Venezuela” con el subsecretario de Asuntos Políticos de EEUU David Hale.

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La respuesta de EEUU a las insinuaciones de Ryabkov estuvo en primer término en manos del Consejero de Seguridad Nacional Jake Sullivan. “No voy a responder a fanfarronerías en la arena pública”, dijo Sullivan el 13ENE22. La diplomacia de EEUU está enfocada, como es usual, en los conflictos en Eurasia y no pareciera darle crédito a la presencia de potencias extraregionales en Latinoamérica.

El 31AGO2008 tras regresar de un viaje a Moscú, Hugo Chávez anunció en Caracas que en breve contaría con un sistema misilístico antiaéreo con alcance de hasta 200 kilómetros. Un sistema de esas características se califica como de carácter estratégico por la enorme área de exclusión aérea que implica. Se trataba del sistema Antey-2500, lanzadores móviles, misiles y sistemas móviles de radar. uno de los más avanzados modelos de la familia generalmente denominada S-300. El sistema S-300 fue presentado públicamente en el desfile militar del 19ABR13 en Caracas, la fecha en que comenzó el gobierno de Nicolás Maduro. El mantenimiento a esos equipos fue la excusa que Vladimir Putin diera a Donald Trump, en una conversación telefónica el 03MAY19, para la presencia de personal militar ruso en Venezuela. Trump tras esa conversación con Putin, dijo a la prensa que Rusia «no está pensando en absoluto en implicarse en Venezuela». La aseveración de Trump contrastaba seriamente con la realidad.

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La dictadura chavista lejos de desmentir la amenaza rusa decidió confirmarla. El 13ENE22, el general Vladimir Padrino, Ministro de la Defensa, Vicepresidente Sectorial de Soberanía Política, Seguridad y Paz (y en consecuencia superior jerárquico del Ministro de Relaciones Exteriores) del gobierno de facto de Venezuela, tuiteó “Rusia asoma la posibilidad de profundizar las relaciones de cooperación militar de nuestras naciones, las cuales YA EXISTEN”. El texto iba acompañado de una fotografía de Padrino saludando al ministro de defensa ruso Serguéi Shoigú el 03ABR18 durante una de las usuales visitas del venezolano a Moscú.

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El 14ENE22, el canciller del régimen chavista, Félix Plasencia, recibió al Embajador ruso en Caracas Sergey Mélik. Oficialmente el propósito del encuentro fue acordar la “agenda bilateral 2022” para la cooperación en áreas de economía, política, salud y cultura. La cancillería chavista, siempre lista para entregar notas de protesta a gobiernos extranjeros, estaba lejos de mostrar enojo por las declaraciones del viceministro ruso que ponían en juicio la soberanía venezolana. Plasencia habría transmitido a Mélik los deseos de su jefe para sostener una conversación telefónica con Putin que sirviera para confirmar la cercanía de ambos gobiernos.

La conversación telefónica de Putin con Maduro tuvo lugar el 20ENE22. El comunicado de la Presidencia de Rusia narra que “los líderes reafirmaron su compromiso con una estrecha coordinación en asuntos internacionales de acuerdo con los principios de asociación estratégica que subyacen en las relaciones bilaterales”. Según la oficial agencia RT, el vocero de la Presidencia rusa Dmitri Peskov negó que el tema del “despliegue de bases militares rusas en Venezuela” hubiera sido tratado “específicamente” en la conversación Putin-Maduro.

Por cierto, Putin había sostenido dos días antes, el 18ENE22, una conversación telefónica con Daniel Ortega, en la cual “ambos líderes reafirmaron la importancia de continuar la estrecha cooperación en el ámbito internacional en consonancia con la asociación estratégica entre Rusia y Nicaragua”, según el comunicado de la presidencia rusa.

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El 21ENE22 la cancillería rusa publicó en su portal las respuestas de ese ministerio a preguntas de la prensa recogidas el día anterior durante la rueda de prensa ofrecida por la vocero María Zakharova, en la cual curiosamente no se había referido a Venezuela.

En los comentarios a las preguntas de la prensa, Zakharova afirmó que “las elecciones en Venezuela sin duda sirvieron para estabilizar el proceso político” en referencia a las votaciones regionales convocadas por el régimen chavista para el 21NOV21. La cancillería rusa ha creado el término “negociaciones intervenezolanas” para referirse a las pláticas entre el gobierno de facto de Maduro y representantes de partidos opositores.

En otra pregunta, Zakharova fue consultada si “¿realmente Rusia quiere revivir la URSS, el antiguo «imperio soviético» [y revivir la óptica de las “esferas de influencia” ] como creen muchos en Occidente”. La pregunta fue la oportunidad para intentar oficialmente bajarle intensidad a la reacción causada por las declaraciones del viceministro Ryabkov. “Toda una histeria surgió en el ambiente experto y político occidental tras la simple negativa del Viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia a dar una respuesta inequívoca a la pregunta sobre los posibles “planes político-militares” de nuestro país en relación con Cuba. y Venezuela”. “Histeria” es la palabra a la cual la cancillería rusa suele apelar para desacreditar las posiciones de otros países y la vocero Zakharova debió recurrir a ella.

Casi simultáneamente a la difusión de los comentarios escritos de su vocera el 21ENE22, el canciller ruso Sergey Lavrov era interrogado por la prensa en Ginebra, luego de su reunión con el secretario de Estado de EEUU Antony Blinken en relación a la amenaza rusa contra Ucrania. “¿Hablaron sobre el posible despliegue de la infraestructura militar de Rusia en Cuba y Venezuela durante las conversaciones? ¿Qué tan seriamente está considerando Rusia esta opción y qué tan realista es? ¿Hay negociaciones con los gobiernos de estos países? ¿Cuál es su posición general?” preguntaron a Lavrov. La respuesta de Lavrov fue un lacónico “Hoy no tocamos este tema” que servía para no desmentir la amenaza de extender un posible conflicto militar europeo hasta las aguas del Caribe.

El canciller de Putin prefirió atacar a Occidente alegando que las “zonas de influencia” fueron inventadas por “las potencias coloniales” y ratificó la versión rusa según la cual las conversaciones no son sobre Ucrania sino sobre las garantías de seguridad que Rusia exige a EEUU y demás miembros de la OTAN. Esa “seguridad” implica, por ejemplo, que Ucrania no se sume a la OTAN.

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Mientras Lavrov ofreció su rueda de prensa en el Hotel President Wilson donde se había producido la reunión bilateral, el secretario de Estado Blinken prefirió un salón del Hotel Intercontinental para dar su versión del encuentro. “Si alguna fuerza militar rusa cruza la frontera de Ucrania, se trata de una nueva invasión. Se encontrará con una respuesta rápida, severa y unida de EEUU y nuestros socios y aliados” afirmó Blinken en su introducción. “También sabemos por experiencia que Rusia tiene un amplio libro de jugadas de agresión sin llegar a la acción militar, incluidos los ataques cibernéticos, tácticas paramilitares y otros medios para promover sus intereses de manera agresiva sin utilizar abiertamente la acción militar”, señaló Blinken. Ningún periodista interrogó al estadounidense sobre la amenaza rusa de ampliar su presencia militar en Cuba y Venezuela.


Vía Diario Las Américas

Son casi las seis de la tarde en Caracas y Paola Martínez está llegando a su casa. A pesar de haber terminado su turno en la universidad y su empleo en un medio digital, su día laboral aún no termina. Ahora le corresponde manejar las redes sociales de una empresa y – ya entrando la noche- preparar donuts que vende a domicilio.

“Eso es lo que me ha ayudado a salir adelante. Sobre todo, por pagar la universidad, por tener una estabilidad económica que buscamos todos los jóvenes ahorita y se nos hace demasiado complicado”, explica Martínez, de 23 años, estudiante del último semestre de Comunicación Social para quien descansar es un lujo.

“A veces, trabajo todo un día y ya llega la hora de que me tengo que ir a volver a trabajar y así. Muchos días a la semana no duermo”, cuenta Martínez a VOA. Desempeñar varias labores cada jornada le permite, de vez en cuando, comer en un restaurante.

En su casa todos tienen dos o más ocupaciones para garantizarse los alimentos y pagar los servicios. Y así como la familia de Paola, también lo hace el 57 por ciento de los venezolanos, según la encuestadora More Consulting.

“Tres personas adultas, que trabajan en una casa, que no ganan sueldos mínimos, ganan mucho más y no alcanzan para tener una vida bastante cómoda”, lamenta.

Cortesía VOA

Con estudios de Contaduría Pública y Administración de Empresas, Sara Albero lleva adelante una pequeña carnicería en un vecindario pobre del este de Caracas. Por ahora, guarda sus títulos para atender otros oficios.

“Tengo 3 empleos: una carnicería, un taller de costura con mi mamá, donde diseñamos ropa y, de paso, también hice un curso hace dos años y mato unos tigritos dando masajes”, relata Albero de 38 años.

“Matar tigres” es una expresión utilizada en Venezuela para referirse a actividades adicionales al empleo fijo. Justamente, el estudio de More Consulting revela que un tercio de la población activa en el país obtiene más ingresos de estas labores complementarias que de su trabajo formal.

“Las empresas no pueden pagarte lo que tú realmente aspiras, lo que realmente necesitas para sobrevivir”, detalla Albero, quien por años llevó las cuentas de una alcaldía local, donde el salario no sobrepasaba los 200 dólares por mes.

En Venezuela, el sueldo mínimo en la administración pública no supera los 4 dólares, mientras, en empresas privadas pueden llegar a pagar entre 50 y 200 dólares por mes, según el Observatorio Venezolano de Finanzas. Pero ese último monto, sigue siendo insuficiente para mantener un hogar.

“En la Venezuela de hoy en día es más productivo tener un oficio. El técnico de mi nevera me cobra 50 a 100 dólares cada vez que viene. Un masaje cuesta 20 dólares la sesión y en una oficina te pagan 150 a 200 dólares mensual. Tú sopesas una cosa con otra”, dice Albero.

La firma Ecoanalítica calcula que una familia de cinco miembros necesita alrededor de 700 dólares mensuales para cubrir solo los gastos básicos, pero esta cifra se aleja de la realidad de las grandes mayorías en la nación petrolera, donde la pobreza alcanza al 94% de la población, según una reciente investigación de la Universidad Católica Andrés Bello.


Vía Voa

Por Yésica Sanchez en Libertad Digital

Aliocha y Yamilka tuvieron que separarse de sus hijos cuando aún eran muy pequeños para ir de ‘misión’ a Venezuela, donde fueron vejadas y acosadas.

Más de 50.000 cubanos -se cree que la cifra real puede alcanzar los 100.000- son explotados por el régimen comunista en las llamadas ‘Misiones de internacionalización’. Profesionales civiles (médicos, profesores, ingenieros, etc.) a los que envían a trabajar fuera de la isla en condiciones de auténtica esclavitud. Se apropian de alrededor del 85% de su salario, les retiran el pasaporte y les vigilan de cerca, como si se tratase de prisioneros. Muchos de ellos incluso denuncian abusos, acoso y maltrato.

La primera de estas misiones salió de Cuba el 23 de mayo de 1963 con destino a Argelia. Una expedición, formada por 54 sanitarios, que la dictadura vende al exterior como un envío de ayuda humanitaria desinteresada y sin precedentes, como se puede observar en la web del Ministerio de Salud Pública. Una imagen romántica y altruista que poco tiene que ver con la realidad que viven los cubanos que salen de misión, como explican las dos doctoras a las que LD ha recogido testimonio.

El relato de Aliocha Batista y Yamilka Izquierdo es especialmente interesante porque, durante mucho tiempo, los que salían a trabajar fuera de la isla -siempre bajo el férreo control de la dictadura- eran los sanitarios. Se conocían como ‘Brigadas médicas’. El régimen las utilizaba –y utiliza, como ha hecho durante la pandemia- para hacerse propaganda y alimentar el falso mito de la sanidad cubana.

Estas misiones han llegado a 163 países, según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Pero en 2003 hubo una campaña especial a Venezuela. Precisamente allí estuvieron las dos médicos que ahora quieren compartir su historia, con la esperanza de que el granito de arena contribuya a propiciar «el cambio». «Yo creo que le está llegando el final a este régimen, la gente está despertando. Están muriendo los que están ciegos, las personas que no ven nada más, y se está levantando un grupo de jóvenes que está cambiando el país», asegura Aliocha.

Ellas lograron fugarse. En la actualidad, viven en Bogotá (Colombia) y Virginia (Estados Unidos), respectivamente. Pero, aún hoy, recuerdan los años de misión con mucha angustia. Fueron separadas de sus familias. En ambos casos, tenían niños muy pequeños. Recibieron acoso, maltrato, humillaciones… Y, una vez lograron escapar del infierno, siguieron intentando castigarles, poniendo trabas para que no consiguieran «los papeles».

Hambre, abandono, tiroteos y agresiones

La historia de Aliocha Batista bien podría servir para escribir un guion cinematográfico. Ella es especialista en medicina familiar, ejerció como profesora universitaria en la Facultad de Calixto García de La Habana y llegó a ser Jefa del Departamento de Ciencias Básicas. Salió de misión dos veces, ambas a Venezuela. «Fui de los primeros médicos en llegar allí», señala.

La primera vez fue en 2003. Estuvo cuatro años, y la experiencia fue muy traumática. La obligaron a separarse de su hija cuando era sólo un bebé. Aún no tenía los 9 meses. Durante el primer año en Venezuela, no le permitieron volver ni una sola vez. «Fue muy duro, fue muy duro lo que vivimos», insiste, «vivimos mucho acoso de la dirección de la misión. Fue terrible, terrible… Acoso de todo tipo: psicológico, presiones, agresiones sexuales…». Lo peor que te podría pasar es «que un coordinador se enamorara de ti». «Te mandaban para al peor lugar de todos si no accedías», añade.

La doctora Batista junto a sus compañeros de misión en Venezuela

Por otra parte, los trabajadores de la misión vivían en condiciones deplorables. No recibían asistencia sanitaria cuando la necesitaban, pasaban hambre y vivían con miedo. «Nos soltaban en barrios donde había mucho peligro» sin preocuparse de nada más. «Se formaban tiroteos. Prácticamente dormíamos en el piso (suelo), no se podía dormir en la cama por si un tiro entraba», explica. Lo único que controlaban es que no se escaparan o entablaran relaciones personales con nacionales. «Pasaban sólo para ver si salíamos de allí o teníamos un novio venezolano», explica.

Se alojaban con familias de allí. En la primera casa en la que estuvo Aliocha, con sus compañeros de grupo, pasaron «bastante hambre». «Vivíamos en una casa con una mujer y su esposo. Tenían cuatro hijos y solamente trabajaba ella, en una peluquería. Se comían toda la comida que comprábamos nosotros», relata. «Bajé 10 kilos en 3 meses. Hice más dieta forzada que la que he hecho toda mi vida».

La muerte de Chávez le salvó la vida

Según cuenta Aliocha, «el hecho más traumático fue la amenaza tan terrible que recibí en la segunda misión». Todo comenzó cuando en 2007, a su vuelta, decidió -junto a su esposo- salir de Cuba. Él era misionero cristiano y «la Iglesia le estaba abriendo una oportunidad para trabajar con nuevas tribus». Tenían que intentar aprovechar esa circunstancia, aunque sabían que no sería fácil. «Nosotros somos prisioneros del imperio, prisioneros de ellos, de esa dictadura comunista», asevera.

Así que hicieron los trámites «sin que nadie lo supiera, todo bien escondido». Su marido logra salir con esa «invitación que le hace la Iglesia» y entonces «pide para que vayan los niños», que pudieron reunirse con su padre aprovechando un periodo vacacional, el 21 de agosto de 2012. A partir de ese momento, a ella -aún en Cuba- le tocó fingir que todo era normal y ellos iban a volver. Así, durante 8 meses. «Fue la experiencia más terrible para mi vida. Debuté con hipertensión, todo porque tenía que estar viviendo una doble vida». La estaban vigilando. «Me visitaban en mi casa», señala.

Debían sospechar, porque el Gobierno cubano retrasó todo lo posible la salida de su segunda misión. En 2013, cuando por fin llegó a Venezuela -esta vez lo deseaba con todas sus fuerzas- pidió un traslado. Estaba en Maracaibo y quería irse a Monagas, para estar cerca de su familia. Pero se enteraron, la amenazaron con darle «fin de misión» y le quitaron el pasaporte. Ni siquiera podía salir de la casa donde se alojaba. «Yo era una posible desertora», explica.

Aliocha atendiendo pacientes durante su misión en Venezuela.

La situación se había complicado mucho, pero un golpe del destino cambio su suerte. «Lo que a mí me salva la campana es que se muere Chávez», exclama. Corría el 5 de marzo de 2013. El caos se apoderó de la ciudad. A ella la encerraron en una de las casas en las que alojaban a cubanos de misión. Tenía una reja y pensó que poco podía hacer. Pero «un ángel» de carne y hueso la ayudó. Era profesor. «Dejó la llave», indica. «Yo creo que lo hizo intencional, aunque él no me lo dijo de frente».

En ese momento, emprendió su fuga. En primer lugar, tuvo que averiguar qué llave de aquel manojo abría cada uno de los tres candados. Y hacerlo «sin hacer bulla», eran cerca de las cuatro de la madrugada. Cuando logró salir, allí estaba él… Mirándola. «No me despidió ni nada, pero realmente fue un ángel». Entonces, salió corriendo, saltó una valla de dos metros, escalando por los barrotes terminados en punta… Y pudo escapar.

La recogió uno de los pastores que trabajaba con su marido. La llevó a su casa, le facilitó lo necesario y le consiguió un billete de autobús a Caracas, donde la estaban esperando otras dos hermanas de la Iglesia. Ellas la llevaron a una vivienda donde se reunió con su familia y estuvo escondida durante tres meses. Después, inició los trámites para legalizar su situación. Una odisea que daría para varios capítulos de un libro.

Sin tener resuelto el tema de «los papeles», tuvieron que marcharse del país. «La gente de la izquierda empezó a amenazar a los cubanos que estábamos allá», por tratar de advertirles. «Nos encargábamos de decir que Venezuela iba para donde estaba Cuba» y ellos pensaban que «estábamos echando a perder allá la revolución».

A su marido llegaron a secuestrarlo. Incluso «le dispararon tres veces», asegura, pero «gracias a Dios, esa arma se encasquilló y, por la gritería de mi familia, vino mucha gente a ayudarnos». «El Señor no lo permitió», sentencia. Pero temían por sus vidas y se marcharon. «Desde el año pasado, somos refugiados políticos colombianos, tanto del régimen de Maduro como del régimen de los Castro».

Intercambio de médicos por petróleo

Yamilka Izquierdo tiene 49 años de edad y es especialista en medicina integral. Como la mayoría de sus compañeros de la universidad, salió de misión en cuanto se graduó, en 2003. Cuba se había convertido en una especie de exportador de médicos y hacía lo que fuese necesario para cumplir con los acuerdos alcanzados con países como Venezuela, con el que intercambiaba sanitarios por crudo. «La misión estaba necesitando más médicos y se graduó de manera acelerada a esa promoción de especialistas», asegura.

En un primer momento, no la obligaron. Se fue porque no encontró «mejor solución», dada la situación en la isla caribeña. Pero el precio fue demasiado alto. «Dejé a mi hija muy pequeña, de 3 años, con su papá. Estuve durante 10 largos años entrando y saliendo del país. Cada vez que decidía terminar la misión y regresaba a Cuba, la economía estaba peor y no había más remedio que volver a salir».

«Mi hija creció sin tener a su mamá al lado», lamenta, «y eso es una realidad que tienen miles de cubanos. No solamente madres, también padres». Por otra parte, mientras estaba en la misión, falleció su madre. No pudo despedirse. «Cuando pude entrar a Cuba ya estaba muerta». Además del coste personal, el trabajo no era muy alentador, dada «la persecución que se vivía por parte de los miembros de la seguridad de Cuba que estaban en Venezuela».

Los médicos estaban sometidos a muchísima presión para que las cifras cuadraran. La dictadura engordaba la cuenta y ellos tenían que hacer los ajustes necesarios para que no se notara. «Había que estar tratando todo el tiempo que las estadísticas cuadraran con los datos esperados por la Jefatura de la misión», explica. De ellos dependía «el pago de Venezuela».

Tampoco era fácil «vivir con los nacionales» hasta que -años más tarde- se crearon «los módulos». Se producían «conflictos» e incluso «agresiones». Y esto les llevaba a continuas mudanzas. Después de 10 años con esa tensión, Yamilka decidió dejar las misiones y estudiar una nueva especialidad, comenzar una nueva vida. Pero el régimen comunista tenía otros planes para ella.

«Yo quería hacerme angióloga» y «continuar la vida en familia», asegura. Pero se lo negaron. Se iniciaba una nueva misión en Brasil y no tenían suficientes relevos, le dijeron. Así que no le autorizaron que iniciara los estudios deseados. A cuenta de que «la educación es gratis», «todo está bien dirigido, no puedes estudiar lo que tú quieras», asevera.

Cuando la suerte no te sonríe

Pasado un tiempo, el poco dinero que pudo ahorrar durante la misión en Venezuela se agotó y se fue a Brasil, como le pedía el Gobierno cubano. Era una misión de 3 años. Los cumplió, «que era mi compromiso», pero ya no regresó a Cuba. Quería salir del país «de una manera legal», pero «no la había». Sólo podían hacerlo «desertando» o a través «de un programa, que ya desapareció, que permitía a los profesionales cubanos emigrar a los Estados Unidos con su familia». Así que intentó hacerlo por la segunda vía. «Solicité visa para los Estados Unidos en el Consulado de Sao Paulo, donde yo vivía», explica.

Según el mencionado programa, Yamilka tenía que haber podido llevar con ella a su familia en menos de tres meses. «Muchos médicos lo lograron hacer», exclama. Pero tuvo la mala suerte de que hubo problemas con la documentación de su hija y en ese ínterin la situación cambió. «Cerraron la embajada, quitaron el programa y eso nos dejó en un limbo… Con la familia en Cuba, con toda la tramitación hecha y después de 2 largos años de estar esperando que se nos diera una respuesta, nunca se nos dio».

Entonces, decidió iniciar la documentación «por la vía normal» que utilizan «los emigrados». Aún hoy está «en la espera», su hija sigue en Cuba y Yamilka no puede entrar en su país. Es «el castigo» por no haber regresado al finalizar la misión. Ha llegado a estar 5 años sin poder abrazarla, hablando con ella sólo a través de Internet. Sólo en una ocasión le dejaron entrar en el país para verla. Fue porque tuvo problemas psicológicos y psiquiátricos graves, y pidió una visa humanitaria que le permitió estar con ella durante 15 días. Hoy, su pequeña ya tiene 21 años y lleva tres años «sin poder abrazarla, sin poderla besar».

Historias como esta llevan a la «desesperanza» al pueblo cubano, que «ha perdido el deseo de vivir», reflexiona Yamilka. «La situación política de Cuba es bien deprimente», afirma, «por esa situación de que un grupo de personas se crea con el derecho a dirigir la vida de millones». Algo que ha sido posible gracias al «nivel de adoctrinamiento» que el régimen comunista ha conseguido. «Es una estrategia muy bien diseñada», pero «yo estoy en las que se dan cuenta de que el cuento no es como te lo contaron».

Ella abomina «la doble moral» de los dirigentes cubanos. «Están persiguiendo a todo el mundo, mientras que ellos están robando», afirma. Eso la entristece y llena de rabia. Ha necesitado alejarse, para minimizar el dolor. Pero «yo amo a Cuba, eso no me lo quita nadie», sentencia. «Sueño con volver a caminar por sus calles, lloro cuando oigo música cubana, se me eriza la piel con el himno nacional, tengo dos banderas en mi casa y también un cuadro con una palma real que me recuerda que soy cubana todo el tiempo». «Ellos me pueden quitar el derecho a entrar en mi patria, pero nunca el derecho a sentir amor por Cuba».

El fin de la Guerra Fría y la caída del comunismo produjeron la reconfiguración del territorio europeo. No se trató solo de un cambio de régimen. Tres Estados—la Unión Soviética, Checoslovaquia y Yugoslavia—se transformaron en 22 de la noche a la mañana. Ocurrió de manera pacifica, en el divorcio de terciopelo de Praga y Bratislava, pero también con guerra y genocidio hasta bien entrado el siglo XXI, en los Balcanes.

Las propias alteraciones cartográficas—o sea, la inestabilidad de la institución política primordial, el mapa—revelan que la promesa de un nuevo orden internacional en los noventa nunca llegó a concretarse. De hecho, publicado en 2014, “World Order” de Kissinger es en realidad acerca del “desorden” de la post-Guerra Fría. Desde entonces, ello se ha visto reforzado por la confluencia de dos tendencias mutuamente complementarias: un nuevo soberanismo estatal y el resurgimiento del sentimiento nacionalista.

El reclamo soberanista propone un orden que vuelva a poner el centro de gravedad en el Estado. Una reacción “neowestfaliana” si se quiere, se expresa como una suerte de post-multilateralismo crítico de las instituciones que forjaron la gobernabilidad internacional desde 1945. Nótese que dicha posición ha adquirido protagonismo tanto bajo un orden político democrático—por ejemplo en el Reino Unido—como autocrático—por ejemplo en Rusia—y en contextos culturales también marcadamente divergentes.

El nacionalismo, a su vez, descansa sobre la idea que el Estado, una construcción jurídica y política, es—o debería ser—el reflejo de una comunidad relativamente homogénea étnica y culturalmente, organizada en base a identidades y anhelos comunes. El problema de esta visión es que la vasta mayoría de los Estados son multinacionales, formados por múltiples y diversas comunidades, de ahí que sean esencialmente heterogéneos. Ello subraya que la utopía del nacionalismo es problemática para crear un orden político inclusivo, pacífico y mínimamente democrático.

O sea, es una receta para la autocracia que, en Rusia, además evoca nostalgias imperiales. Es el caso de Putin, cuya política exterior, obligada a recuperar la influencia perdida con la disolución de la Unión Soviética, incluye recorrer Europa buscando personas con ancestros rusos a quienes les concede pasaportes y pensiones del Estado. Herencia del periodo de sovietización en los países bálticos y en Ucrania, esa es la base sobre la cual Putin planta su bandera, declara soberanía y cambia el mapa.

Lo hace por medio de plebiscitos de dudosa legitimidad, invasiones y acciones terroristas de “rusos étnicos”. Paradójicamente, Putin auspicia en Ucrania exactamente lo mismo que padece en Chechenia y Daguestán. Mientras los separatistas ucranianos derriban aviones civiles, como el vuelo 17 de Malaysia Airlines en julio de 2014, los Chechenos asaltan teatros y masacran al público. La lógica es idéntica.

En otras palabras, con el manual nacionalista en mano, las cien mil tropas rusas estacionadas en la frontera con Ucrania no estarían preparando una invasión sino cumpliendo con el mandato de la Gran Madre Rusia: regresar a casa a socorrer a sus hijos, reunificar a esa gran familia extendida y completar la tarea iniciada en 2014 con la anexión de Crimea y la ocupación militar de las provincias (oblast) de Donetsk y Luhansk.

Es decir, la amenaza de Putin de hoy es redundante, dicha invasión comenzó hace siete años. Al igual que en América Latina, donde también amenaza con hacer lo que ya hizo, enviar tropas y equipamiento a Venezuela (y Cuba), ahora como elemento de presión a Estados Unidos y OTAN en relación a la crisis ruso-ucraniana. De hecho, información de inteligencia habla de dos bases rusas operativas en Venezuela desde 2018: una en la ciudad de Valencia, estado Carabobo, y la otra en Manzanares, estado Miranda.

Lo nuevo ahora es la expansión de la geografía del conflicto. En la Guerra Fría, el continente americano estaba fuera de las hipótesis de guerra a consecuencia de la negociación que resolvió la crisis de los misiles en 1962. El “campo de batalla” siempre estuvo en Europa. Hasta los tratados de armas nucleares limitaban el alcance mutuo de misiles, pero no así a territorio europeo. Europa siempre es el escenario, pero Putin acaba de poner al hemisferio occidental en el radar bélico; América es ahora otra variable en la ecuación militar.

Putin es un arriesgado jugador. En el lenguaje de las relaciones internacionales su estrategia es pura “brinkmanship”. Su país no puede financiar un esfuerzo bélico sostenido, no tiene los recursos ni la infraestructura necesarios. Cuenta con las armas heredadas de su pasado de superpotencia, pero su economía es más pequeña que la de Italia y apenas por encima de la de Brasil. No obstante, con su extraordinaria audacia, Putin pone al mundo, y a Rusia, al borde del desastre con frecuencia.

Y también de rodillas. En parte lo logra por la inacción y el desconcierto de Occidente, hay que decirlo. Los funcionarios de la Administración Biden no hablan con una sola voz. Algunos prometen una “respuesta decisiva” a cualquier incursión en Ucrania. Otros prometen “duras sanciones económicas”, en caso de producirse; lo cual no suena proporcional a la gravedad de la crisis ni parece suficiente para disuadir a Putin.

El Presidente, por su parte, pareció considerar la ocurrencia de dicha invasión poco menos que un hecho consumado. Las inconsistencias en el mensaje reflejan contradicciones en el abordaje de la crisis. Ello evoca las líneas rojas de Obama a Al-Assad, aquel ultimátum sin efecto alguno—la guerra civil siria se convirtió en un genocidio que dura hasta hoy—o la misma partida de Afganistán, que dejó detrás caos y pérdida de credibilidad.

Los europeos, a su vez, no lo están haciendo mejor, debe destacarse. Ucrania pidió armamento defensivo como ayuda para hacer frente a la amenaza, a lo cual el Reino Unido accedió. Alemania optó por la posición apaciguadora, argumentando que enviar armamento solo agravará la situación. Ello como muestra, este Occidente de hoy parece ser capaz de renunciar a sus principios y abandonar a sus aliados.

Como construcción política y económica, el orden liberal internacional post-1945 tenía una operación sistémica. La estabilidad de todo sistema depende de la cooperación entre sus miembros, tanto como de la capacidad del mismo de sancionar a los infractores. Para ello depende de convencer a los adversarios sobre la conveniencia de abandonar posturas agresivas y reasegurar a los aliados que cuentan con su protección.

Y hacerlo de ser necesario. Como en 2014, esta crisis es el test de Litmus para probar si ello ocurre todavía, si los infractores serán sancionados y los aliados, protegidos.

@hectorschamis

El Instituto Prensa y Sociedad Venezuela (IPYS) denunció que el vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello, mostró afiches de periodistas con las palabras «se busca» y «ladrón» en su programa Con el Mazo Dando.

Cabello, quien también es diputado a la Asamblea Nacional, realizó esta acción el 19 de enero la cual desencadenó una «persecución discursiva y judicial» contra estos periodistas y dirigentes de la oposición.

Los comunicadores sociales que nombró fueron: Carla Angola, Leopoldo Castillo, Luis Carlos Díaz, Naky Soto y Alberto Rodríguez Palencia.

IPYS manifestó a través de Twitter que Cabello en reiteradas ocasiones ha arremetido contra periodistas.

«Se buscan por ladrones todos», escribió IPYS citando las palabras de Cabello durante su programa.

Algunos políticos de la oposición que también salen retratados en los afiches son: Juan Guaidó, Freddy Guevara, Tomás Guanipa, Miguel Pizarro, Stalin González, Iván Simonovis, Leopoldo López, Carlos Vecchio, entre otros.

Por su parte, los periodistas mencionados por Cabello han recibido mensajes de solidaridad y apoyo como el de la fundadora del medio de comunicación Efecto Cocuyo, Luz Mely Reyes, defensores de derechos humanos como Liliana Ortega, cofundadora de Cofavic, Rafael Uzcátegui, coordinador general de Provea, entre otros.

Esteban Trapiello hizo lo mismo

El sábado 8 de enero el Sindicato Nacional Trabajadores de la Prensa (SNTP) denunció que el empresario Esteban Trapiello acusó de «ladrones» a varios periodistas venezolanos.

A través de Twitter el SNTP alertó a las organizaciones de derechos humanos y organismos internacionales a que hagan seguimiento a la campaña de descredito contra los periodistas: Pedro Pablo Peñaloza, Gabriel Bastidas, Luis Carlos Díaz, Naky Soto, Alberto Rodríguez Palencia, Carla Angola y Leopoldo Castillo.

El empresario Esteban Trapiello publicó el viernes 7 de enero varios mensajes en su cuenta de Twitter, prácticamente iguales, solo cambiando algunas palabras, en los que calificó de «enchufados ladrones» a los periodistas anteriormente mencionados sin presentar pruebas en su contra.

Luego de estas acusaciones, Diosdado Cabello y simpatizantes oficialistas se sumaron al ataque hacia los comunicadores.

El expresidente estadounidense Donald Trump aireó este sábado sus teorías de la conspiración sobre las elecciones de 2020 y el asalto al Capitolio, en un mítin que sirvió para marcar la pauta de la campaña republicana para los comicios legislativos de noviembre.

En su primer acto político del año, el que fuera presidente entre 2017 y 2021 prometió a sus seguidores que el Partido Republicano ganará las elecciones de medio mandato en noviembre y “recuperará la Casa Blanca” en las de 2024, pero no llegó a precisar si él mismo se presentará a esa última cita con las urnas.

“Vamos a organizar un regreso como el que nunca antes se ha visto”, dijo Trump a cientos de sus seguidores en Florence (Arizona) durante un mítin que duró más de hora y media.

El exmandatario se refería a las elecciones legislativas de noviembre, en las que todo apunta a que los republicanos, un partido sobre el que él mantiene todavía un férreo control, retomarán el control de la Cámara Baja y posiblemente del Senado, además de controlar otros muchos cargos estatales.

Su discurso pretendía seguir de guión a los candidatos republicanos que quieran ganar en noviembre, pero al mismo tiempo siguió el patrón clásico de los que Trump solía pronunciar durante sus campañas de 2016 y 2020, con los mismos ataques a los inmigrantes o los medios de comunicación que vuelven locos a sus seguidores.

Dardos a Biden

De ahí pasó a criticar la gestión de Biden, de quien dijo que ha causado más “problemas y más destrucción” en el último año que “cinco presidentes juntos”.

“Nos estamos convirtiendo en una versión a gran escala de Venezuela, que hace 20 años era un país muy exitoso y ahora no tienen comida, no tienen agua, todo el mundo se muere, lo gestiona un grupo horrible de asesinos”, recalcó.

Trump hizo gala de su nacionalismo con tintes autocráticos, al lamentar que Estados Unidos ya no hable supuestamente de su “grandeza”, sus “militares y su poder” como otros países, sino que lo haga del “medio ambiente, el covid-19” y “la raza”.

El expresidente Donald J. Trump sube al escenario en su mitin Save America en Florence, Arizona, el sábado 15 de enero de 2022.
Foto Antranik Tavitian/The Republic

El expresidente fustigó a su sucesor por los problemas en la cadena de suministros y en la inflación, el volumen de contagios causado por la variante ómicron y su intento de forzar a vacunarse a la mayoría de los trabajadores de empresas privadas del país, frenado por el Tribunal Supremo esta semana.

“Demócratas radicales, dejen a nuestros niños tranquilos con su poderoso sistema inmune”, clamó Trump, cuyos seguidores son en muchos casos reacios a vacunarse contra el coronavirus.

En el plano internacional, dijo que Biden ha “humillado completamente” a Estados Unidos, y que Rusia “no solo está amenazando a Ucrania”, sino también “a Cuba y Venezuela”, algo que consideró como una “falta de respeto”, un problema que, aseguró, nunca existió durante su mandato.

Trump se refería a las declaraciones del viceministro ruso, Serguéi Riabkov, que esta semana no descartó el despliegue de infraestructura militar en Cuba y Venezuela, aunque la Casa Blanca opinó después que esos comentarios podían ser simplemente una “fanfarronada”.

También agitó el miedo respecto a la inmigración ilegal, al asegurar de forma hiperbólica que la frontera con México “se ha abolido” y “millones y millones y millones” de indocumentados están entrando en el país, algo falso, puesto que la mayoría de los que llegan son deportados automáticamente.

El 6 de enero

Trump había prometido exponer en este mítin sus ideas sobre el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, después de cancelar una rueda de prensa que inicialmente tuvo previsto dar en el primer aniversario de ese ataque protagonizado por una turba de sus simpatizantes, y que finalmente canceló.

Lejos de profundizar en lo sucedido ese día, sin embargo, Trump se centró en criticar al comité que investiga los hechos, que tildó de “estalinista”, y en alegar que entre la multitud que irrumpió en el Congreso había “informantes del FBI”, una teoría que defienden sus seguidores y sobre la que no hay pruebas.

También describió como “prisioneros políticos” a los más de 700 imputados por delitos relacionados con el asalto, que se saldó con cinco muertos y 140 agentes heridos.

“Si creemos que son inocentes, deberíamos ayudarles a defenderse”, afirmó el exmandatario, que no recibió una respuesta demasiado cálida de la audiencia en ese tramo de su discurso.

Lo que sí entusiasmó a los asistentes fueron sus ataques al presidente estadounidense, Joe Biden, y al Partido Demócrata; así como sus denuncias sin pruebas de que hubo un fraude en las elecciones de 2020, que él perdió.

“La verdadera insurrección tuvo lugar el día de las elecciones, el 3 de noviembre”, subrayó el mandatario.

Arizona es uno de los estados clave que Trump perdió por un margen de apenas unos miles de votos en 2020, y no dudó en mentir al respecto nada más comenzar el mítin, al asegurar que tuvo “una tremenda victoria” que le “arrebataron” en ese territorio.


Via agencia EFE

A través de un comunicado, Vente Venezuela se refirió a la amenaza de la Cancillería de Rusia según la cual, de avanzar los ataques de la OTAN en Europa del Este, instalarían en Venezuela los recursos militares necesarios para hacer frente a EE.UU. Al respecto, el partido venezolano recordó que Occidente enfrenta fuerzas oscuras que prometen desestabilizar la región

A continuación, el texto íntegro del comunicado:

Venezuela ya está intervenida y ocupada por fuerzas externas y paramilitares. Durante muchos años, el régimen, primero con Hugo Chávez y ahora con Nicolás Maduro, ha fortalecido una narrativa contra la invasión de fuerzas extranjeras, amparándose en el principio de Autodeterminación de los Pueblos. Mientras, la bandera iraní era izada en el centro de Caracas, los cubanos fortalecían su control en áreas medulares de inteligencia nacional, se estrechaban los vínculos con China, la guerrilla ocupaba más territorio y ahora se pretende usar nuestro suelo como base para un operativo militar ruso que tendría como objetivo presionar a Estados Unidos.

Según el anuncio del vicecanciller de Vladimir Putin, el Kremlin estaría considerando un despliegue militar en Venezuela y Cuba como respuesta al avance de la OTAN en Europa del Este. Sin embargo, Rusia está presente en Venezuela desde hace mucho tiempo y su gobierno no está dispuesto a dejar de armar al régimen de Maduro por un conflicto geopolítico cuyo núcleo hoy se encuentra en Ucrania.

La cooperación entre Rusia y Venezuela ha sido vendida bajo el velo de relaciones comerciales, pero los rusos son aliados políticos y energéticos del régimen venezolano, con quienes han firmado al menos 260 acuerdos, la mayoría de ellos con fines militares. La cifra invertida en armamento, desde 2005, de acuerdo con información del Center for a Secure Free Society, serían unos 11 mil millones de dólares. Todo, a cambio de ceder a los rusos el control casi total de la Cuenca del Orinoco para la explotación minera y petrolera.

Pero los vínculos no acaban allí. Incluso, el gobierno de Vladimir Putin acompañó al oficialismo en el proceso de diálogo político en México y hace dos meses, el canciller de Nicolás Maduro, Félix Plasencia, estuvo en Moscú para discutir temas comunes, como la cooperación armamentística, energética e ideológica, aun cuando es sabido que Rusia adelanta una guerra híbrida que no se limita a equipos y apoyos militares tradicionales. Esto incluiría asesoría en espionaje, estrategia, inteligencia y toda una política interior sometida a las prioridades del eje Rusia-Cuba-China.

Estos regímenes comparten la lógica de un enemigo común: Estados Unidos, y junto a Irán, propician todo tipo de actividades para desestabilizar a la Casa Blanca desde distintos puntos de América Latina, como Cuba, Nicaragua y Bolivia, además de Venezuela.

En el marco de ese panorama, Venezuela sería el epicentro de una estrategia antioccidental que amenaza con destruir las democracias de nuestra región y expandir la influencia de regímenes criminales dispuestos a todo para mantener el poder.

Occidente y los países de esta región no pueden, ni deben permitir esto. En Venezuela no puede permanecer un Estado fallido, con fines expansionistas, que somete a su población al hambre y al exilio, y que pone en peligro a las naciones de este hemisferio.

Por eso, desde nuestra organización hemos insistido en no perder más tiempo en distracciones que sólo ratifican la necesidad de legitimación que tienen Maduro y los suyos. Debemos avanzar con un instrumento de fuerza que nos permita desmontar todo un sistema complejo, adaptativo y criminal que tiene múltiples ramificaciones, y en el cual convergen distintos actores del plano geopolítico mundial.

Desde la Fracción 16 de Julio, en la Asamblea Nacional, se solicitó al menos 17 veces la activación del Tratado de Asistencia Recíproca (Tiar), aludiendo a la legítima defensa de Venezuela, como Estado miembro de ese acuerdo, frente a la agresión permanente de un régimen que ponen en riesgo a sus ciudadanos y a la propia región. La crisis humanitaria, los nexos de Maduro con el crimen y el narcotráfico internacional, la presencia de grupos terroristas y las suficientemente documentadas violaciones a los derechos humanos son justificación suficiente para activar este mecanismo.

Lo que exigimos al mundo es el ejercicio de este principio aceptado en las Naciones Unidas, que es la responsabilidad de proteger, olvidada tras meses de discusiones estériles y juegos de reconocimiento que solo han fortalecido al régimen. Las horas que vivimos así nos lo demanda, y eso sólo será posible gracias a la alineación de la fuerza y rebeldía ciudadana, junto al trabajo permanente de aliados internacionales ganados a nuestra causa.

Finalmente, si algo ratifica esta declaración de la Cancillería de Rusia es lo que durante años hemos advertido desde Vente Venezuela, pese a la banalización que se ha hecho del tema: la crisis y la importancia de resolver el conflicto en Venezuela no es sólo de orden humanitario, es también un problema de seguridad nacional y hemisférica. O lo atacamos y resolvemos juntos o juntos también padeceremos las consecuencias del avance de ese gran movimiento antioccidental y criminal.

Hombres y mujeres siguen manifestando su parecer sobre la situación venezolana en un contexto en el que olvidarse de la política y sobrevivir es la consigna.

Por Gisela Kozak Rovero en Letras Libres

Participar en la arena pública venezolana no es fácil. Los medios de comunicación independientes han sido reducidos a su mínima expresión y las redes sociales se han convertido en la vía expedita para el debate público en un país con el peor ancho de banda de internet de la región. Actividades como la docencia universitaria han devenido en apostolados sin rédito económico, en particular en el sector público; mis colegas afincados en Venezuela no viven de la docencia, sino de otros trabajos o de la ayuda de familiares en el exterior. En cuanto a artistas y escritores, su alcance se ha reducido a consecuencia de la situación del sector cultural en el país. Además, figuras importantes de la televisión y la radio, otrora líderes de opinión, no cuentan con la audiencia del pasado.

Sin embargo, ya sea por medio de artículos en medios digitales o de las redes sociales, hombres y mujeres de pensamiento siguen manifestando su parecer sobre la situación venezolana en un contexto en el que olvidarse de la política y sobrevivir es la consigna. Comparten su descontento y sus ideas sobre el futuro para sus seguidores, sin impacto en la mayoría de la población y en el fracasado liderazgo político. Incluso, algunos se dan el lujo de ser optimistas y registran mejoras en la vida colectiva: hay más gente en los centros comerciales y se ha estabilizado el abastecimiento. No nos tengan lástima, no estamos tan mal. Desde luego, no todos los intelectuales opinan así. Miguel Ángel Campos o José Rafael Herrera, residentes en Venezuela, mantienen una crítica implacable contra la tiranía madurista.

Ciertamente, el abastecimiento ha aumentado en relación con períodos como el de 2018 y 2019, pero la CEPAL, el Banco Mundial y Naciones Unidas coinciden en señalar como grave la situación de Venezuela. Se calcula nada más y nada menos que un noventa y cinco por ciento de pobreza, sin mencionar el descalabro político. Tan es así que el veinte por ciento de la población ha emigrado, lo cual sin duda ha incidido en que se perciba un mayor bienestar por la simple razón de que hay menos gente pujando por los servicios públicos, el empleo y los productos disponibles, por no hablar del ingreso por las remesas desde el exterior. No sobran razones para alabar el presente, a menos que se viva en una burbuja y se compare la situación actual con la vivida en los aciagos años pasados. Luce factible que aquí resida la razón de la renovada fe de algunos intelectuales, pero se debe ir más allá.

Puede que la clave de la conducta de nombres tan relevantes como Rafael Arráiz Lucca reside en que no son objeto de persecución y pueden seguir su trabajo con grandes limitaciones pero sin mayores sobresaltos. Si bien la tortura, el asesinato y la cárcel son una política de Estado, como indican los informes de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, las víctimas suelen formar parte de sectores como el militar, el político y el del activismo social. En Venezuela no ha existido una Ana Ajmátova o un Andrei Sajarov. La revolución evita este tipo de heroísmo pues le basta y le sobra con haberle partido el espinazo a la educación pública, dominar la comunicación y haber arruinado al sector cultural estatal.

Los intelectuales resisten y se adaptan ante un gobierno que los deja en paz. Sobreviven al colapso y siguen enseñando y escribiendo en condiciones realmente inhóspitas. Lejos de mí cuestionar a mis colegas del mundo literario y universitario por continuar sus vidas y su labor intelectual en el contexto de la tiranía madurista. Los que cuentan con una obra sólida ya le han dado al país lo suficiente como para que se les agradezca eternamente. Pienso en gente como Ana Teresa Torres, Yolanda Pantin, Gioconda Cunto de San Blas, Benjamin Sharifker, Elías Pino Iturrieta y el propio Rafael Arráiz Lucca. Igualmente, y más allá del sector propiamente intelectual, la gente que publica libros, ejerce el periodismo, hace teatro o mantiene una librería merecen el respeto más sincero.

Lo que me causa perplejidad es el optimismo que olvida la tragedia infinita que significa el triunfo de la revolución, no el que mantiene la esperanza y el coraje. Los caminos de la resistencia cultural en Venezuela enfrentan, lo que no es poco, el optimismo frívolo alimentado por la otrora abundante renta petrolera y los hábitos letales de la corrupción y el amiguismo. En un país en el que se piensa que el problema del agua potable se resuelve cavando pozos en cada edificio y el de la electricidad con plantas particulares, la sedimentación de un ethos colectivo propicio para una resistencia al estilo de la rusa, la polaca o la checa es una tarea muy cuesta arriba. Tal resistencia tendría que partir de una labor de minorías convencidas de su misión y que no se tragan el cuento chino de que un gobierno de corte totalitario les va a dar oportunidades electorales o económicas reales. Llevar a cabo esta actividad en el terreno es muy difícil. Puede ser más expedito conformarse con mínimos espacios.

Hablar desde el extranjero complica los debates, incluso para quienes salieron del país hace pocos años y compartieron directamente la desgracia revolucionaria. Si por una parte existen vasos comunicantes entre los intelectuales dentro y fuera de Venezuela, las diferencias surgen inevitablemente. Se organizan eventos, circulan textos, hay asociaciones académicas y profesionales y una declarada voluntad de estar en contacto, pero no es fácil juzgar de manera favorable la adaptación a las dinámicas dictatoriales presentada como un avance, luego de todo lo ocurrido en Venezuela. Hablar de apertura, de normalización de la vida democrática, de apuestas por elecciones, no resiste un mínimo análisis con datos en mano. Tal vez sería más honesto admitir que, así como es preferible cavar un pozo en residencias particulares a quedarse sin agua, pese a las consecuencias ecológicas de este tipo de soluciones, mantenerse activo en una burbuja es preferible a sucumbir y cruzarse de brazos. Se trata de una apuesta personal que ayuda a sostener a la gente joven y a mantener viva la posibilidad de entender, pensar y crear. Es un propósito legítimo, aunque sea de lamentar que, en algunos casos, venga acompañado de una retórica más cercana a la autoayuda que al coraje y a la ética.


Es escritora. Por veinticinco años fue profesora de la Universidad Central de Venezuela. Su libro más reciente como autora, editora y compiladora (junto con Armando Chaguaceda) es La izquierda como autoritarismo en el siglo XXI (Buenos Aires: CADAL, Universidad de Guanajuato, Universidad Central de Venezuela, 2019). Reside en Ciudad de México.

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