La Sede Vacante es una “situación” que ocurre en la Iglesia Católica Universal cada vez que haya ausencia de Papa. Cuando llega el fin de un papado, empieza el estado de Sede Vacante que solamente termina cuando sea elegido un nuevo Romano Pontífice. Puede ser por muerte (la razón más habitual), o por renuncia (la menos frecuente). En cualquiera de los dos casos los procedimientos para elegir a un sucesor son iguales, pero los protocolos previos a la convocatoria del Cónclave tienen sustanciales diferencias.
Por: Andrés Gil Gómez – El Nacional
Todo está regido y establecido en las normas del Derecho Canónico y en la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis.
En caso de muerte del Papa
El fallecimiento por cualquier causa, activa en la Santa Sede unos mecanismos para la constatación del deceso del Santo Padre, la realización de Funerales de Estado, la revisión del estado de la Iglesia y la elección de un sucesor con la mayor rapidez posible.
La muerte de un Papa es un acontecimiento de tristeza para la Iglesia Católica Universal, pero la búsqueda y nombramiento de uno nuevo es motivo de esperanza para los fieles y para los religiosos.
Todo el proceso mantiene un estricto protocolo:
1. La verificación:
La muerte de un Pontífice debe ser verificada y comprobada por métodos no forenses, mediante las tradiciones contempladas en la Constitución Apostólica. Cada Papa puede introducir algunos cambios en la verificación, anuncio y ceremonias fúnebres, para ser aplicados según su deseo post-mortem.
La verificación está a cargo del Camarlengo de la Santa Iglesia Romana, un cardenal integrante de la Curia Romana con antigüedad, nombrado por el Papa para ese papel. En la actualidad, el Camarlengo es el cardenal irlandés Kevin Joseph Farrell. Él debe tocar (o golpear con suavidad) tres veces con firmeza la frente o la cabeza del difunto con un martillo y llamarlo por su nombre de bautizo en varias ocasiones. En el caso del papa Francisco, le llamarán “Jorge Mario”.
Cuando haya certeza de que no responde, estará confirmado el fallecimiento. A continuación, el Camarlengo destruirá el Anillo del Pescador que ha llevado el Papa en su pontificado, que será una señal del final de su gobierno. También procederá a sellar el aposento donde ha ocurrido el deceso.
Es habitual que los Papas mueran en algún dormitorio privado del Palacio Apostólico en el Vaticano, el mismo dónde ha pasado su vida él, pero no siempre ocurre así. En cuanto a Francisco, no ha residido en el Palacio sino en Casa Santa Marta, también en el Vaticano.
El Camarlengo asume la administración temporal de la Iglesia, para efectos de coordinación y funcionamiento, pero no tiene autoridad para tomar decisiones sobre dogmas o cuestiones de la Fe.
Antes, también habrá una verificación clínica y/o forense de la defunción.
2. Anuncio:
Una vez cumplidos los procedimientos de verificación, a los cuales, además del Camarlengo, también acuden los más cercanos colaboradores del Papa (secretario de Estado, prefectos de Dicasterios, secretarios y ayudantes, confesor), inicia la fase de notificación de la muerte a los fieles de todo el mundo a través de los medios de comunicación.
Del anuncio público se encarga el rector del Colegio Cardenalicio, que en la actualidad es el cardenal italiano Giovanni Battista Re. Él debe presentarse ante los medios de comunicación para informar sobre la triste noticia para la Iglesia Católica Mundial, al tiempo que la Secretaría de Estado envía telegramas con la “mala nueva” a las Nunciaturas Apostólicas, a las embajadas acreditadas en la Santa Sede, a los gobiernos, a los organismos internacionales, a las otras Iglesias y a las Conferencias Episcopales.
3. Ritual fúnebre:
Según la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, los rituales fúnebres para despedir a un Papa deben corresponder a los del Jefe del Estado Vaticano, guardando la solemnidad, protocolo y nivel de personajes invitados.
Las primeras ceremonias fúnebres son privadas. Con la coordinación del Camarlengo y del rector del Colegio Cardenalicio, son convocadas reuniones previas. El cuerpo del Papa es vestido con los ornamentos litúrgicos, habitualmente sotana blanca, casulla roja y mitra blanca.
El cuerpo es expuesto en la Capilla Sixtina para el homenaje de los integrantes del Colegio Cardenalicio.
Un día después, es trasladado al altar mayor de la Basílica de San Pedro, ubicado sobre un catafalco para empezar a ser homenajeado por los fieles que llegan desde todo el mundo. Puede haber varios días de esa “Capilla Ardiente”. El cuerpo permanece expuesto, a la vista.
Luego, el catafalco con el cuerpo del Papa es llevado a la explanada de la Plaza de San Pedro para el Funeral de Estado, al aire libre y con la presencia de centenares de Jefes de Estado, jefes de gobierno y primeros ministros, así como todos los cardenales e invitados especiales.
La Misa Exequial Solemne es oficiada por el Decano del Colegio Cardenalicio, en esta ocasión el cardenal Giovanni Battista Re.
Para ser sepultado, el cuerpo es metido en tres ataúdes (uno entre otro). Un ataúd de ciprés, un ataúd de zinc y un ataúd de olmo o de nogal. Antes de cerrar el primer, se pone dentro una bolsa con medallas y monedas alusivas al Papado que ha terminado. También un documento oficial llamado “Rogito”, que contiene textos con información de su vida y de su apostolado.
En procesión es descendido hasta las grutas bajo la Basílica de San Pedro y en ceremonia íntima (aunque con cobertura de prensa oficial vaticana), es sepultado en una cripta al lado de la tumba del apóstol San Pedro. El sellado final del féretro es con soldadura para garantizar condiciones sanitarias.
Tras el sepelio, suele ocurrir que empieza la cuenta atrás para el Cónclave.
El papa Benedicto XVI, el cardenal Joseph Ratzinger de Alemania, aparece en el balcón de la Basílica de San Pedro en el Vaticano tras ser elegido por el cónclave de cardenales, el 19 de abril de 2005. Foto: AFP/ Osservatore Romano/ Arturo Mari
En caso de renuncia del Papa
La renuncia del Papa debe ser totalmente libre y voluntaria. Sería inválida si ocurriese por algún tipo de presión externa o ajena a su control. Debe ser anunciada públicamente por él o consignada en una carta que lleva la certificación de algún cardenal de su confianza. La renuncia no está dirigida a nadie, pues el Papa no tiene superior jerárquico en la Tierra.
Entra en vigor cuando él mismo disponga, según las notificaciones públicas que haya hecho. En el caso del papa Benedicto XVI, notificó su renuncia en febrero del 2013 para hacerse efectiva al final del mismo mes. La renuncia del Papa es una rareza dentro de la Iglesia. Antes de la dimisión de Benedicto XVI, habría que remitirse al siglo XV para encontrar el antecedente más reciente.
Cuando ocurre una renuncia papal, el Pontífice conserva el estatus y la dignidad de Papa Emérito u Obispo Emérito de Roma. Pero desde el momento en que esté en vigencia su retiro, ya no tendrá autoridad en el gobierno de la iglesia. Mantendrá el uso de los ornamentos litúrgicos blancos (excepto la muceta y el Anillo del Pescador, el cual debe destruir o guardar) y conservará todas sus atribuciones como cardenal y sacerdote (puede administrar los Sacramentos y oficiar la Santa Misa). No podrá interferir en la elección ni en la gestión del nuevo Papa, aunque sí podrá prestar su ayuda como consejero. No puede participar en el Cónclave.
Ante una renuncia, se activan todos los mecanismos de elección de un nuevo Papa como si hubiese un fallecimiento. La Iglesia entra en modo Sede Vacante.
Gobierno provisional de la Iglesia Universal
Tanto en caso de muerte como de renuncia del Papa, el gobierno provisional queda en manos del cardenal Camarlengo. Tiene funciones en coordinación con el rector del Colegio Cardenalicio para mantener el funcionamiento de la Iglesia, en particular en la Curia Romana, para asegurar los trámites y convocatorias necesarias para el Cónclave y (en caso de muerte) para las exequias. Como dijimos antes, no tiene facultades para dictar nuevas normas sobre dogmas o cuerstiones de Fe. Es un encargo meramente administrativo.
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