Morfema Press

Es lo que es

Armando Esteban Quito

Calles desiertas, centros de votación vacíos… Esa fue la imagen de Venezuela durante toda la jornada de este domingo. Una jornada en la que el régimen de Nicolás Maduro sufrió una histórica abstención en una nueva farsa electoral para renovar 24 gobernaciones, 285 diputados y 520 legisladores regionales. Pero el estruendoso silencio de la población fue más fuerte que cualquier anuncio del Consejo Nacional Electoral (CNE), o que cualquier declaración estridente de la cúpula de la dictadura.

Por: Lucas Goyret – Infobae

Pese a las constantes amenazas y hostigamientos -en especial a los empleados públicos-, la gente le volvió a dar la espalda al dictador. Le dijo “no” a su show electoral; uno más en su larga lista desde que llegó al Palacio de Miraflores.

Pero Maduro recibió el primer golpe de realidad el pasado 28 de julio, cuando Edmundo González Urrutia lo venció -con actas en mano- por más de 30 puntos. Como era de esperarse, el dictador desoyó la voluntad popular y se proclamó ganador de los comicios presidenciales sin ninguna prueba que certificara tal victoria. Ni siquiera su servil CNE pudo mostrarle al mundo registros concretos que acreditaran un triunfo del chavismo. Bastó con un frío anuncio aquel domingo por la noche para dar por cerrada la jornada y cumplir con la orden que llegaba desde Miraflores: proclamar ganador al dictador.

La dictadura quedó muy expuesta ese día, y se supo más débil. Por eso, en su afán de perpetuarse en el poder, el dictador emprendió, una vez más, un amplio esquema represivo contra la oposición y contra todas aquellas personas que discutieran el resultado electoral.

Este domingo, a menos de un año de aquella gesta democrática, los venezolanos le volvieron a decir “basta” al dictador pero, a diferencia de los últimos comicios, en estos la estrategia fue el silencio y la no participación, cumpliendo con el llamado de María Corina Machado y González Urrutia. Maduro sufrió una histórica abstención. “Hoy más del 85% de los venezolanos desobedecimos a este régimen criminal”, anunció la líder venezolana pasadas las 9 de la noche, hora Caracas.

Más específicamente, la participación fue del 12,56%, según los datos divulgados por el Comando Venezuela. En esa línea se pronunció la firma Meganálisis, que también ubicó la participación en poco más del 12%.

El CNE chavista aseguró que la concurrencia fue del 42,63%.

Para encontrar una cifra tan baja hay que viajar al 2005. En aquellos comicios parlamentarios, con Hugo Chávez todavía en el poder, la participación fue de poco más del 25%.

El dato de este domingo es aún más revelador si se tiene en cuenta que en el fraude electoral del 28J, la participación fue de casi el 59%. Ese día, millones de venezolanos se movilizaron a pesar de las dificultades que instaló el régimen para expresar mediante el voto su respaldo a la candidatura de González Urrutia. Queda en el recuerdo aquella imagen de María Corina Machado desafiando a las fuerzas de seguridad recorriendo en moto las calles de Caracas y recibiendo la ovación de los votantes en cada uno de los colegios electorales.

Este 25 de mayo, el escenario fue distinto. La población respaldó el llamado al boicot y vació las calles y los centros de votación.

Consciente de este escenario, el dictador este mismo domingo adelantó su intención de reformar el sistema electoral, en lo que representará una nueva arremetida contra la democracia venezolana: “Tengo una idea que le estoy dando vuelta la cabeza, que es perfeccionar el sistema electoral general (…) que se cree el sistema electoral de los circuitos comunales. Que se haga una reingeniería de todo, dónde la gente vota, cómo vota la gente, para actualizar”.

Maduro sabe que los venezolanos definitivamente le dieron la espalda, y lo único que le queda es la represión para sostenerse en el poder.

Por eso hoy María Corina Machado destacó la “valentía” del pueblo, de no movilizarse pese a las amenazas y los chantajes: “Venezuela venció el miedo”, afirmó.

O como dijo Edmundo González: “Un acto de coraje cívico. Una declaración silenciosa, pero contundente, de que el deseo de cambio, dignidad y futuro sigue intacto”.

Ni siquiera los datos incomprobables del CNE pudieron tapar el fracaso estrepitoso del chavismo en su farsa electoral. Pasadas las 12 horas de votación, el presidente del ente electoral, Elvis Amoroso, anunciaba una prórroga del proceso “en virtud de la gran afluencia de electores”. Pero lo cierto es que los centros de votación estaban igual que como se los vio durante todo el día: vacíos.

En este contexto, la abstención de este domingo adquiere también una dimensión política. No se trata solo de una falta de motivación, sino de un rechazo explícito al sistema electoral como herramienta de legitimación de una dictadura. Un sistema que, por ejemplo, para no repetir lo del 28J, decidió eliminar el código QR de las actas, herramienta clave para verificar su autenticidad. Además, nuevamente el régimen no permitió la participación de observadores internacionales independientes.

De modo que lo que se disputaba en esta farsa electoral no era el control de gobernaciones o curules parlamentarios -ya que cada cargo será decidido a dedo por el dictador-, sino la legitimidad del régimen. A falta de reconocimiento externo y de apoyo interno, el chavismo se ve obligado, una vez más, a sostener una narrativa de normalidad institucional que no se sostiene ni en cifras de participación ni en garantías democráticas.

La oposición, mientras tanto, con María Corina Machado y Edmundo González a la cabeza, apuesta a que la comunidad internacional mantenga la presión y no convalide estos comicios como expresión de soberanía popular. Ya lo aclararon muchos venezolanos este domingo: “Yo ya voté el 28 de julio”. Lo que sigue pendiente es su reconocimiento y aplicación.

Por eso, el presidente electo renovó este domingo su llamado a la comunidad internacional: “Les pido que leamos bien este momento. El país cambió. Ya no se conforma con promesas de poder momentáneo. El país está anclado en una fuerza invencible: la de un pueblo decidido a recuperar su libertad”.

“Estos son los últimos coletazos de una era que se cierra, de un sistema que colapsó. No les queda nada, ya ni plata tienen. Les queda el miedo, sí. Ellos intentan sembrar el miedo, pero hoy tienen miedo. Yo duermo tranquila. Te aseguro que ellos no, porque se tienen miedo entre ellos”, dijo María Corina Machado durante una entrevista a Infobae, horas antes del show electoral de este domingo.

De esta manera, en la Venezuela de 2025, la abstención ha dejado de ser una estadística para convertirse en un gesto político. En un país donde las urnas se vacían mientras las cárceles se llenan, negarse a votar puede ser, paradójicamente, una de las formas más elocuentes de ejercer la ciudadanía y de darle la espalda a una dictadura que lleva años cometiendo los más atroces crímenes de lesa humanidad.

La dirigente opositora venezolana María Corina Machado se dirigió este domingo al país para calificar la jornada como una nueva derrota para el régimen de Nicolás Maduro. En un mensaje difundido al final del día, Machado afirmó que “más del 85% de los venezolanos desobedecimos a este régimen”, en alusión a la histórica abstención que sufrió el dictador en la farsa electoral del chavismo.

Infobae

La líder de la plataforma opositora destacó que esta jornada representa un nuevo hito en lo que denominó una estrategia de resistencia cívica. “Vamos 4 a 0. Hoy los venezolanos volvimos a derrotar a este régimen criminal”.

A su juicio, el “fracaso de la estrategia de terror” del oficialismo se evidenció en una desobediencia generalizada, que incluyó a sectores tradicionalmente presionados, como los empleados públicos.

Machado argumentó que la población ha superado el miedo y se ha consolidado en torno a un objetivo común: la transición democrática: «Creyeron que a punta de amenazas iban a doblegar a la gente y eso lo que provocó fue más rabia hasta en los empleados públicos que también dijeron no (…) Venezuela venció el miedo“.

“Después de 26 años conocemos muy bien este régimen, cómo piensa y cómo actúa”, agregó, subrayando que la ciudadanía ha aprendido a identificar sus debilidades y que estas estarían siendo aprovechadas estratégicamente por la oposición.

En su declaración, también recordó la elección primaria celebrada en 2023, en la que fue elegida como candidata por amplio margen, y a la posterior designación de Edmundo González como aspirante presidencial opositor para los comicios del 28 de julio tras su inhabilitación. Aseguró que con estas acciones se trazó una hoja de ruta clara hacia un cambio de gobierno. “Emitimos un mandato soberano con una aplastante mayoría y elegimos a Edmundo González como nuestro presidente”, sostuvo, recordando el histórico triunfo en los comicios del año pasado.

“Demostramos que estamos unidos en un deseo común de cambio, de libertad, de prosperidad”, agregó la líder opositora.

Destacó, por su parte, la falta de reconocimiento internacional que sufre Maduro tras el fraude del año pasado, y reiteró que el régimen cada vez está más debilitado, como quedó demostrado con la reciente Operación Guacamaya, que permitió el rescate de los opositores que estaban asediados por la dictadura en la embajada argentina en Caracas.

“Los sorprendimos una vez más y así llegamos al día de hoy, cuando el régimen quería borrar la verdad del 28 de julio con una farsa electoral y cuando vieron que el pueblo los iba a dejar solos y como les aterra la idea de un país entero que los desobedece, esta semana apresaron a más de 60 ciudadanos valientes, incluyendo jóvenes, mujeres, ancianos, activistas de derechos humanos y a mi hermano de lucha y gran líder, Juan Pablo Guanipa”, afirmó María Corina. Y añadió: “Hoy el país los aplastó una vez más con inteligencia y valentía”.

Por su parte, uno de los mensajes más contundentes fue dirigido a las Fuerzas Armadas. “El país les exige que cumplan su deber constitucional y sean garantes de la soberanía popular”, afirmó. Subrayó, además, que la institución castrense fue testigo del mandato ciudadano expresado en las elecciones del 28 de julio y ahora tiene la responsabilidad de actuar. “Ya la Nación no tolera más la inacción o la indiferencia que se convierte en complicidad”, afirmó.

Machado concluyó su alocución apelando a la fortaleza del espíritu ciudadano. “El poder es nuestro. Venezuela será libre”, expresó, reiterando su llamado a continuar en la ruta hacia una transición política por medios constitucionales y con respaldo popular.

Durante años, el chavismo logró sostenerse con mayoría en las urnas, pero ese dominio electoral se cimentó desde el inicio en la manipulación del aparato estatal y la represión sistemática contra voces disidentes. Hugo Chávez no solo fue un líder carismático: fue el principal artífice de un modelo autoritario que utilizó el descontento social de los años noventa como plataforma para instaurar un régimen que concentró poder, criminalizó la protesta y desmanteló instituciones democráticas.

Por: Andrés Palacios – Infobae

En su última elección presidencial, en 2012, Chávez obtuvo más de 8,1 millones de votos, con una participación que superó el 80%, en un proceso ya marcado por serias desigualdades entre el oficialismo y la oposición.

Pero el mito del chavismo como fuerza de masas comenzó a desmoronarse con su muerte y se profundizó bajo el mandato de Nicolás Maduro, quien heredó no solo el poder, sino también la represión como método de gobierno. A lo largo de su gestión, las denuncias por violaciones a los derechos humanos, fraudes electorales y persecución política se multiplicaron, y la desconexión con el pueblo quedó en evidencia en cada elección posterior. Hoy, los números ya no acompañan: el chavismo ha perdido más de la mitad de los votos que una vez lo sostuvieron y sobrevive apelando al control institucional, al miedo y al aparato represivo del Estado.

Cuando Maduro asumió el poder tras la muerte de Chávez en 2013, heredó un país polarizado, pero aún movilizado. En su primera elección como candidato, ganó con 7.517.999 votos, apenas un punto por encima del opositor Henrique Capriles.

Desde entonces, el retroceso del chavismo se volvió estructural. El régimen, en vez de corregir los excesos del pasado, los profundizó: estatizaciones ineficientes, corrupción institucionalizada, criminalización de la disidencia, ataques a la prensa libre y un control absoluto de los poderes públicos.

La evolución del voto chavista retrata esa decadencia, según un análisis independiente de Votoscopio.com

  • 2012 (Presidencial, Chávez): 8.184.383 votos
  • 2013 (Presidencial, Maduro): 7.517.999 votos
  • 2015 (Asamblea Nacional): 5.599.025 votos
  • 2017 (Regionales): 5.688.551 votos
  • 2018 (Presidencial, cuestionada): 6.288.430 votos
  • 2020 (Asamblea Nacional, con alta abstención): 4.331.388 votos
  • 2021 (Municipales y regionales): 4.070.169 votos
  • 2024 (Presidencial): 3.316.142 votos*

El descenso representa una pérdida de casi cinco millones de votos en doce años. Y eso, en un contexto donde el chavismo maneja todos los resortes del poder, incluyendo el árbitro electoral, los medios públicos, las milicias armadas y una red clientelar financiada con recursos del Estado.

Una parte de la erosión chavista se explica por la migración masiva. Desde 2015, más de 8 millones de venezolanos han abandonado el país, empujados por la emergencia humanitaria.

Otros, dentro del país, han optado por el silencio, la abstención o el desinterés. La represión, las amenazas y la falta de garantías reales han debilitado la participación, pero incluso dentro de esas condiciones adversas, los números revelan un rechazo inapelable al régimen. Ni siquiera el aparato de control social —CLAP, carnet de la patria, bonificaciones estatales— ha sido suficiente para conservar fidelidad política.

Maduro ya no lidera un movimiento, sino una estructura autoritaria desgastada, con escaso margen de maniobra y sin fuerza real de convocatoria. En 2018, con una oposición parcialmente marginada, logró todavía reunir más de seis millones de votos. Pero en 2024, con condiciones similares —y aún más control sobre el proceso—, ni siquiera alcanzó los 3,5 millones.

El chavismo ha perdido sus bases tradicionales: sectores populares, trabajadores, sindicatos, comunidades indígenas. Su único núcleo de poder es hoy la cúpula militar, los organismos de inteligencia, los aliados extranjeros y las mafias que controlan negocios ilícitos en el Arco Minero y otras regiones del país.

La narrativa de la revolución quedó vaciada. El discurso de soberanía y justicia social no convence a quienes viven en un país donde el salario mínimo es inferior a 5 dólares mensuales, y donde los hospitales públicos carecen de insumos básicos.

La pérdida del respaldo popular del chavismo quedó al descubierto en las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024, marcadas por múltiples denuncias de fraude, la inhabilitación arbitraria de candidatos opositores y fuertes restricciones para que los venezolanos en el extranjero pudieran ejercer su derecho al voto.

Aunque el Consejo Nacional Electoral (CNE), bajo control del régimen, proclamó a Nicolás Maduro como ganador para un tercer mandato, tanto dentro como fuera del país numerosos sectores denunciaron que el verdadero triunfo correspondió a Edmundo González Urrutia.

Respaldado por la mayoría democrática y por la líder opositora María Corina Machado, González Urrutia se convirtió en la figura que canalizó el deseo de cambio de millones de venezolanos. A través de la publicación de más del 85% de las actas del CNE, se revelaron los resultados reales: Edmundo González Urrutia obtuvo 7.446.394 votos (67,05%), mientras que Nicolás Maduro solo alcanzó 3.386.215 votos (30,49%). Un resultado que la dictadura se negó a reconocer, profundizando así la crisis institucional y política que atraviesa Venezuela.

Las elecciones de 2024 expusieron un fenómeno irreversible: Maduro puede seguir en el poder, pero ya no puede simular respaldo popular. La farsa electoral, montada con reglas a medida, exclusiones y censura, no logró revertir el dato más incómodo para la dictadura: el pueblo dejó de acompañar al chavismo.

Ni el fraude técnico, ni las amenazas a empleados públicos, ni la propaganda masiva impidieron el desplome. El voto oficialista se redujo a una expresión mínima, que no representa la voluntad de una nación, sino el ocaso de un régimen que se sostiene sobre el miedo.

Contradiciendo lo que a lo largo de la jornada se observó en los centros electorales, el CNE al servicio del régimen anunció una participación de «42,63 %». El oficialismo se quedó con prácticamente todas las gobernaciones, incluyendo la del estado Zulia, donde a Manuel Rosales no le sirvió de mucho haberse prestado para hacer comparsa en el circo de este domingo.

PanamPost

Los comicios regionales y legislativos que se celebraron este domingo en Venezuela se convirtieron en otra maroma del chavismo para intentar aparentar una supuesta normalidad democrática que no existe. El Consejo Nacional Electoral (CNE) al servicio de la dictadura dijo que con “93,01 %” de los resultados transmitidos hubo “42,63 % de participación” del padrón electoral, a pesar de que los centros lucieron vacíos durante toda la jornada. Según ese boletín, la Alianza del Gran Polo Patriótico en representación del régimen, consiguió “82,68 %” de la bancas en la Asamblea Nacional. En paralelo, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) se quedó con 22 de las 23 gobernaciones, que siguen en manos del chavismo. El resto tampoco corresponde a espacios conquistados por una oposición real.

Llama la atención el caso del gobernador del estado Zulia, Manuel Rosales, quien se prestó para hacer comparsa en este nuevo circo y terminó siendo desechado. Ahora deberá salir de la gobernación, pero por la puerta de atrás, y entregársela al chavismo. Por otro lado, el excandidato presidencial Henrique Capriles fue uno de los pocos “opositores” que la noche de este 25 de mayo cantó “victoria”, al lograr ingresar como diputado de la nueva Asamblea Nacional, que seguirá secuestrada por el oficialismo. A él se suma el exdiputado Stalin González, que regresará a un hemiciclo casi en su totalidad rojo.

El balance del organismo electoral no es más que la confirmación de que no se trató de elecciones sino de asignación de cargos entre candidatos del régimen y aquellos supuestos opositores que participaron en el proceso a sabiendas de que carecía de cualquier garantía y respeto a las normas electorales luego del fraude en las presidenciales del 28 de julio. En realidad, reportes de encuestadoras independientes como Meganálisis indicaron que pasada la hora de cierre inicial de las mesas, pautada para las 6:00 de la tarde, la participación apenas había sido de 13,5 % del padrón electoral. En cambio, el chavismo a través del CNE trata de imponer la retórica de que participó 42,63 % sin que esto se pueda auditar ni verificar de ninguna manera.

Pero la elevada abstención fue evidente en estos comicios regionales y legislativos que se celebraron en Venezuela. Las imágenes que trascendieron en redes sociales contrastaron con lo que fue el pasado 28 de julio, cuando los venezolanos colmaron los centros electorales para respaldar la candidatura de Edmundo González Urrutia. El verdadero ganador de aquella elección, en su más reciente mensaje publicado vía X, dijo que “el pueblo no convalidó un simulacro que pretendía legitimar lo que por naturaleza es ilegítimo”.

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Las elecciones parlamentarias celebradas este domingo 25 de mayo en Venezuela registraron una participación históricamente baja, según datos de la encuestadora Meganalisis. A las 5:30 de la tarde, apenas un 12,51% del padrón electoral había acudido a las urnas, una cifra que refleja el impacto del boicot convocado por la líder opositora María Corina Machado y la creciente desconfianza en el sistema electoral del país.

MFM

Meganalisis, que levantó datos entre las 6:00 de la mañana y las 5:30 de la tarde a nivel nacional, publicó en su boletín #5 de exit poll que esta participación contrasta drásticamente con el 52,50% registrado a la 1:00 de la tarde durante las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024. Una gráfica comparativa incluida en el informe muestra que, mientras la participación final en julio de 2024 alcanzó un 58%, la jornada del 25 de mayo apenas superó el 12%, evidenciando un desplome en la movilización electoral.

El contexto de estas elecciones está marcado por una profunda crisis política. María Corina Machado, líder de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), llamó a boicotear los comicios, calificándolos como «una farsa impuesta por Maduro» que busca legitimar un proceso fraudulento. Esta postura se fundamenta en las irregularidades denunciadas durante las elecciones presidenciales de 2024, donde la oposición, liderada por Edmundo González Urrutia, reclamó la victoria frente a Nicolás Maduro, quien fue juramentado para un tercer mandato en enero de 2025.

A las tensiones políticas se suman denuncias de coerción. Usuarios en redes sociales, como@MiguelP87528874, reportaron que ciudadanos fueron amenazados con despidos o incluso prisión si no votaban, mientras que señalan que algunos jefes exigían reportes con fotos de los centros de votación como prueba de participación. Estas prácticas recuerdan episodios históricos de represión electoral en Venezuela, como el uso de la «Lista Tascón» en 2004 para castigar a votantes opositores, según registros de la Human Rights Foundation.

El Consejo Nacional Electoral (CNE), controlado por el oficialismo, ha sido señalado por organismos internacionales y la oposición como un ente parcial que manipula los procesos electorales. Informes del Departamento de Estado de EE.UU. han documentado «fraudes generalizados antes y después de las elecciones, irregularidades electorales, interferencia gubernamental y manipulación de votantes», mientras que la exclusión de figuras clave de la oposición, como Machado, ha profundizado la percepción de ilegitimidad.

Analistas advierten que esta baja participación podría beneficiar al régimen de Maduro, como ocurrió en las elecciones parlamentarias de 2020, cuando un boicot opositor permitió a la coalición oficialista recuperar el control de la Asamblea Nacional. Sin embargo, usuarios como @eEmirPR se preguntan: «¿Cómo terminará esto?», reflejando la incertidumbre que rodea el futuro político de Venezuela en medio de una crisis que no parece encontrar solución.

La jornada electoral del 25 de mayo también estuvo marcada por controversias internacionales. Una sentencia de la Corte Internacional de Justicia de la ONU prohibió a Venezuela celebrar elecciones en el disputado territorio de Essequibo, pero Maduro desestimó la decisión, alegando que el tribunal carece de jurisdicción. Además, el gobierno venezolano afirmó haber frustrado un supuesto complot terrorista para atacar a votantes, arrestando a 21 venezolanos y 17 extranjeros, según un anuncio oficial del 19 de mayo.

A medida que el país enfrenta esta nueva etapa de su crisis política, la pregunta que resuena entre los ciudadanos es si esta baja participación logrará presionar al régimen o si, por el contrario, consolidará aún más su control sobre las instituciones. Por ahora, la voz de la mayoría parece haberse expresado a través del silencio en las urnas.

La Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de Estados Unidos se pronunció este domingo 25 de mayo contra la nueva maniobra del régimen de Nicolás Maduro, al rechazar de forma categórica la celebración de una farsa electoral en el territorio en disputa del Esequibo.

La Patilla

En un contundente mensaje publicado en su cuenta de X (antes Twitter), el organismo estadounidense aseguró:

“Los Estados Unidos rechaza todos los intentos de Nicolás Maduro y su régimen ilegítimo de socavar la integridad territorial de Guyana, incluida esta última farsa electoral en la región del Esequibo”.

Precisamente este sábado, el presidente guyanés Irfaan Ali visitó la región y lanzó una clara advertencia a Caracas:

“La Fuerza de Defensa de Guyana está preparada para defender cada pulgada del territorio”, afirmó durante un recorrido por la aldea de Anna Regina, así como el pueblo Lima Sand, ambos ubicados en la región en disputa.

La visita fue acompañada por mensajes oficiales en sus redes, en las que dejó claro que la soberanía guyanesa no está en juego, mientras el régimen chavista continúa sus maniobras propagandísticas, ahora trasladando su farsa electoral al Esequibo.

La elección de las primeras autoridades en el Esequibo, un territorio de casi 160.000 kilómetros cuadrados que Caracas y Georgetown se disputan, avanza con poca afluencia de votantes durante la mañana de este domingo.

En la parroquia Dalla Costa, ubicada en el municipio Sifontes del estado Bolívar (sur, que limita con Brasil) -una de las dos poblaciones designadas por el Poder Electoral para votar por los 16 cargos para el Esequibo- se reportaban no más de 100 votantes por centro hasta las 10:00 am, según cálculos de los representantes de partidos políticos

En la lluviosa noche del 25 de mayo de 2025, el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela montó un espectáculo en el centro de Caracas que parecía sacado de un circo surrealista. Banderas tricolores ondeaban al viento, retratos de Chávez y Maduro vigilaban desde lo alto, y un letrero luminoso gritaba: “¡Democracia Inquebrantable!”.

Por: Rosa de Meltronco – Espacial MFM

Nicolás Maduro, con su característica chaqueta roja y una sonrisa que desafiaba la gravedad, encabezaba el evento, acompañado por un coro de aplausos pregrabados que resonaban en un país donde los centros de votación habían estado más vacíos que un mercado venezolano un lunes por la mañana.

El encargado de anunciar los resultados fue el presidente del CNE, Elvis Amoroso, quien subió al podio con la confianza de un vendedor de lotería que sabe que el premio ya está asignado. Frente a las cámaras de VTV, Amoroso comenzó su discurso, pero algo extraño ocurrió: tartamudeaba como si las palabras se le atoraran en la garganta. “E-e-e-el pueblo venezolano ha hablado”, balbuceó, mientras, para asombro de los pocos televidentes que aún sintonizaban, su nariz comenzó a crecer en vivo, como si Pinocchio hubiera decidido hacer una aparición especial en la política bolivariana. “P-p-participación histórica del 80% del padrón electoral!”, exclamó, mientras su nariz alcanzaba proporciones caricaturescas, amenazando con derribar el micrófono.

Maduro, imperturbable, tomó la palabra con un brillo triunfal en los ojos. “¡Pueblo heroico!”, proclamó. “Hoy demostramos que nuestra revolución es imbatible. ¡Casi todos los venezolanos votaron! ¡Hasta las palmeras y los pericos dieron su voto al chavismo!”. Las imágenes de los centros electorales, emitidas en bucle, mostraban filas sospechosamente uniformes, como si hubieran contratado extras de una telenovela de bajo presupuesto. En las redes sociales, rápidamente censuradas, los venezolanos compartían fotos de mesas electorales desiertas, con máquinas de votación que parecían más ocupadas en minar criptomonedas que en registrar sufragios.

Amoroso, con su nariz ahora rozando el atril, insistió: “Cada voto fue contado con precisión bolivariana!”. Sostuvo una pila de papeles que parecían sacados de una impresora con tinta diluida en agua. “¿Las acusaciones de María Corina Machado y su títere Edmundo González? ¡Pura mentira imperialista! En 2024 quisieron engañarnos con actas falsas, pero nosotros, con nuestra tecnología de punta, garantizamos la verdad”. Mientras hablaba, su nariz creció tanto que un camarógrafo tuvo que esquivarla para no perder el enfoque.

En las redes, los usuarios, conectados a través de VPNs y señales piratas, no daban crédito. “ArepaRebelde69” tuiteó: “Amoroso dice que votó el 80%, pero su nariz está más larga que las colas para comprar harina. ¿Votaron los fantasmas también?”. Otro usuario compartió un meme de Pinocchio con la cara de Amoroso, titulado: “Cuando el CNE cuenta los votos y tu nariz cuenta la verdad”.

El régimen, ajeno a la burla, organizó un desfile triunfal en Caracas, con autobuses llenos de “votantes felices” que agitaban banderitas bajo la mirada de colectivos armados. Maduro proclamó: “¡El imperio yanqui está derrotado! La oposición dijo que nadie votaría, pero hasta los difuntos vinieron a apoyar la revolución. ¡Hemos enviado las actas al espacio, a nuestra Estación Espacial Bolivariana, para que las verifique el cosmos!”.

En un momento de inspiración, el ministro de Comunicación añadió que el sistema electoral ahora registraba “votos espirituales” de los ancestros venezolanos. “Simón Bolívar me mandó un mensaje por Telegram para confirmar su voto por el PSUV”, aseguró, mostrando un celular con la pantalla rota. Mientras tanto, Amoroso, cuya nariz ya obstruía la mitad del escenario, tartamudeó: “E-e-el pueblo ha hablado… ¡y nosotros somos su voz!”.

En las calles, los venezolanos, agotados pero con un humor afilado por años de resistencia, murmuraban: “Si el 80% votó, el 20% que sobra debe ser el único que no se fue del país”. Y así, con la nariz de Amoroso creciendo hasta eclipsar el sol, la farsa electoral de 2025 se sumó al libro de cuentos bolivarianos, donde la verdad es solo un estorbo y la sátira, la última arma del pueblo.

El presidente del CNE, Elvis Amoroso, informó que los rectores han decidido prorrogar por una hora más o hasta que no existan personas en las colas el proceso electoral de l25 de mayo.

TeleSur

Desde la sede del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela, el Poder Electoral, uno de los cinco que establece la Constitución, decidió prorrogar la jornada electoral por una hora, debido a la existencia de muchas personas sin poder realizar el ejercicio del voto por las inclemencias del tiempo.

El presidente del CNE, Elvis Amoroso, informó que, en virtud que se encuentran muchas personas sin poder ejercer su derecho al voto en los centros electorales, los rectores han decidido prorrogar por una hora más o hasta que no existan personas.

Un exit poll nacional de participación levantado entre las 6:00 am y las 11:30 am de este domingo, por la empresa Meganálisis, revela el rotundo rechazo popular a las elecciones regionales convocadas por el régimen de Nicolás Maduro. Con una participación de apenas 7,23% del padrón electoral, equivalente a 1.553.366 votantes de un universo de 19.931.634 inscritos, el proceso electoral se desploma como uno de los más deslegitimados de la historia reciente de Venezuela.

El líder opositor venezolano Edmundo González Urrutia condenó este domingo la nueva farsa electoral celebrada por la dictadura de Nicolás Maduro en Venezuela.

Infobae

En una declaración compartida en su cuenta de X, el presidente electo, quien el pasado 28 de julio logró un amplio triunfo en las elecciones presidencial, describió la jornada de este domingo como un “simulacro” que no logró engañar “ni al país ni al mundo”, reafirmando su posición sobre lo que considera un ejercicio electoral ilegítimo.

El diplomático enfatizó que este evento no logró obtener la validación del pueblo, describiéndolo como un intento fallido de legitimar un proceso intrínsecamente ilegítimo. “El pueblo no convalidó un simulacro que pretendía legitimar lo que por naturaleza es ilegítimo”, afirmó el líder opositor, quien destacó lo vivido como un “acto de coraje cívico”.

Según indicó, esta jornada volvió a reflejar, mediante la gran abstención ciudadana, “el deseo de cambio, dignidad” y un futuro que sigue latente en los corazones de los ciudadanos venezolanos que desean un cambio auténtico.

En un esfuerzo por destacar la voz del pueblo, González subrayó que el liderazgo no debe imponerse desde estructuras autoritarias, sino construirse con la participación activa y la escucha de la ciudadanía. “Y hoy, la verdadera mayoría habló desde el silencio que exige libertad. Hay que saber oírlo”, expresó el diplomático, refiriéndose a una ciudadanía que demostró su rechazo al sistema vigente a través de la abstención y el descontento silencioso.

Dirigiéndose al chavismo, González Urrutia afirmó que “el régimen quedó al descubierto” al aferrarse al autoritarismo y recurrir al “terrorismo de Estado” como herramienta para mantenerse en el poder. Esta crítica se enmarca dentro de un discurso más amplio dirigido a los líderes políticos, a quienes instó a interpretar con precisión el momento histórico que atraviesa el país. Según apuntó, “el país cambió”, y ahora enfrenta un panorama donde las promesas vacías de poder temporal son insuficientes. “Venezuela está anclada en una fuerza invencible: la de un pueblo decidido a recuperar su libertad”, declaró.

Estas declaraciones se producen en un contexto de creciente tensión política y social en Venezuela, donde numerosos ciudadanos y líderes políticos han expresado su insatisfacción con la situación actual del país. La abstención electoral y el escepticismo sobre el proceso democrático se perciben como señales de un descontento más amplio.

Mientras el régimen intenta mantener una apariencia de normalidad y estabilidad, figuras como Edmundo González destacan la necesidad de reconocer el verdadero sentir del pueblo, sugiriendo que la falta de participación masiva en las elecciones es una expresión clara de la demanda de libertad y cambio.

En un cierre más amplio de su mensaje, González extendió un llamado a todos los actores políticos para que confronten la realidad que enfrenta el país con una nueva perspectiva. Subrayó la importancia de actuar con responsabilidad y compromiso hacia un proceso de cambio auténtico que responda a las aspiraciones democráticas de la ciudadanía venezolana.

En esa línea se pronunció más temprano la líder opositora María Corina Machado, quien elogió la “sabiduría” y “valentía” del pueblo venezolano tras las elecciones regionales y legislativas del domingo, calificando la jornada, marcada por una abstención masiva, como “otra gran lección para el mundo” en un mensaje publicado en sus redes sociales.

“La SABIDURÍA y la VALENTÍA del pueblo venezolano son inmensas y conmovedoras. Otra gran lección para el mundo. Para TODO EL MUNDO”, escribió Machado en su cuenta de X, después de haber llamado días antes a los ciudadanos a quedarse en casa y rechazar lo que denominó como “una farsa, una trampa”.

Las elecciones parlamentarias del 25 de mayo de 2025 en Venezuela podrían haber registrado una participación históricamente baja, si se confirman las proyecciones del periodista Eugenio G. Martínez (@puzkas). Según sus estimaciones, basadas en mediciones independientes, la participación nacional podría haberse situado entre un 15% y un 19%, (entre 85% y 81% de abstención) lo que reflejaría un notable desencanto con el proceso electoral.

MFM

Tomando como referencia el Registro Electoral (RE) de 21,392,464 votantes, esto podría traducirse en un rango de entre 3.1 millones y 3.9 millones de electores que habrían acudido a las urnas, una cifra que, de ser cierta, sería inferior a los 3.6 millones de votantes (27% del RE) de 2005 y los 6.3 millones (31%) de 2020.

El contexto político podría explicar estas cifras: en las zonas opositoras, la participación habría sido de apenas un 5% a un 9% hasta las 4:00 p.m., mientras que en los bastiones chavistas se habría ubicado entre un 17% y un 20%, lo que podría evidenciar una marcada polarización. Factores como la desconfianza en el sistema electoral, tras las cuestionadas elecciones presidenciales de 2024, y el boicot promovido por sectores opositores como María Corina Machado y el Partido Comunista de Venezuela (PCV), podrían haber influido en este escenario.

Además, comentarios en redes sociales sugieren escepticismo, con usuarios especulando sobre posibles maniobras para extender el horario de votación. De confirmarse estas proyecciones, las elecciones de 2025, que incluyen por primera vez al disputado territorio de Guayana Esequiba, podrían profundizar la crisis de confianza en el sistema democrático venezolano.

Según Eugenio Martínez, a menos de dos horas del cierre legal de los comicios, reportó que la participación podría situarse por debajo del 19%, un dato que, de confirmarse, sería inferior al 27% registrado en 2005, cuando 3.6 millones de electores votaron de un total de 13.3 millones inscritos en el Registro Electoral (RE) de ese año.

El análisis de Martínez, basado en mediciones independientes, revela una profunda polarización en el comportamiento electoral. En los centros tradicionalmente opositores, la participación osciló entre un 5% y un 9% hasta las 4:00 p.m., mientras que en los bastiones chavistas se situó entre un 17% y un 20%. Proyecciones más conservadoras, compartidas por el mismo periodista, sugieren que la participación podría caer incluso al 15%, lo que equivaldría a apenas 3.1 millones de votantes, un número que refleja el creciente desencanto de la población con el proceso electoral.

Contexto de desconfianza y boicot opositor

Estas elecciones se llevaron a cabo en un contexto de profunda crisis política, exacerbada por los eventos posteriores a las cuestionadas elecciones presidenciales de 2024, donde Nicolás Maduro se proclamó ganador en medio de acusaciones de fraude por parte de la oposición. Líderes opositores, como María Corina Machado, han llamado al boicot de los comicios, calificándolos de «una farsa impuesta por Maduro». Esta postura ha sido respaldada por varias coaliciones opositoras, incluyendo sectores de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), que enfrenta divisiones internas tras la salida de figuras como Omar Barboza.

Por otro lado, el Partido Comunista de Venezuela (PCV) también anunció su abstención en febrero de 2025, alegando la falta de «garantías electorales» y acusando al gobernante PSUV de manipular los procesos electorales. La percepción de un sistema electoral poco transparente se ha visto reforzada por eventos como la retirada de Smartmatic en 2018, una empresa que había participado en elecciones venezolanas pero que dejó de operar en el país al no poder garantizar la validez de los resultados.

Mientras tanto, el gobierno de Maduro ha intentado proyectar una imagen de normalidad. El pasado 19 de mayo, las autoridades anunciaron haber desmantelado un supuesto complot terrorista que planeaba atacar a los votantes durante la jornada electoral, arrestando a 21 venezolanos y 17 extranjeros. Sin embargo, estas afirmaciones han sido recibidas con escepticismo por sectores de la oposición, que las ven como una estrategia para justificar medidas represivas.

Un panorama electoral desolador

Los datos históricos proporcionados por Martínez en su hilo en X muestran una tendencia clara de disminución en la participación electoral. En las parlamentarias de 2020, votaron 6.3 millones de personas (31% del RE), mientras que en 2005, el año con menor participación hasta ahora, lo hicieron 3.6 millones. Si las proyecciones para 2025 se cumplen, con entre 3.1 y 3.9 millones de votantes, estas elecciones marcarían un nuevo mínimo en la historia reciente del país.

A medida que se esperan los resultados oficiales, el país permanece en un estado de incertidumbre. Las elecciones de 2025 no solo determinarán la composición de los 277 escaños de la Asamblea Nacional, sino que también podrían profundizar la brecha entre el gobierno y una población cada vez más desencantada con el proceso democrático. Para muchos venezolanos, la pregunta no es quién ganará, sino si el sistema electoral podrá recuperar alguna vez la confianza perdida.

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