Mientras aumenta la presión nacional e internacional para que el régimen de Venezuela publique el recuento de votos de las elecciones presidenciales del 28 de julio, el dictador Nicolás Maduro encabeza la ofensiva contra los “enemigos” del Estado en un esfuerzo desesperado por mantenerse en el poder.
Por: Brian Fonseca – Americas Quarterly
A pesar de sus maniobras, sigue siendo incierto si podrá mantener su posición en el palacio presidencial de Miraflores a largo plazo, y su supervivencia política depende de unas cuantas anclas y divisiones. Aunque no hay señales de que el régimen esté al borde de aflojar su control, hay algunas cosas que observar en los próximos días y semanas.
La lealtad militar a Maduro es clave para la continuidad del régimen. A principios de esta semana, el ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, apareció en la televisión nacional para denunciar un “plan desestabilizador fascista”, en referencia a las protestas y los esfuerzos realizados por los líderes de la oposición Edmundo González Urrutia y María Corina Machado para dar voz al descontento social después de lo que parecía ser un intento del gobierno de anular los resultados de las elecciones. Ambos políticos enfrentan una investigación en medio de una represión de las protestas. Como era de esperar, y acompañado por más de una docena de funcionarios, Padrino López reafirmó su lealtad inquebrantable al jefe de Estado.
Pero si sectores importantes de las fuerzas armadas comienzan a rechazar órdenes, a dialogar con líderes de la oposición o incluso a sumarse a las protestas, eso indicaría un alejamiento de Maduro. Los líderes militares influyentes suelen expresar públicamente su apoyo a la oposición antes de hacer una concesión al régimen. Es probable que los líderes militares prioricen la unidad de la institución militar por sobre la permanencia de Maduro en el poder, siempre que reciban concesiones convincentes de la oposición.
Además, el ejército podría fracturarse en diferentes niveles (por ejemplo, en la cúpula, suboficiales, oficiales militares de rango medio, etc.). Los líderes militares deben sopesar si rompen con Maduro o permanecen leales. Si desertan y la oposición fracasa, enfrentarán severas repercusiones de un régimen de Maduro que probablemente se consolidará. Si demoran demasiado la deserción, la oportunidad de distanciarse del gobierno se desvanecerá y enfrentarán repercusiones de que la oposición tome el poder.
Por ahora, los militares parecen respaldar firmemente a Maduro. Más de dos décadas de medidas de protección contra golpes de Estado han dificultado que los militares se desmarquen: se ha designado a leales en puestos clave, se ha involucrado a funcionarios militares en actos de corrupción e ilícitos para vincular su supervivencia a la del régimen, se han creado rivalidades entre las ramas militares, se ha utilizado la inteligencia cubana para identificar posibles grietas en el ejército y se ha fomentado una profunda desconfianza hacia la oposición. Además, Maduro ha tratado de evitar que los militares se conviertan en la principal fuente de represión contra el malestar social masivo.
División política interna
La fractura de la élite es también un indicador esencial de que un barco se hunde. Entre los ejemplos de fractura de la élite política pueden incluirse figuras críticas dentro del gobierno o altos líderes militares designados que critican abiertamente a Maduro o renuncian. La élite política enfrenta el mismo desafío que los líderes militares en cuanto al momento de romper con el régimen de Maduro.
Muchos en la élite política están profundamente involucrados en el clientelismo, la corrupción e incluso en actividades delictivas, y podrían perder mucho si se produce una transición. Esto probablemente explica por qué gran parte de la élite política de Venezuela permanece unida a pesar de algunas deserciones notables en los últimos años. Para aquellos que desean distanciarse de Maduro, migrar a los Estados Unidos o España es a menudo preferible a criticar públicamente al régimen en su país.
La pérdida de apoyo de los aliados internacionales también es un indicador crítico. China y Rusia son los más importantes, pero los gobiernos de izquierda de la región, como Brasil, Colombia y México, también importan y podrían añadir presión a Maduro. Los países profundamente involucrados en Venezuela, como China y Rusia, pierden si no logran construir puentes con la oposición entrante rápidamente o permanecen atrincherados detrás de Maduro durante demasiado tiempo. Por ejemplo, China ha interactuado con la oposición venezolana en el pasado para apuntalar sus intereses si la oposición llegara al poder, es decir, garantizar que Venezuela pague su deuda. Rusia, por otro lado, tiene intereses diferentes y le gustaría mantener a un adversario de Estados Unidos en el poder en Venezuela. Si Maduro cayera, ambos países probablemente se distanciarían rápidamente.
Brasil, Colombia y México buscan una verificación imparcial de los resultados y facilitar las conversaciones entre ambas partes. Los tres países y Chile probablemente no reconocerán las elecciones (hacerlo podría resultarles contraproducente) y en su lugar insistirán en una nueva contienda en algún momento en el futuro. La migración a gran escala es otro factor significativo que afecta a países vecinos como Brasil y Colombia. Ambos países actúan como negociadores principalmente para evitar que el conflicto se extienda a sus territorios o socave los amplios intereses de la izquierda latinoamericana.
Otras señales
Incluso si el escenario político actual parece encaminarse hacia un callejón sin salida polarizado, los observadores también deberían vigilar si Maduro comienza a hacer gestos simbólicos o concesiones significativas; también indicará que está bajo presión desde el interior del régimen o desde actores externos que importan.
Además, una rápida desaceleración económica (hiperinflación, escasez de bienes esenciales, picos de desempleo) puede erosionar la base de apoyo del régimen y empujarlo a la negociación. Aunque Venezuela ha sobrevivido a graves dificultades económicas , un colapso económico rápido, protestas generalizadas y una presión internacional cada vez mayor podrían catalizar algunos de los factores mencionados anteriormente.
Los acontecimientos recientes confirman que Maduro no está dispuesto a renunciar al poder, por lo que es crucial monitorear de manera continua los cambios en la lealtad militar, la cohesión de la élite, el apoyo internacional, la estabilidad económica y los impactos de la migración regional. Estos indicadores brindarán información valiosa sobre el potencial de Venezuela para un cambio de régimen. Sin embargo, estas señales deben hacerse evidentes. El régimen de Maduro está luchando por sobrevivir, pero si se produce una concesión, será rápida.